Madres Unidas, grupo de apoyo a las familias con hijos adictos

Con el objetivo de brindar apoyo, hacer un seguimiento, generar un lugar de contención y un espacio de consultas para los que padecen el consumo problemático de sustancias por parte de sus hijos, nació a nivel nacional en octubre pasado el grupo Madres Unidas, el que ahora quiere abrirse paso en Paysandú.
Las referentes en la ciudad son Paula Fernández y Cristina Balderramos, quienes tienen hijos adictos en proceso de recuperación. Subrayaron que la iniciativa apunta a la mutua y autoayuda sin fines de lucro, y esperan expandirla y encontrar pronto un lugar físico en el que trabajar y “tratar a los chiquilines”. En todo Uruguay, Madres Unidas atiende a 17 familias, incluidas cuatro de Guichón. Una adicción puede ser tanto por drogas y alcohol, como por el juego, la comida, el sexo o Internet.
“Sabemos que hay muchas familias en Paysandú que están en la misma situación que nosotras. Por eso, tenemos ahora Madres Unidas Paysandú y es una ramificación de lo que se hace en otras ciudades. Se inició con madres de Montevideo. Nosotros hacemos reuniones semanales y cuando hay una familia que requiere de un Zoom, lo hacemos. Paula es la terapeuta. Es la que se encarga de hablar y la que tiene conocimiento en este tema”, explicó Cristina a EL TELEGRAFO.
Los llamados que suelen recibir son mayoritariamente de madres que buscan ayuda ante el deterioro de sus hijos, por una adicción que afecta también a la familia. Acompañan, contienen y apoyan a la familia en la búsqueda de recursos y asesoramiento a través de una red con soporte psicológico, acompañamiento terapéutico, así como en la procura de un lugar en el que el adicto pueda comenzar un tratamiento. Se trata de una red integrada por psicólogos, operadores terapéuticos, acompañantes y moderadores en adicciones. Todo, de manera voluntaria.
“En el grupo hablamos todos el mismo idioma, porque el problema es el mismo. El patrón es el mismo, lo que cambia es el envase, es la persona. Y en la familia pasa exactamente lo mismo”, acotó Paula. “Sin querer queriendo”, y mientras padecían las consecuencias de la problemática familiar, llegaron a conocer a esas madres de Montevideo, así como a otras de Canelones y Guichón. Y se sumaron. Ahora, en Paysandú “recién estamos promocionando el grupo”.
“Sabemos que hay gente que lo necesita. Solemos decir que hay que hablar de lo que duele para que duela menos”, continuó. “Hay gente que no tiene información, ni tan siquiera sabe a dónde recurrir con su hijo adicto o qué asesoramiento buscar. Nosotros nos encargamos muchas veces de brindarle asesoramiento sobre lugares a los que pueden ir. Dedicamos un montón de cosas en gestiones. Y en ese sentido, estaría bueno poder tener un espacio físico y darle mucha difusión porque sabemos que en Paysandú hay una problemática grande”.
Cristina y Paula concuerdan en que la adicción es un tema de abordar “muy complejo”. “Se dice que en la adicción no está sólo enfermo el adicto, sino también la familia. Por ende, la familia también necesita hacer un proceso”, dijeron y añadieron que a las madres se les complica aún más la situación, al volverse “codependientes” de sus hijos adictos.
“Por la imperiosa necesidad de querer controlar la vida del adicto. O sea, estás más encima. Dejamos de vivir para vivir la vida de nuestro adicto. Nos dedicamos pura y exclusivamente al control”, comentó Paula quien dejó la docencia para convertirse en terapeuta debido a la nueva realidad familiar.
“El ejemplo es: escondemos el alcohol, escondemos la llave de la puerta, le sacamos el celular, lo salimos a buscar, y lo vivís esperando. Ahí se generan fricciones, y te olvidás de tu vida y del resto de la familia. Pasás a ser codependiente”, agregó. Paula indicó que sólo el adicto puede ser “cuándo, cómo y dónde” parar con esa conducta, y decidir tomar el camino de la recuperación.
Para entonces, las familias ya se encuentran atravesando una tormenta, y cuando contactan con este tipo de grupos como el de Madres Unidas están con las últimas fuerzas. “Llegamos con lo que queda de nosotras”, aseguraron sobre ellas mismas.
“Entonces acá, nos empoderamos; nos cuesta también porque es un proceso para nosotras aceptar que nuestro hijo no es el drogado, ni el ratero, ni el pastoso, sino que padece una enfermedad mental. Eso se llama adicción”, ahondó Paula. “Pensé una vez, a mí no me va a tocar. Hasta que me tocó”.
Pese a que la iniciativa lleva el nombre de Madres Unidas, se han sumado padres, tías y tíos, hermanos y hermanas. “Nos enfocamos primero en las madres porque nos pareció que eran las que más necesitaban empoderarse. Después nos dimos cuenta que era la familia y ahora tenemos de todo en el grupo” a nivel nacional, detalló Cristina.
Hasta ahora, han tratado con personas adictas de entre 19 y 56 años, y por el momento solo han recibido hombres. Pero no por una cuestión discriminatoria. “No tenemos ninguna mujer. Pero no es porque no haya, es porque no se ha dado. Lo que sucede es que el varón busca más ayuda que la mujer. A la mujer le cuesta más. No es que no consuma, pero le cuesta más buscar ayuda y pedir auxilio”, subrayó Paula quien también es referente de la Fundación Madres del Cerro (Montevideo).

Contacto

Para comunicarse con Cristina Balderramos y Paula Fernández, referentes de Madres Unidas Paysandú, llamar al 098 600 877 o al 098 250 175.