Como artista, militante sindical y ferviente defensor de los valores del Frente Amplio, no puedo quedarme en silencio ante la decisión del intendente Nicolás Olivera de mantener a Eugenio Pozzolo en la Dirección de Cultura por cinco años más. Esta continuidad no es solo una decisión administrativa, sino la ratificación de un modelo de derecha, que ha demostrado ser profundamente dañino para el desarrollo cultural y social de nuestra comunidad. Es un acto que revela la voluntad de perpetuar un statu quo que limita la creatividad, la participación y la emancipación de nuestro pueblo.
Desde una perspectiva de izquierda, rechazo esa gestión individual y autoritaria, que actúa sin consulta, sin transparencia y sin rumbo claro. La gestión de Pozzolo ha estado marcada por una concentración de poder en círculos cerrados, donde las voces disidentes son silenciadas, las expresiones culturales populares son relegadas y las prácticas participativas son una quimera. La cultura, que debería ser un espacio de diálogo, resistencia y transformación, ha sido convertida en un botín político, en un escenario controlado para unos pocos privilegiados, alejados de las verdaderas necesidades sociales y artísticas de Paysandú.
La gestión de Pozzolo ha mostrado un patrón autoritario, con censura, manipulación de recursos y una total falta de rendición de cuentas. La reelección refuerza estos vicios, consolidando una cultura cerrada, excluyente y desconectada de la realidad del pueblo. La cultura no puede ser un instrumento de control ni un espacio para favores políticos; debe ser un derecho social, una herramienta de emancipación y resistencia.
Es lamentable que las expresiones culturales populares, como el teatro comunitario, el carnaval y las tradiciones autóctonas, hayan sido sistemáticamente relegadas. La política cultural ha fracasado en reconocer y valorar el talento local, en escuchar a las comunidades y en promover espacios de diálogo auténtico. La cultura, en este contexto, se ha reducido a un escenario limitado, alejado de las raíces y las voces que emergen desde los sectores populares.
Reivindico una gestión que respete y garantice los derechos sociales y laborales de quienes hacen cultura en Paysandú. La cultura es un derecho colectivo, un motor de cambio social y una expresión genuina de nuestra identidad. La continuidad de Pozzolo evidencia una gestión que ha convertido la cultura en un botín de intereses políticos, en lugar de un espacio de participación, de diversidad y de transformación.
Desde el movimiento sindical, desde la comunidad artística y social, hemos expresado nuestro rechazo a este modelo. La demanda es clara: que la gestión cultural sea participativa, transparente, inclusiva y pluralista. La permanencia de Pozzolo obstaculiza esa construcción, perpetuando un modelo antidemocrático y excluyente.
Hago un llamado urgente a la comunidad: basta de gestiones que favorecen a unos pocos, que benefician a los amigos y militantes, dejando afuera a tantos artistas talentosos por diferencias ideológicas. La cultura es un bien colectivo y una herramienta de lucha. Debemos defenderla con la fuerza de nuestra voz y nuestro compromiso.
Mi compromiso y mi lucha seguirán firmes. Paysandú merece una gestión cultural que ponga a la comunidad en el centro, que garantice espacios de libertad, participación y creatividad para todas y todos. La historia cultural de nuestra región debe ser construida por quienes la aman y luchan por ella, no por quienes la mantienen en manos de intereses cortoplacistas y autoritarios.¡Por una cultura democrática, popular y emancipadora!
Tec. Pablo Miranda Ponce, Artista Nacional – Docente – Militante del Frente Amplio

