A la proximidad del huracán Katia, que junto con Irma y José (los otros dos huracanes activos) conforman el temible tridente del Caribe, se sumó en la noche del jueves un sismo de 8,2 de magnitud en la escala de Richter, que sacudió centro y sur de México, en tanto los pobladores del estado de Veracruz se mantienen en alerta.
En el distrito de Veracruz, que se extiende sobre una amplia franja costera del golfo de México, autoridades buscan proteger a más de un millón de personas en riesgo por Katia.
La sanducera Helen Nietto vive en México junto a su madre y su pequeña hija en una de las zonas que más sintió el movimiento telúrico. En contacto con EL TELEGRAFO, narró lo que fueron esos segundos “que parecieron horas”. “Ayer (por el jueves) a las 23.40 sonó de nuevo la alarma de terremoto. Estábamos acostadas, las camas se empezar a mover. Hubo corte de luz. Bajamos desde nuestro apartamento que está en el sexto piso hacia la calle. Fue un momento muy feo porque se movía todo, nos movíamos nosotros y los edificios también”.
“Para nosotros fue una sensación como si durara media hora, realmente muy feo de vivir”, agregó Nietto.
Sobre la experiencia vivida, la sanducera dijo que “es muy fea”. “Porque aparte de todo lo que pasa, uno sabe que está lejos de su gente, de su familia. Te entra una desesperación”. El edificio en que vive tiene un sistema hidráulico “que son como unos resortes preparados para los sismos”. “Ahora nos estamos preparando para lo que viene. Veremos qué pasa y cómo lo afrontaremos”, indicó. Al finalizar la charla, Helen pidió trasmitirle a familiares y amigos que “por ahora, estamos bien”.