Carola Vázquez Gil presenta su obra en 3ª Bienal Black Brasil de Arte Contemporáneo

La sanducera Carolina Vázquez Gil Invernizzi viajó a Brasil para participar en la 3ª Bienal Black Brasil de Arte Contemporáneo, que se inauguró en Río de Janeiro. Se trata de una exposición itinerante gratuita que, tras recorrer todas las capitales del sur del país en sus ediciones anteriores, llega a Río de Janeiro. La propuesta presenta exposiciones que reúnen más de 270 obras de 225 artistas de todo el país y el extranjero, distribuidas por toda la ciudad. El evento se extenderá hasta el 16 de junio, con una amplia programación, que puede verse en el sitio bienalblack.com.br. Junto a Vázquez Gil, cuya visita a Brasil se extenderá hasta el 8 de abril, representarán a Uruguay la artista visual y fotógrafa Mayra Da Silva, y la artista performática y muralista Fer Piñeirúa.

La Bienal Black

La Bienal Black Brasil fue creada por Patricia Brito, “una curadora afrobrasileña que vive fuera del eje de las artes de Brasil”, explicó Julio Pereyra, licenciado en Artes Plásticas y Visuales y docente en la Facultad de Artes y en la sede Paysandú del Cenur Litoral Norte, en la tecnicatura en Tecnología de la Imagen Fotográfica, quien fue el curador encargado de seleccionar las obras en nuestro país. Para su tercera edición, la Bienal contó con la colaboración de curadores invitados de Costa Rica, Puerto Rico, Alemania y Uruguay, buscando establecer un entorno propicio para explorar y reflexionar en torno a la migración, las desigualdades sistémicas de género, las narrativas transculturales y las identidades en proceso de cambio.
“En Brasil, casi todo lo que tiene que ver principalmente con el arte sucede entre São Paulo y Río de Janeiro. Patricia vive en Río Grande, bastante cerca de Uruguay, y tuvo esta idea de generar un espacio de arte que contemple a todas esas personas que quedan por fuera de ese eje y de la institucionalidad principal del arte”, agregó Pereyra. “Esto incluye a los cuerpos afrodescendientes, a las mujeres en general, las mujeres afrodescendientes en particular, las mujeres indígenas también, y también la diversidad sexual. Busca generar un espacio de reconocimiento, manteniendo el nivel que es necesario para este tipo de eventos”.

Esta edición se trasladó a Río de Janeiro “porque hay también una casi necesidad de disputar ese espacio dentro del campo de las artes, especialmente en Brasil. Parecería que lo que no sucede sobre la rambla de Copacabana, no sucede”.

Esta edición de la Bienal se construye en torno a cinco ejes expositivos: Líneas Insurgentes, Redes de Transmisión, Prácticas Generativas, (Re)imaginar el Cubo Negro y Memorias (trans)locadas, con respuestas artísticas que van desde historias personales hasta meditaciones poéticas. Los principales espacios donde se desarrollarán las actividades serán el Centro Municipal de Artes “Hélio Oiticica” (donde se exhibirán las obras de Vázquez Gil y Da Silva), el Centro de Artes “Calouste Gulbenkian”, el Centro Cultural Correios (donde estará la obra de Piñeirúa), la Ciudad de las Artes, el Espacio Cultural Correios, y el Museo de Historia y Cultura Afrobrasileña (Muhcab).

La obra de Carola Vázquez Gil

Carolina Vázquez Gil, más conocida como Carola, se define como narradora visual. Su participación en la Bienal será con “Abrazos Cotidianos”, obra en la que propone una investigación documental sobre la diversidad de los lazos afectivos, que ya fuera presentada en Paysandú. Esta propuesta surgió en 2020, apenas comenzada la pandemia, y en su primera etapa dio lugar a una exposición de gigantografías al aire libre, que se instalaron en las paredes de la calle Libertad entre 18 de Julio y Florida. El proyecto tuvo su segunda etapa en 2021 y 2022, cuando la artista viajó a localidades de Tacuarembó (Valle Edén, Paso de las Carretas) y Rivera (Tranqueras, Valle del Lunarejo, Rivera Capital) para realizar distintos registros fotográficos de diversas experiencias, entre ellas la de un grupo de mujeres “totalmente diferentes entre sí”, que eligieron “vivir en la ruralidad, de manera disidente”.

“Cuando pensé en armar una selección para llevar a esta Bienal, una de las primeras cosas en las que pensé fue en la obra de Carola”, explicó Pereyra. “La conozco desde 2018, y su obra no ha dejado de crecer, tanto en producción como en calidad. A veces es difícil, dentro del campo del arte, pensar en términos como calidad, como si fuese un producto que va a certificar el Latu. Pero Carola no ha dejado de proponer una obra que nos permite reflexionar sobre nuestra contemporaneidad, sobre cómo es la vida que estamos llevando. Tiene un ojo muy atento a lo que nos está sucediendo a todos y, además, se permite interpelarnos con temas sobre los que debemos reflexionar y hablar”.

Además, esta obra “dialoga muy bien con las de las otras dos artistas seleccionadas”, destacó el curador. La elección, de acuerdo con uno de los ejes de la Bienal, también apuntó a mostrar “lo que sucede con la producción y las imágenes fuera de los centros, en esa tensión entre centro y periferia, y fuera de los modelos en los que se suele pensar la producción fotográfica. Desde los soportes que Carola elige, los lugares donde se exhiben sus obras, la gente con la que trabaja y lo que está proponiendo, siempre hay un cuestionamiento a esa idea de centro. Carola se mantiene siempre en el lugar de la periferia, le parece el lugar más interesante para trabajar”.

Desde la periferia

Cuando supo que había sido seleccionada se sorprendió mucho, dice Vázquez Gil. “Tuve como un proceso, era algo que no llegaba a creer. Creo que hasta que no esté ahí, hasta que no vea la obra montada y haga como un clic en mi cabeza, no voy a creérmelo. Estaba muy emocionada, nunca lo imaginé, justamente por esto de dónde están puestas las miradas”. Con estas últimas palabras hace referencia al relato de Julio Pereyra, quie n dice que cuando eligió el trabajo de la sanducera, otros artistas y colegas suyos se mostraron muy sorprendidos de que hubiera optado por alguien del interior. “Ahí es como que comienzo a darme cuenta del alcance que está tomando mi obra, que tiene un alcance en zonas periféricas del Uruguay, y luego internacional. Y en Montevideo tal vez todavía no es conocida, aunque está dentro de mi país. Es algo bastante irónico”, según la artista.