Paysandú y su puerto: “barco parado no gana flete”

Paysandú ha gastado décadas discutiendo la reactivación del puerto y ha gastado, además, millones de dólares para tratar de justificar un disparate logístico que no tiene pies ni cabeza. Como lo anuncia la propia página web de la Administración Nacional de Puertos (ANP) en relación con el puerto sanducero, “en el marco del desarrollo de la Hidrovía del Río Uruguay, se han realizado inversiones en infraestructura y equipamiento con el fin de dotar al puerto de los elementos necesarios para la captación de cargas”. A estas supuestas virtudes de la terminal portuaria antes mencionada, la ANP agrega las siguientes: “La terminal portuaria es apta para movilizar graneles –soja, malta, azúcar, cebada cruda, entre otras– y contenedores al contar con una explanada a tales efectos. Está en condiciones de recibir barcos y barcazas con conexión desde y hacia Nueva Palmira, Fray Bentos y a terminales portuarias ubicadas en el río Paraná y de ultramar. La terminal portuaria cuenta con una grúa Liebherr en el Muelle de Cabotaje y tolva propiedad de ANP”. Para finalizar esta visión idílica (y supuestamente tentadora para las empresas que necesitan transportar mercaderías) el organismo encargado de administrar las terminales portuarias expresa que “el puerto de Paysandú ofrece condiciones para operar las 24 hs, 365 días del año, con instalación eléctrica en ambos muelles y torres de iluminación. Desde el año 2010 cuenta con una explanada para la operativa de contenedores. Esta infraestructura brinda condiciones óptimas para aportar al desarrollo de los sectores productivos y de servicios, así como también contribuir a la generación de puestos de trabajo directos e indirectos asociados al transporte fluvial y los puertos administrados por ANP”.

Ante este paradisíaco panorama que nos pinta la ANP la pregunta surge sola… ¿si el puerto de Paysandú tiene tantas ventajas (ubicación, equipamiento, etcétera) por qué no está activo? ¿Por qué su utilidad no pasa de haber sido un lindo lugar para ir a tomar mate o pasear el perro? La respuesta, como muchas verdades en la vida, puede doler, pero es necesario asumirla de una vez por todas: el puerto de Paysandú no funciona ni va a funcionar porque no tiene cargas que permitan hacerlo funcionar. Por más que el “pensamiento mágico” de algunos actores políticos y sociales tanto departamentales como nacionales traten de ocultarlo, esa es la única verdad y, como dice el refrán, “no hay más perro que el chocolate”.
En los 40 años que han transcurrido desde la recuperación de la democracia en nuestro país, Paysandú solamente ha logrado patear para adelante un final predecible, inevitable y caro: las inversiones que se han hecho no sirven para el objetivo proyectado y las esporádicas y pequeñas cargas que han llegado a ese puerto no son la confirmación de que puede operar como una alternativa confiable y real para diferentes cargas, sino todo lo contrario: no existe un flujo de carga que justifique las inversiones realizadas (un detalle poco importante para los políticos de todos los partidos, a quienes les gusta gastar el dinero y tomarse fotos sonrientes y cortando cintas de inauguración, aunque al otro día la gran mentira de las cargas prometidas nunca se cumpla). Y cada vez que la realidad nos abofeteó, buscamos una excusa para justificar el fracaso. Primero fue el dragado de Almirón, después la falta de una grúa para contenedores, que había que reforzar el centenario muelle para soportar el peso de las cargas actuales, que había que dotarlo de potencia eléctrica para la nueva función, que los galpones eran obsoletos y que había que crear una gran playa de maniobras –toda de hormigón–, que tenía que estar iluminado las 24 horas a “luz de día” para poder trabajar eficientemente. Y cuando todo eso se logró –a fuerza de decenas de millones de dólares, por cierto–, el problema volvió al río, y se procuró un nuevo dragado en el canal de Casa Blanca, mucho más caro que el primero porque era sobre fondos duros, pero que supuestamente sería “autolimpiante”. Y también se hizo… y se siguen gastando millones de dólares al año para mantener lo que supuestamente no necesitaba mantenimiento.
Se precisaba un barco; se consiguieron dos. El primero, el Provincias Unidas era un barco feeder específico para transportar contenedores hasta el puerto de Montevideo. El segundo, renombrado GF Paysandú, fue modificado para esa función. En todos los años que operaron, nunca lograron llenar las bodegas y apenas alcanzaban la carga un 50% de su capacidad, y sólo en épocas de zafra. Después no había suficiente carga como para justificar siquiera el viaje.

Respecto a graneles, siempre se dependió de Azucarlito, que apenas da para sostener unos días por mes el trabajo portuario, y en un principio la cebada de Cympay. Pero con eso no basta, y además para estas cargas no se necesita tanto puerto, ni siquiera dragado.
Pero el capricho continuó por mucho tiempo, y cada tanto renace con nuevas fuerzas. Las nuevas excusas: se necesita dragar a 23 pies; hay que retirar los cables de alta tensión que cruzan el río en San Félix; hay que intervenir el muelle para operar con barcos más grandes. La justificación: con eso podrían arribar ultramarinos, y “hay cargas” que ameritan la inversión. La realidad es muy distinta. El problema es que quienes están encaprichados con el puerto hacen mal la ecuación, cuando suman toda la producción del país al norte de río Negro y asumen que eso podría salir por Paysandú. Pero en logística lo más caro es, precisamente, el cambio de medios de transporte, los “pisos” que hay que pagar, los tiempos muertos, etcétera. Es –y seguirá siendo– más barato que un camión cargado en Tacuarembó vaya directamente a Montevideo o Nueva Palmira, a que venga a Paysandú, descargar en nuestro puerto, subirlo al barco o barcaza para llevar la carga a Nueva Palmira a 200 kilómetros aguas abajo, o a Montevideo a más de 300 kilómetros de navegación. Tacuarembó está a poco más de 300 kilómetros de Montevideo –buena parte de la ruta incluso es doble vía–, y Paysandú a 230 kilómetros. Nunca justificará la operativa sanducera. Menos aún para cargas de Rivera o Melo, como se manejó en algún momento.
Por más ventajas y profundidad que se tenga, jamás veremos un verdadero portacontenedores oceánico llegar a Paysandú. Sólo tocan puertos que mueven millones de contenedores al año, y eso es inviable para nosotros. Respecto a graneles, las razones en gran medida ya fueron expuestas en estas líneas.

Hay que ser realistas y no hacerse trampas al solitario: gestionar un puerto implica, entre otras responsabilidades, conseguir las cargas para hacerlo operar de manera justificada y eficiente. En Paysandú y la región inmediata no hay cargas suficientes para su puerto ni las habrá. No lo hubo en los últimos años y no los habrá ahora. Es una misión imposible porque el puerto es una de las grandes mentiras que los sanduceros nos venimos repitiendo año tras año, pero la realidad es bien diferente y rompe los ojos: “barco parado no gana flete”.