Duele a Chile la ausencia del Mundial

(Por Horacio R. Brum) En una chacra del sur de Santiago, donde había construido su pequeño mundo feliz, el entrenador uruguayo Nelson Acosta se va perdiendo en la falsa paz del mal de alzheimer, que le fue diagnosticado el año pasado. El hombre, que en 1998 puso nuevamente a la selección chilena en los escenarios del fútbol mundial, bien puede ser un símbolo de la decadencia actual de la Roja, cuyos triunfos en dos copas América parecieron borrados de la memoria de sus jugadores el 10 de octubre de 2017, cuando Brasil la empujó a golazos fuera de la clasificación para Rusia 2018.
“Lo vamos a ver, porque hay que verlo, pero la sensación incómoda va a estar siempre. Una cosa es no ir por malos, merecidamente. Otra, por giles y agrandados. Imperdonable. Permiso, me voy a patear un tarro a la calle mojada”. En su columna del diario La Tercera, Cristóbal Guarello, uno de los comentaristas deportivos más importantes del país, resumió con esas palabras el estado de ánimo nacional por no haber podido llegar a Rusia.
Si la televisión puede tomarse como referencia del interés de las masas, los principales canales chilenos están dedicando poco esfuerzo a lo que sucede en el reino republicano de Vladimir Putin: solamente designaron tres enviados especiales y la cobertura principal se hace desde el país, con un paquete de 32 partidos de los 64 que incluye el torneo.
En cuanto al comercio, las tiendas de departamentos y de artículos de deportes han vendido en los últimos meses un 50% menos de camisetas de la selección nacional que cuando aún había esperanzas de superar las eliminatorias para la Copa FIFA. No obstante, la pelota oficial se sigue vendiendo bien, a unos 90 dólares, al igual que los televisores de hasta 4.500 dólares.
En los restaurantes y las agencias de viajes se nota más la ausencia de Chile en Rusia. Un pasaje a Moscú cuesta aproximadamente tres veces y media el sueldo promedio (que no llega a los 900 dólares mensuales). Según la agencia Mundo Tour, especializada en viajes a campeonatos deportivos, las ventas se redujeron a la mitad con la eliminación de la Roja.
Además, no se ven ahora los globos con los colores del pabellón nacional ni la parafernalia futbolera que exhibían los locales gastronómicos de todo tipo y calidad para cada partido de la selección. Solamente los extranjeros de los países que siguen en el Mundial ponen alguna animación en esos lugares cuando se transmiten por televisión los partidos de los suyos.
La frustración colectiva por no estar en Rusia va más allá de lo deportivo, de acuerdo con la opinión de algunos intelectuales. Para Cristián Doña, del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la universidad Diego Portales, durante mucho tiempo se ha construido en Chile la imagen patriotera de ser “la mejor economía de la región, el país más seguro, menos corrupto, etcétera. A todos esos éxitos que nos hacían ser ‘el país líder’ de la región, le faltaba lo deportivo”.
Con la obtención de las copas América, se reforzó la soberbia nacionalista porque, sostiene Diego Vilches, autor del libro “Del Chile de los triunfos morales al Chile país ganador”, “en el Chile neoliberal, en que más que compatriotas, los chilenos compiten entre sí, la selección es uno de los pocos espacios en que nos sentimos chilenos”. Por ello, la eliminación del Mundial hirió profundamente la imagen de “campeones y ganadores”, según este historiador.
Esa herida ha rezumado algo de celos y envidia por los equipos latinoamericanos que siguen triunfando en Rusia. Cuando Argentina perdió frente a Croacia, hubo gritos de alegría en las oficinas y bocinazos en las calles. Muchos chilenos son descendientes de croatas, desde los multimillonarios Luksic hasta los izquierdistas diputados Boric y Mirosevic, surgidos del movimiento estudiantil, pero como lo hizo notar un columnista del diario El Mercurio, la alegría no era por la victoria croata, sino por la derrota de Argentina.
Antes del partido Argentina-Nigeria, un senador de la república –de la alianza gobernante– pronosticó por las redes sociales la eliminación del equipo rioplatense y, de paso, se burló de los peruanos, con este mensaje: “Amigos peruanos y argentinos, no es tan terrible ver un Mundial desde la TV. Adiós”. La supuesta descompensación de Maradona durante ese encuentro tuvo en los diarios titulares más grandes que la clasificación argentina, además de provocar las especulaciones sobre la posibilidad de que estuviese borracho o drogado.
Uruguay no ha recibido el mismo tratamiento, si bien es cierto que nadie lo menciona como un candidato a campeón del mundo. Tal vez por la lejanía geográfica y por no compartir circunstancias históricas que exciten los nacionalismos, la imagen de los uruguayos en Chile es muy positiva.
Se nos tiene por un pueblo culto y tranquilo, y la Celeste, además de varios comentarios favorables, recibió hace unos días este homenaje del diario La Tercera, el de mayor circulación nacional, a la figura del Maestro Tabárez: “Óscar Washington Tabárez es toda una institución en Uruguay. Es más, su figura es tan grande que incluso trasciende las fronteras de su país natal y se expande a toda Sudamérica como un ejemplo a seguir para muchos técnicos”.