En el día de hoy se celebra en Uruguay el “Día del libro”, por ser el aniversario de la apertura pública de la Biblioteca Nacional, cuya creación fue propuesta al Cabildo de Montevideo, en un proyecto presentado el 4 de agosto de 1815 por el Presbítero Dámaso Antonio Larrañaga. El interés de Larrañaga por la fundación de esa institución no fue casual ni antojadizo, ya que previamente había cumplido funciones como Sub-Director de la Biblioteca Pública de la ciudad de Buenos. Según Larrañaga esta iniciativa buscaba que a ella pudieran concurrir “nuestros jóvenes y todos los que deseen saber”. La propuesta de Larrañaga fue aprobada por José Artigas, Jefe de los Orientales, en los siguientes términos: “…yo jamás dejaría de poner el sello de mi aprobación a cualquier obra que en su objetivo llevase esculpido el título de la pública felicidad. Conozco las ventajas de una biblioteca pública y espero que V.S. cooperará con el esfuerzo e influjo a perfeccionarla coadyuvando los heroicos esfuerzos de tan virtuosos ciudadano…”
Como lo explica la propia Biblioteca Nacional en su página web: “Un aporte interesante para dotar de libros a la nueva biblioteca, llegó a través del legado del presbítero José Manuel Pérez Castellano, ilustre ciudadano fallecido el 5 de setiembre de 1815, quien legó un importante acervo bibliográfico. A esta donación se sumaron los libros aportados por José Raimundo Guerra, los padres franciscanos y el donativo del propio Larrañaga quien ya poseía en aquella época una vasta colección. La primera Biblioteca Pública fue instalada en los altos del fuerte de Montevideo, actual Plaza Zabala. El presbítero Larrañaga en su carácter de director de la misma designado por Artigas, pronunció la “Oración Inaugural”, donde expresó: “Una biblioteca no es otra cosa que un domicilio o ilustre asamblea en que se reúnen, como de asiento, todos los más sublimes ingenios del orbe literario o por mejor decir, el foco en que se reconcentran las luces más brillantes que se han esparcido por los sabios de todos los países y de todos los tiempos. Estas luces son las que el ilustrado y el Gobierno vienen a hacer comunes a sus conciudadanos”. Artigas, sensible a la repercusión pública del hecho, dispuso que el 30 de mayo el santo y seña de su ejército en Purificación fuera: “Sean los orientales tan ilustrados como valientes”.
A pesar de que han trascurrido más de 200 años desde la fundación de la Biblioteca Nacional, los libros reclaman, con renovada fuerza, su lugar como vehículo del conocimiento y despertador inveterado de la imaginación humana; sus páginas guardan una doble condición que los ennoblece: por un lado son el refugio para el descanso esperado, la recreación merecida o la necesidad de conocer y conocerse mejor, pero por otro lado son un desafío permanente a la imaginación que nos obliga a completar con imágenes de rostros, lugares o ropajes aquellos que el escritor insinúa con pudor, pero también demostrando habilidad en su oficio. Algo parecido a lo que sucedía con los viejos radioteatros, cuyos impacientes y fieles oyentes imaginaban a su gusto la apariencia de cada uno de los personajes de una obra, para descubrir luego, con sorpresa, que la imagen de los personajes tenía tantas versiones como personas que escuchaban esas obras. En efecto, como lo ha manifestado el Sistema Integral de Bibliotecas de México: “La lectura es una herramienta extraordinaria de trabajo intelectual ya que pone en acción a la mente y agiliza la inteligencia. Además aumenta nuestra cultura, proporciona información, conocimientos y exige una participación activa, una actitud dinámica que transportará al lector a ser protagonista de su propia lectura, y no dejarlo actuar sujeto paciente. Es necesario, fomentar nuestra costumbre por la lectura día a día, ya que por medio de esta, accederemos además a poseer buena escritura, y por ende a expresar mejor nuestras ideas, proyectos, pensamientos y argumentos a la hora de manifestar nuestras inquietudes”.
Tal como ha señalado el escritor italiano Umberto Eco (1931-2016), “el que no lee, a los 70 años habrá vivido una sola vida. Quien lee, habrá vivido 5.000 años” porque “la lectura es una inmortalidad hacia atrás”. Ampliando ese concepto, Eco ha expresado que “Leer alarga la vida. Quien no lee tiene una sola vida y, se los aseguro, es poquísimo. En cambio nosotros, cuando muramos, nos recordaremos haber atravesado el Rubicón con César, combatido en Waterloo con Napoleón, viajado con Gulliver y encontrado a gigantes y enanos. Una pequeña compensación por la falta de inmortalidad”. El mensaje de Eco no ha caído en saco vacío y prueba de ello es que, una vez adquirida la aconsejable costumbre de leer, quien se aventura en esa tarea aprende y comprende sobre nuevas tierras, nuevas gentes y nuevas costumbres, ampliando sus horizontes y combatiendo no sólo su propia ignorancia, sino también lacras que lamentablemente la Humanidad aún exhibe: la intolerancia, el racismo y la xenofobia, entre otras. La lectura se transforma de esa forma en un poderoso anticuerpo contra quienes promueven la división de los seres humanos en base a criterios que merecen, en sí mismos, la más severa condena. La sexta edición de la Feria del Libro celebrada recientemente en nuestra ciudad la cual convocó a más de 10.000 habitantes habla a las claras del interés por la lectura y de cuanto podemos impulsando el desarrollo de una práctica que trasciende generaciones y une a niños, jóvenes, adultos y adultos mayores dispuestos a dejarse sorprender por la lectura.
Contrariamente a lo que puede suponerse a simple vista, la tecnología es una herramienta de mucha utilidad para captar nuevos lectores y mantenerlos, tal como sostiene un informe de la Organización de las Naciones para la Educación, la Ciencia y la Cultura titulado “La lectura en la era móvil” el cual señala que: “Existe hoy cierto avance en el reconocimiento de que la Cultura representa, además de elementos espirituales, estéticos y morales que nos caracterizan por su contenido simbólico, también un recurso económico y, como tal, productivo. Dentro de este panorama, la lectura representa un factor de desarrollo humano, creativo y cultural, ya que es un pilar de desarrollo económico integral. (…) La distribución de esos beneficios depende primordialmente de la posibilidad de acceso a contenidos que, a su vez, son resultado de la diversidad que provee el mercado de libros digitales y físicos. Efectivamente, a raíz de los recientes avances tecnológicos, los medios de acceso se han diversificado y multiplicado, dejando atrás la exclusividad de la lectura física o de papel para ahora incorporar a la lectura digital. A partir de esta dinámica, se provoca una transformación en los patrones de consumo de contenidos, respondiendo a la adopción de diversos dispositivos como lectores de libros electrónicos, tabletas, smartphones y computadoras, más los dispositivos y plataformas tecnológicas de apropiación de contenidos que se sigan desarrollando. Por ende, los esfuerzos realizados para masificar la lectura y sus consecuentes beneficios, deben de considerar el efecto distributivo que poseen las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC)”.
Así las cosas, no existe mejor forma de festejar este Día del Libro que cultivando en quienes nos rodean y en nosotros mismos el arte de la lectura. El lugar y el momento para hacerlo es aquí y ahora, ya que, en palabras de Cervantes “en algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia”.
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