Ola de calor: ¡mascotas en peligro!

En plena ola de calor, debemos extremar los cuidados en cuanto a las mascotas de la familia, sobre todo los perros, que no por parecer incansables son inmunes a las elevadas temperaturas.

Tenemos que ser conscientes de que el golpe de calor es un episodio grave y potencialmente letal, en tanto puede suceder en cualquier momento, pudiendo bastar una corta salida a horas impropias para desencadenarlo. Puede afectar a perros de cualquier edad, pero son especialmente susceptibles los cachorros y los abuelitos de la especie.

Por lo tanto, la prevención es esencial. En primer lugar, no hay que restringir sus movimientos, es decir no mantener al perro atado, costumbre que es menester erradicar de nuestra cultura, cuando existen otras formas de seguridad o confinamiento mucho más apropiadas desde el punto de vista del bienestar animal. Un perro atado no tiene opción, y si está circunscripto a un área sobre hormigón, en un lugar sin sombra o escasa ventilación, el peligro es inminente y el desenlace puede ser fatal.

Siempre debe tener libre acceso a agua fresca y limpia, así como dejarlo descansar en lugares ventilados y con sombra. Si no se le permite ingresar a la casa, lo menos que se puede hacer por ellos es respetar sus elecciones a la hora de buscar un ambiente alejado del fuego veraniego.

Es un hecho que el perro va a reducir su actividad a fin de regular su temperatura, por lo cual no debemos incentivarlo a jugar, a correr, o a ejercitarse de forma alguna. El decidirá cuándo quiera correr o jugar, no lo obliguemos si vemos que no tiene la menor intención de moverse.

Y respecto a los paseos, he aquí uno de los principales dilemas. Es preferible no salir en todo el día antes que hacerlo en horas impropias. Es decir, con las elevadísimas temperaturas que se están registrando, sería una crueldad sacarlo a caminar en horarios que no sean muy temprano en la mañana o bien entrada la noche. Por otra parte, así sea día o noche, es recomendable aplicar la prueba de los siete segundos. Esta prueba consiste en apoyar la mano en el piso (la vereda o la calle) durante siete segundos. Si su mano no resiste el calor, ¡pues las patas de su perro tampoco!

Ni que hablar de no dejarlos dentro de un vehículo, así como tener cuidado cuando se los sube a las cajas de camionetas, pues la superficie donde pisen puede también estar a temperaturas inadecuadas para el paseo. En estos casos, lo mejor sería mojar el área para refrescar, así como mojar al perro sirve en toda circunstancia. Paralelamente, si son reacios a mojarse, existen en el mercado los llamados chalecos refrescantes, que se embeben en agua y se le colocan al regalón, que durante largo rato disfrutará de tal frescura.

AL AGUA SÍ, PERO…

Al momento de jugar en estas épocas, sin dudas la mejor opción es con agua, ya sea con una manguera, en una piscina, en el arroyo o la costa del río. A muchos les encanta que les tiren agua, saltar y tratar de morder el chorro, salpicar o nadar. Esta actividad los mantendrá frescos y activos, que es una buena conjunción.

Sin embargo, hay que tener cuidado. En primer lugar, no es bueno exponerlos por largos períodos al sol en horas de alta radiación UV. Por otra parte, si es en un arroyo o río siempre hay que estar supervisando dónde está y qué está haciendo, porque con cualquier distracción pueden salir a nadar demasiado lejos o estar cansados de más y pueden llegar a ahogarse, aún siendo grandes nadadores.

Y si jugamos con chorros de agua, también hay que cuidar que no se agoten demasiado. Siempre hay que tener en cuenta que si están haciendo algo que les gusta mucho pueden exigirse por encima de sus capacidades físicas.

De estas medidas preventivas dependerá en el bienestar de las mascotas bajo esta intensa ola de calor y durante el resto del verano, por lo que aconsejo sobre todo pensarlo diez veces antes de sacarlo a paseos o a ejercicios al aire libre, y respetar siempre su lenguaje corporal. Ya vendrán épocas más frescas para divertirse y ejercitar en cualquier lugar; por ahora, “tranquilo el perro”.

Pierinna Tenchio, master en Sicología Clínica y Educativa Canina