Centro Cultural Alfredo Gobbi, un reconocimiento ineludible

Desde hace años diversos sectores de la sociedad, investigadores e incluso autoridades han realizado esfuerzos para recuperar la memoria e incluso bienes de Alfredo Eusebio Gobbi, el sanducero que llevó el tango a París a comienzos del siglo XX, ni más ni menos que la música más moderna y popular de la época, cruzando el Atlántico y obteniendo gran suceso.
El 4 de julio de 1989 EL TELEGRAFO informó que el entonces intendente Walter Belvisi había firmado la resolución 2535/89 para la expropiación del padrón 2.735 de Carlos Albo 637 e Ituzaingó, casa de la familia Gobbi. La intención de Belvisi era convertir el lugar en el Museo Gobbi. Terminó su período de gobierno, vinieron los dos de Larrañaga y los siguientes y del tema no se volvió a escuchar, aun cuando la resolución debió seguir su camino, excepto que fuera revocada por otra, lo que –hasta donde se sabe– nunca ocurrió.
Años después, Rubens Stagno, también en EL TELEGRAFO, informó que “en el 2002, se inició un expediente ante la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación, para que (la casa) sea declarada Monumento Histórico Nacional, en apoyo a un grupo de ciudadanos sanduceros que se proponían instalar un Museo del Tango. Sin embargo el informe –que contó con el visto bueno de la Dirección de Arquitectura de la Comisión Nacional– fue rechazado por sus autoridades, poco dispuestas a reconocer los valores patrimoniales locales, fuera de la metrópolis”.
En estos días, mientras sigue como una gran deuda la recuperación de la casa de Gobbi, el intendente Guillermo Caraballo hizo un anuncio que sacudió los cimientos de la cultura sanducera, que genera un autentico y gran reconocimiento a la figura, talento y obra del sanducero que incansablemente viajó por el mundo siendo siempre reconocido como “el sanducero Gobbi”.
Anunció a EL TELEGRAFO que el hasta ahora proyectado como Centro Cultural Astor se llamará en realidad Centro Cultural Alfredo Gobbi. Con este anuncio, la acción del mandatario sanducero se equipara a aquella liderada por Juan C. Scheweizer y Carlos A. Guidali, representantes de la empresa propietaria y administradora del en 1921 teatro Progreso, cuando decidieron otorgarle el mucho más apropiado nombre de Florencio Sánchez.
Nadie duda hoy de la pertinencia del cambio de nombre entonces; nadie dudará del acierto del intendente Caraballo tampoco. Reconocer lo que representa Gobbi –un artista nato, autodidacta, creativo– dándole por fin su nombre a un espacio de la ciudad, donde nunca se lo consideró para una calle o ningún otro lugar público, es un acto de coraje y de estricta justicia.
De coraje porque probablemente surjan voces reclamando patrimonio en el nombre del Astor, preinaugurado el 17 de octubre de 1939, según el investigador Andrés Oberti Rual, y que debe su nombre –dice la misma fuente– a que en junio de 1937 se había inaugurado en Montevideo una enorme sala a la que se le puso Astor.
El que fuera el tercer cine de Paysandú, después del Florencio Sánchez y el 18 de Julio (construido en el mismo lugar donde Gobbi tuvo su café cantante durante la Primera Guerra Mundial, retornado de Europa), no tiene un nombre patrimonial para Paysandú. De hecho Astor refiere a la familia Astor, multimillonaria con intereses económicos y políticos, especialmente en Estados Unidos y el Reino Unido durante los siglos XIX y XX, uno de cuyos miembros murió en la tragedia del Titanic, John Jacob Astor IV.
De estricta justicia porque Alfredo Eusebio Gobbi fue un artista completo, que brilló en el circo –el gran entretenimiento de entonces–, nada menos que en el de los Hermanos Podestá; porque viajó por América y Europa incansablemente llevando a la canción criolla y al tango de un lado para otro en su bagaje; porque hizo que París escuchara y bailara el tango –fue Gobbi, no un argentino ni porteño que lo hizo, paso fundamental para transformar al tango en música universal–; porque fue un prolífico compositor. Y porque hasta incluso incursionó en el cine, como en “Loco lindo”, junto al gran Luis Sandrini.
De todas maneras, no hace muchos años el lugar estuvo a punto de perder el nombre de “Astor”, cuando la Administración Bentos consideró al “Astor” como un espacio alternativo para el Museo de Música Étnica de Carlos Blanco Fadol, inicialmente previsto para el mismo edificio en que se encuentra el Museo Histórico. Museo nunca concretado, dicho sea de paso.
La casualidad también juega a favor, porque el viejo cartel que dice “Astor” bien puede reformularse, manteniendo el mismo estilo con la palabra “Gobbi”, desde que los dos nombres tienen cinco letras, y colocarlo en el mismo lugar. Seguramente no habrá tiempo suficiente para hacer esta transformación antes de fines de junio o comienzos de julio, cuando está prevista la inauguración de este espacio cultural, pero bien puede ser una etapa posterior.
Paysandú sabe de reconocer a grandes figuras en sus salas. El principal coliseo lleva el nombre del autor de las siempre vigentes Barranca Abajo y M’hijo el dotor; la construida por los quijotes de ARAS el de Carlos Brussa, el romántico comediante que llevó el teatro por cada rincón del país durante dos décadas y que después, acorralado por la radio, fue de los primeros en incorporarse a la producción de radioteatros.
Paysandú tiene entre sus debes un reconocimiento serio y profundo a Alfredo Gobbi, quien siendo muy joven y trabajando como albañil a las órdenes de su padre tras ser reprendido por este “se tiró al suelo desde el andamio y se fue de la obra”, juntó sus petates y se presentó en el circo de los Hermanos Podestá-Scotti ubicado en las hoy Leandro Gómez y Setembrino Pereda. Esa anécdota narrada por Gilberto Azzato en 1997 en la Junta Departamental y recogida en EL TELEGRAFO por Rubens Stagno, fue la chispa que inició su trayectoria sin par.
Asimismo, un grupo de jóvenes carnavaleros le tributa homenaje con el nombre de la murga, “Aura que ronca la vieja”, uno de los tangos compuestos por Gobbi.
Ahora el intendente Guillermo Caraballo es quien determina el gran homenaje de la comunidad sanducera a uno de sus hijos dilectos, aunque no realmente reconocido hasta esta decisión. El apoyo está implícito porque desde hace muchos años considera y pide un homenaje a Alfredo Eusebio Gobbi. Qué mejor que dedicarle una sala recuperada para la cultura desde una mirada multimodal. Centro Cultural Gobbi. ¡Qué bien suena!