
Cuando Josefina Garrasino (17) y Catalina Ligüera (16) hablan de su semana en Venado Tuerto, no se detienen en los resultados. Prefieren contar cómo resultó ser entrar a la cancha frente a rivales europeas que golpeaban la pelota cincuenta veces seguidas contra la pared, sin bajar la intensidad. “Nosotras estamos acostumbradas a peloteos de 10 o 20 golpes, ellas seguían dos horas”, describen todavía impresionadas.
Uruguay disputó la modalidad de pelota de goma femenina, la más concurrida del X Campeonato Mundial Sub 23 de Pelota, que entre el 14 y el 20 de setiembre reunió a más de 300 jugadores de 11 países en los trinquetes del Jockey Club y del Centro Empleados de Comercio de Venado Tuerto. Allí España se coronó campeona, seguida de México y Francia, mientras Argentina celebró en la rama masculina y otras potencias como, justamente, México y Francia sumaron títulos en mano individual, mano por equipos y xare. Las sanduceras se midieron en fase de grupos con Argentina, Francia y Bolivia, y luego jugaron por el quinto puesto frente a Perú. “Nunca habíamos jugado juntas, porque en la selección somos las más chicas y solemos ser suplentes. En el Mundial nos tocó entrar partidos enteros”, cuenta Josefina. “Enfrentamos a mujeres de 20 años, que entrenan de forma profesional y hasta cobran por jugar. La diferencia se nota, pero también aprendés un montón”, agrega Catalina.
Contacto con la élite
Más allá del nivel de juego, lo que las marcó fue convivir una semana con las mejores del mundo. “Hicimos amistades, cambiamos contactos. Eso sirve para que después te inviten a otros torneos”, relatan. El ambiente internacional las sorprendió: “Había campeonas europeas que ya ganaron en frontón de 50 metros y en el Torneo del Jamón en España. Es otra realidad”.
Ambas reconocen que el aspecto mental es tan desafiante como el físico. “La mente es fundamental. Si errás un tanto tenés que salir del pozo. Los nervios te juegan mucho y eso solo se mejora jugando”, dice Catalina. Josefina coincide: “Un poco de nervios está bueno, pero no podés entrar temblando. Cuantos más partidos tengas, mejor lo manejás”.
Un inicio de carrera
El viaje a Santa Fe representó el punto más alto de una preparación que llevan adelante desde hace más de un año y medio, viajando fines de semana a Montevideo para entrenar en triple horario, financiado con cantinas, rifas y venta de pollos. Ahora planean aprovechar el impulso. “Queremos llegar al próximo Mundial con 20 o 21 años, la edad justa. Este fue el comienzo”, aseguran.
Mientras tanto, el calendario inmediato las lleva de nuevo a Argentina: en octubre jugarán el Torneo Metropolitano en Buenos Aires, con fechas en Ayacucho y Gualeguaychú. “Ahí están los mejores de los mejores y nos va a dar más rodaje”, destacan, conscientes de que cada viaje lo costean ellas mismas. “La paleta no tiene sponsors; hay que remarla más que en otros deportes”.
A la edad en que la mayoría de sus amigas piensa en salidas de fin de semana, ellas priorizan entrenar. Josefina incluso dejó el básquetbol para dedicarse de lleno a la paleta. “Es sacrificio, sí, pero nos encanta. Salimos súper motivadas del Mundial, con ganas de seguir metiéndole en todo”, concluyen, convencidas de que la próxima vez que se escuche su nombre en un escenario mundialista, estarán listas para pelear mucho más que un quinto puesto.
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