Solicitada

¡Cómo se nota que la plata no es de ellos!
Se supone que cuando la Intendencia invierte en obras, estas deben ser de calidad y durar muchos años; ya que, después de todo, están hechas nada más y nada menos que con el dinero de todos nosotros, los contribuyentes.
¿Cuándo será el día en que el actual Departamento de Obras y, en especial, vialidad, entienda eso?
Veamos un ejemplo concreto. La intersección de las calles Setembrino Pereda y Sarandí.
En el lugar podemos apreciar que, tanto en el lateral de ingreso a la calzada de calle Sarandí, como en el posterior, al retomar la circulación por calle Setembrino, la carpeta asfáltica está levantada sobre los adoquines de pierda originales alrededor de unos cinco o siete centímetros, o incluso más, sobre la altura del hormigón existente en calle Setembrino. El resultado hace que cuando se circula, sobre todo al tener luz verde del semáforo allí colocado, se deba tener especial atención a qué parte de la calzada utilizar para evitar daños al vehículo, ya que de ir a más de 15 Km/h el salto y el golpe son bastantes fuertes. El único intento para disimular este corte ha sido la aplicación de una faja de tosca que se ha lavado progresivamente con las copiosas lluvias que se han registrado en las últimas semanas, haciendo aún más pronunciada la diferencia de altura. No soy ingeniero civil, pero me suena a que construir o reparar una calle y dejarla en condiciones de ser transitable, no puede ser tan difícil.
De lo que sí estoy seguro es de que el Departamento de jurídica de la intendencia debe de estar muy feliz de que casi la totalidad de los jueces en nuestro país piensen que la responsabilidad del Estado es de carácter subjetivo y no objetivo; porque de lo contrario le estarían lloviendo demandas por cada amortiguador, tren delantero y cubierta que se rompe a causa de los innumerables cráteres que adornan nuestra ciudad. Aunque quizá algún día esto pueda llegar a cambiar. Quizá sea esa la única manera de tener calles y avenidas como se supone que deben ser.
Pero volviendo al caso que nos ocupa, debemos decir que la dirección de obras de la intendencia ha dilapidado los fondos públicos, en un claro ejemplo más de la pésima gestión de la actual administración y que solamente da como resultado el daño a los automóviles y motos que circulen por la mencionada intersección, el malgasto de dineros públicos y de tiempo, además de agregar la imperiosa necesidad de volver a romper, para arreglar lo mal hecho. Si piensan que exagero, invito a cualquiera de los lectores a circular por donde he señalado; verlo con sus propios ojos y sentirlo con sus propios amortiguadores.
Agustín Silva Caccia