Procuran diferenciar la agricultura uruguaya con una tecnología innovadora del control de plagas

Un año de trabajo de campo permite avizorar que en un futuro no muy lejano, nuestro país contará con una agricultura que se diferenciará del resto, a través del proyecto “Tecnología Innovadora de Control de Plagas en el Cultivo de Soja”, financiado por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), en el que participan Barraca Erro, la empresa francesa Bioline y el Departamento de Entomología de la Facultad de Agronomía.
Es que utilizando una avispa que parasita sus huevos logrando bajar la población de insectos y por consiguiente, los daños económicos sobre los cultivos, Uruguay puede producir soja no transgénica y diferenciarla por no tener impacto ambiental al apostar al control biológico de plagas como la lagarta (Anticarsia gemmatalis).
En Facultad de Agronomía fueron presentados este viernes los primeros resultados tras un año de trabajo de campo, con la participación del decano Jorge Urioste, el subsecretario de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Enzo Benech, el vicepresidente de la ANII, Santiago Dogiotti, el Embajador de Francia en Uruguay, Philippe Bastelica, la encargada del Área de Agentes Biológicos de la Dirección de Sanidad Agrícola, Karina Punschke, el encargado de innovación de Bioline, Pascal Maignet y el titular de Barraca Erro, Jorge Erro. El profesor titular de Entomología de Facultad de Agronomía, César Basso destacó que el proyecto tiene como objetivo generar un producto innovador que facilite la colocación en los mercados más exigentes, porque las buenas prácticas agrícolas serán garantizadas por trazabilidad.
La iniciativa sustituye la aplicación de insecticidas químicos por control biológico de plagas usando la avispa Trichogramma, originaria de Uruguay pero multiplicada en Francia. La avispa parasita los huevos de la lagarta, se alimenta de ellos y luego emerge otra avispa que continuará el ciclo. Al caer la población de lagarta en los cultivos, hay mayor producción por planta.
INGENIO
El subsecretario del MGAP, manifestó que los uruguayos “debemos poner todo nuestro ingenio en ver cómo nos diferenciamos, porque nunca vamos a competir por volumen y si no tenemos tecnología propia, no podemos esperar que nuestro vendedores nos la vendan”.
Recordó que en INIA La Estanzuela existe un programa de soja no transgénica “y esto abre diversas oportunidades de demanda”, dijo, al tiempo de valorar la importancia de que Uruguay “innove debido al tamaño que tiene nuestro país. No podemos competir en volumen”, precisó.
Enzo Benech valoró el marco legal de Uruguay que habla de coexistencia de modelos productivos y que propone la elaboración de un plan de soja no transgénica de la que no se tiene demasiada información en comparación con la soja transgénica, expresó el jerarca.
También indicó que a nivel internacional hay muchas oportunidades de desarrollo como país, y lamentó que actualmente se cuenta con un marco legal que no se ha sabido aprovechar. Sostuvo que este viernes fue “la primera vez que estamos generando algo alternativo distinto y que la gente lo puede adaptar y que funcione; habrá que ponerle números y ser competitivos, pero buen inicio tienen las cosas”.
PRODUCCIÓN DIFERENCIADA
Jorge Erro, uno de los titulares de la empresa Barraca Erro de Dolores, destacó la importancia del proyecto y afirmó que “hay futuro para la producción diferenciada y de bajo impacto ambiental”. La meta de esa soja diferenciada y con trazabilidad que garantice el bajo impacto ambiental en su producción es llegar al consumo humano directo. Hoy toda la soja que exporta Uruguay, con China como el principal comprador, tiene por destino el consumo animal.
Expresó que Barraca Erro se incorporó al proyecto en 2005 y que una de las principales misiones de la empresa ha sido conseguir destino a los productos de sus clientes.
OPTIMISMO
El encargado de innovación de la empresa francesa Bioline, Pascal Maignet, afirmó que se está en la última fase del proyecto que comenzó en 2005 y se mostró optimista en cuanto a poder producir las avispas –ahora vienen de un laboratorio francés y se liberan en el campo–, en Uruguay. Bioline es una empresa francesa de crianza de enemigos naturales con experiencia de más de 30 años en Europa. Su producto más antiguo es el Trichogramma, desarrollado para luchar contra una plaga del maíz en Francia.
Hace cinco años que Bioline trabaja en este proyecto conjunto y a finales de este año se aguarda poder iniciar el mercado de verdad en Uruguay para la plaga de la soja. Bioline pretende desarrollar una empresa local para tener las crianzas de Trichogramma aquí, ya que por el momento los productos son traídos de Francia, dijo Maignet
ES LO MEJOR
Para el embajador de Francia en Uruguay, Philippe Bastelica, el proyecto de referencia “es lo mejor que se puede esperar a nivel de cooperación entre Francia y Uruguay”, por lo que reafirmó el apoyo de la sede diplomática.
Consideró que desde el doctorado en ciencias agronómicas del señor Cesar Basso en Francia hasta las pruebas recientemente realizadas en los campos uruguayos, la complementariedad de la colaboración universitaria y científica franco-uruguaya así como la sinergia entre el sector público y privado fueron demostradas.
El embajador mencionó que la trayectoria académica y científica ha sido llevada al campo comercial a través de una relación ejemplar entre la Universidad de la República y la empresa francesa Bioline, junto con los asociados locales y la financiación de la ANII.
INNOVACIÓN
El vicepresidente de la ANII, Santiago Dogiotti, destacó lo innovador del proyecto que está en curso y reafirmaron el camino de Uruguay de apostar a la diferenciación de producto para atender los más selectos mercados. Uruguay apuesta a transitar el camino de producir alimentos con alta calidad y sanidad para 50 millones de personas.
Expresó que esta iniciativa tiene un carácter un poco extraño, ya que si bien es presentada a ANII dentro de la financiación a empresas, participan diversos actores. Es una iniciativa presentada a la agencia por Barraca Erro, que trae consigo una red de actores que le da gran solidez al proyecto y que cumple con esos requisitos que son el modelo de los procesos de innovación: articular entre distintas empresas y la academia, y las empresas para generar desarrollo innovador.
Expresó que en Uruguay uno de los problemas detectados es que no hay un sistema de suficiente interacción entre los sectores que generan el conocimiento científico: la academia y las empresas que están necesitando de ideas, de conocimientos para generar procesos más eficientes, para generar nuevos productos y explorar mercados desconocidos hasta el momento.