El fútbol a las pedradas

El fútbol profesional uruguayo está detenido por una medida sindical adoptada por los árbitros luego de haber recibido un juez de línea una agresión, una pedrada en el rostro, al término de uno de los encuentros. Afortunadamente, pero créame que solo afortunadamente, por cuestión de centímetros, las consecuencias para este deportista fueron solamente leves. Lo que es grave en cambio, es que la que quedó trunca fue la quinta fecha del torneo apertura. Cinco fechas. No había –desde la competencia– un partido en el que alguno de los equipos “se jugara la vida”, como les gusta decir a los periodistas deportivos. Al campeonato le quedan todavía diez fechas y la mitad de la que se venía jugando. El clima poco conveniente no puede justificarse por ese elemento distorsivo, debía ser apenas un partido más de la fecha, con la particularidad de que a uno de los equipos “grandes” le tocaba salir a jugar de visitante. Cabe aclarar que este episodio no se originó en la “parcialidad” de Peñarol, sino que el proyectil partió desde el sector ocupado por la afición del Racing Club de Montevideo, cuyos seguidores no son de los que se consideran problemáticos, aunque ahora tal vez cambie algo ese concepto. Incluso el principal señalado es un directivo de la institución albiverde.

Pero lo preocupante es que en estas cuatro fechas y media que lleva de disputado el torneo, en tres de ellas han ocurrido episodios serios de violencia. En la tercera la hinchada del Club Atlético Cerro arrojó un proyectil hacia uno de los líneas durante el desarrollo del encuentro en el estadio Luis Franzini y luego invadieron la cancha intentando robar banderas de los hinchas de Defensor Sporting, que también saltaron a la cancha. Se suspendió el partido y hubo sanciones para Cerro, que además de pagar una multa, su público no podría concurrir a los siguientes cinco partidos que dispute como local. En un hecho inédito, digno de quedar en los anales del fútbol mundial, sí se le mantuvo al público de Cerro el derecho a asistir a los partidos de visitante, y eso que los incidentes se produjeron mientras jugaban de visitantes. En la siguiente fecha tocaba al equipo cerrense viajar al Campeón del Siglo a enfrentar como visitante a Peñarol, cuyas hinchadas no solamente tiene una histórica enemistad, sino que además tienen serios antecedentes, como el histórico homicidio de Héctor Da Cunha, quien hace 18 años había concurrido con su esposa y su hijo a un partido entre Cerro, su club, y Peñarol, y fue asesinado mientras esperaba el ómnibus de regreso a casa. A raíz de este episodio se declaró en nuestro país al 11 de marzo, fecha en la ocurrió, como el Día Nacional de la No Violencia. Como no cabía esperar otra cosa, antes del inicio del encuentro hubo incidentes, episodios de violencia entre seguidores de los dos equipos, que si no pasaron a mayores fue por la acción de las fuerzas del orden que utilizaron métodos represivos para disuadir la confrontación. Se reportaron policías lesionados. Y en la quinta fecha se produce esta nueva agresión que lleva a que los árbitros, acertadamente, buscando nuevamente poner un poco de cordura en todo esto, detengan una vez más la competencia oficial.

Pero en este lapso de pocas semanas se han producido reuniones, declaraciones subidas de tono, reclamos, se han tejido mantos de sospecha, se han proferido descalificaciones, pero no en las redes sociales, donde a esta altura ya es lo esperable que este tipo de cosas acontezcan –y que buena parte de responsabilidad tienen en el ambiente agresivo que se genera en el entorno– sino entre directivos, entre tienen que manejar la parte política y administrativa de los clubes, en vez de encargarse de arengar y proteger, excusando a los violentos, a quienes deberían apartar del entorno de sus instituciones.

Pero tampoco podemos circunscribir la violencia solamente en el ámbito del fútbol profesional. Basta recordar cómo termino la temporada pasada aquí en Paysandú, con los incidentes entre seguidores de Bella Vista y Estudiantil luego de las finales del campeonato. Y lo que es más serio aun, por tratarse de jóvenes, la Organización del Fútbol del Interior, OFI, este año expulsó del campeonato de selecciones a cuatro equipos de la categoría Sub 17 por protagonizar violentos episodios.

En abril de 2008 fue cuando se aprobó la Ley N° 18.263, titulada, justamente, Día Nacional de la No Violencia. Es una ley muy cortita, apenas tres artículos. El primero de ellos dice “Declárase el día once de marzo de cada año ‘Día Nacional de la No Violencia’”. El segundo artículo establece que “En la fecha referida en el artículo anterior, el Poder Ejecutivo y la Administración Nacional de Educación Pública dispondrán acciones públicas orientadas a promover la reflexión y sensibilización de la ciudadanía respecto a los episodios de violencia que, en todas sus expresiones, afectan a nuestra sociedad”. El tercero, y último, agrega que “A efectos de lo dispuesto precedentemente, las autoridades públicas podrán requerir la colaboración de los medios de comunicación masiva para la difusión de los eventos que se realizaren en cumplimiento de la presente ley”.

Tal vez no sea el gran remedio, la llave de la solución a todos los males, pero qué bien nos vendría comenzar por aplicar esta ley.