Uruguay sustentable

Dice Darwin Desbocatti, el personaje columnista en el programa No Toquen Nada, de Del Sol FM de Montevideo, que de pocas cosas gusta más el uruguayo que ver que en el exterior se habla bien del país. Y el Uruguay ha vuelto a ser noticia recientemente porque en un artículo en BBC Mundo se lo plantea como un ejemplo, un modelo a seguir en materia de sostenibilidad. Este artículo se titula “Por qué si todos viviéramos como Uruguay se frenaría la ‘estafa piramidal’ que estamos haciendo con los recursos del planeta”, y agrega a modo de subtítulo que “Uruguay tiene lecciones valiosas para el resto del mundo”, un comentario que la autora, Alejandra Martins, atribuye al ingeniero suizo Mathis Wackernagel.
A Wackernagel se le conoce por desarrollar —en la década de los ‘90— junto al canadiense William Rees, el concepto de huella ecológica, una métrica para medir el impacto de la humanidad sobre el planeta y más acá en el tiempo por dirigir Global Footprint Network —en español: Red de Huellas Globales—, un grupo internacional de expertos que crean y promueven herramientas de sustentabilidad. Este investigador y su equipo consideran que la mayoría de los males ambientales — desde la acumulación de gases de invernadero en la atmósfera hasta la deforestación y la pérdida de biodiversidad — tienen su causa principal en la sobreexplotación de los recursos naturales. “El recurso central del mundo no son las tierras raras, es la regeneración de la naturaleza porque es lo que produce comida, madera, fibra”, afirma quien considera además que la actividad humana está comprometiendo cada vez más la capacidad regenerativa del planeta. Y aquí es donde aparece este tema de Uruguay como ejemplo de una elección por transitar un camino más sustentable.

Esta huella ecológica se compone de la superficie de tierra y agua requeridas. “Por cada naranja que comes necesitas un terreno que produce cada año esa naranja”, explica. Por otro lado está la idea de la biocapacidad, que refiere a la regeneración de los ecosistemas, refiere a la capacidad de regenerar “lo que las personas demandan de esas superficies, además de absorber sus desechos”. A partir de estos datos es que se calcula cada año el Día del Sobregiro de la Tierra, que es “la fecha en que la demanda anual de la humanidad sobre la naturaleza excede lo que los ecosistemas del planeta pueden regenerar en ese año”. Se entiende que a partir de ese día el planeta entra en “déficit ecológico”, que se han consumido todos los recursos que la naturaleza es capar de regenerar en un año. En 2025 el Día del Sobregiro de la Tierra fue el 24 de julio.

De ahí en más la humanidad ha estado viviendo “de prestado”, sobre utilizando recursos y mermando la posibilidad de sostener esa riqueza para las nuevas generaciones. “El 25 de julio no se acaba el mundo, pero desde entonces estamos bajando el capital natural, sobreutilizando recursos y dejando una deuda ecológica para el futuro, más CO2 en la atmósfera, menos bosques, suelo más abusado, menos agua en los acuíferos”. Para Wackernagel utilizamos los recursos de 1,8 planetas Tierra para vivir.

Pero esto no funciona igual en todo el mundo y de hecho se ha aplicado el mismo cálculo en diferentes países empleando unos 15.000 puntos de datos de estadísticas de la ONU que permiten comparar diferentes naciones. Así las cosas, si todo el mundo viviera como en Qatar, los recursos que la Tierra es capaz de generar cada año se agotarían el 6 de febrero. En el otro extremo de la lista de más de 80 países se ubica una penillanura al sur de América del Sur. “La nación con un uso más sustentable de recursos es Uruguay. Si la población mundial viviera como en el país sudamericano, el Día de Sobregiro de la Tierra caería el 17 de diciembre”, aseguró. El investigador aclaró que hay países no incluidos por falta de datos o porque debido a que los niveles de consumo están condicionados por sus altos niveles de pobreza, caso Bangladesh. Pero ojo, que seamos un país que está haciendo las cosas mejor que el resto no quiere decir que no haya cosas que se puedan hacer mejor. Por ejemplo menciona que Uruguay “no ha descarbonizado aún sectores de su economía como el transporte, que dependen en gran medida de combustibles fósiles”, aunque es válido afirmar que “si todos vivieran como en Uruguay, el planeta entraría en déficit ecológico mucho más tarde que en la actualidad”.

El principal aspecto que destaca Wackernagel es el cambio en la matriz eléctrica a renovables y cita que pasamos de depender en un 50% de combustibles fósiles en 2008, a generar actualmente un 99,1% de la electricidad a partir de fuentes renovables.

Luego el artículo cita a Ramón Méndez, exdirector Nacional de Energía, como el arquitecto de los acuerdos multipartidarios que dieron lugar a una política pública que ambientó las transformaciones, y unas transformaciones que tuvieron una fuerte presencia, y en un rol muy activo, del sector privado. Claro que esto no estuvo exento de debates, discusiones, idas y vueltas, intercambios, quejas, correcciones necesarias, etcétera, pero sin dudar nunca del rumbo trazado.

Ahora bien, ¿es la fórmula aplicada por Uruguay la válida para todo el resto del Mundo? Por lo pronto no lo parece. Somos un país con menos población de la que debiéramos tener de acuerdo a nuestro potencial. Tal vez esto sea parte de nuestro secreto, pero los países tienen la población que tienen y no hay mucho que hacer en el corto plazo. Este tipo de cambios en la estructura social llevan décadas, se aprecian en generaciones. Y no todos los países tienen tampoco las mismas condiciones y recursos, ni las mismas circunstancias. Habría que ver si Uruguay tuviese petróleo si iba a andar fomentando las energías alternativas.

De todos modos queda otro mensaje que podríamos tomar a partir de todo esto. Si fuimos capaces de lograr tal transformación generando estos acuerdos que dieron lugar a políticas de Estado, por qué no intentamos lo mismo en materia de seguridad, en recuperación de los valores sociales que nos caracterizaron a lo largo de la historia, en vez de elegirlos como materia de discusión, de debate y de pasto electoral, siendo que por ahora todos los gobiernos han si no fracasado, por lo menos quedado lejos de las promesas que realizan.

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