“Quienes vivimos del rubro vendemos miel porque debemos seguir trabajando”, sostienen apicultores

“El que vive de la colmena la saca, porque está a la espera de algún negocio”, dijo a EL TELEGRAFO el apicultor Dardo Cima. “Y sea cual sea el precio hay que venderla, porque se debe continuar trabajando”, sostiene quien representa a un grupo de 15 productores que producen miel orgánica.
Subrayó que “si nosotros mismos decimos que nuestras mieles son las más contaminadas o estamos todos contaminados, que no es lo cierto –porque son entre el 25 y 30 por ciento que lo están– nos estamos perjudicando entre nosotros”, expresó ante recientes declaraciones que indican que hay 3.800 toneladas de miel sin ser comercializadas, buena parte de ella por estar contaminadas con glifosato.
Más allá de reconocer que “estamos en una situación delicada”, reitera que “hay entre un 25 y 30 por ciento de mieles con glifosato que cuesta sacarlas”, pero también “hay mieles como la de montes y eucaliptos en donde no se detecta el glifosato y también están complicadas para comercializarlas. El principal problema de esas mieles es que nuestros nichos están inundados de miel adulterada de China, por lo que la competencia es desleal y nuestro producto no tiene salida”, dijo.
Señaló el productor sanducero que “U$S 1,10 o U$S 1,20 no es un precio que haga rentable el negocio”. Y aclaró que el costo productivo “es de U$S 2 como mínimo, y ese precio no lo tenemos”.
Las mieles que han logrado ser vendidas, “entre U$S 1,70 y U$S 1,90, es de mieles sin glifosato que se han logrado colocar, pero hoy no se puede porque el mercado está inundado de esas mieles adulteradas”. Cima explica que “ese grado de contaminación, que oscila entre 70 y 100 ppb –la Unión Europea permite 50 ppb–, es como decir que en 15.000 kilos hay una gota de glifosato. Esto es netamente de mercado y comercial. Acá hay que decirlo claramente: existen adulteraciones de mieles que no nos dejan entrar a los nichos que teníamos como principales mercados”. Y consideró que si la miel no se vende, “quienes vivimos de la apicultura no podremos seguir en el rubro”.

MIEL ORGÁNICA
Cima, quien representa a un grupo de 15 productores en Paysandú que “comercializamos en conjunto y estamos en una certificación orgánica, hemos logrado sacar la miel –aproximadamente un 60% de la producción–, en torno a U$S 1,80 y U$S 1,70”.
Explicó que lo orgánico refiere a dónde se ubica la colmena y el manejo diferencial que se realiza. Además, indicó que entre setiembre y noviembre “trabajamos con las colmenas en los montes, con una miel que no genera ni residuo, ni contaminación. Esa miel se analiza como cualquier otra, y los parámetros están dando para venderla como orgánica, al igual que el eucalipto”.
Pero aclaró que hay un trabajo previo del apicultor, que se refiere a las curas. “Se cura con orgánico, se estampa la misma cera producida por la abeja, que son ceras de opérculo, y un manejo diferencial del apicultor”.
“Sabemos que cuando hay colmenas radicadas cerca de las praderas hay que limpiarles los mielarios y llevarla al eucalipto el día posterior al que se hace ese trabajo”, sostiene el apicultor sanducero. “La cámara de cría no se toca, puede traer mieles de la floración anterior, y sabemos que los mielarios están limpios”, puntualizando que todo eso “se analiza”.

MEDIDAS
“Desde el año pasado que pedimos una resilencia (subsidio de 10 a 12 dólares por colmena), que significa que requerimos de una ayuda cuando la miel vale menos de US 2”, explicó el apicultor. Entiende que las decisiones desde el gobierno “están muy lentas respecto a los pedidos que hemos realizado”. Uno de ellos tiene que ver con los problemas de fumigación”, dijo.
“Vamos a la convivencia con el agricultor, pero pasa que cuando nos matan 50, 70 o más colmenas y vamos a pedir el análisis, se demora mucho, 10 o 15 días y después pasa una lluvia, y el problema es que la respuesta no es inmediata”. Aseveró que “los tiempos para nosotros son muy importantes; con la crisis que estamos, no tenemos respuesta y no somos apoyados desde el gobierno”, subrayó.
ABEJA NECESARIA
“Todos precisan de la abeja”, reafirmó Cima. “Desde la agricultura, pasando por la producción de frutales, incluso hay quienes nos contratan para que seamos sus polinizadores, pero vemos que ante los problemas, las respuestas del gobierno no son inmediatas”.
Señaló que “éramos 3.200 apicultores y hoy estamos en 2.500 aproximadamente. Algunos dejan porque cumplieron su edad como apicultor, y otros porque los obliga la situación. Necesitamos una institución apícola como la tiene la lechería o la ganadería, en donde realmente se hagan cosas por la apicultura”.

VISIÓN DE UN EXPORTADOR
“La coyuntura actual no es la más favorable de los últimos años”, sostuvo a EL TELEGRAFO el exportador Alejandro Evia, considerando que “se han sumado una serie de factores que hacen muy difícil la tarea de los apicultores”.
El director de la empresa NéctarBee, quien hace 25 años está en el sector exportador de las mieles uruguayas, dijo que “he visto subidas y bajadas del mercado, y hay factores externos e internos que determinan esta situación”. Se refirió a “un factor interno que tiene que ver con la calidad de la miel de Uruguay. Pero el que manda es el factor de la demanda, de la exportación y está bastante quieta por una sobreoferta, básicamente cubierta de un 30 a 40 por ciento de las necesidades con mieles adulteradas de Asia, y eso complica a cualquier escenario posible”.
Expresa que “se está tratando de frenar esas adulteraciones de miel, y que el mercado empiece a reconocer lo que es una miel adulterada, y volver a lo que ha sido siempre. Hoy las estadísticas indican que el consumo de miel en el mundo está aumentando, que la cantidad de colmenas en Estados Unidos y Europa han bajado, y eso debería generar una demanda adicional”.
Y aclaró que “eso no existe porque está siendo ocupada por mieles adulteradas a un bajo precio, que ni siquiera le permite producir miel a un apicultor”. El exportador precisó que “tenemos una certificación orgánica y hemos exportado mucha miel orgánica a Alemania, que es el mercado más demandante en cuanto a calidad y exigencias”.

UNA UTOPÍA
Respecto a la situación sanitaria en nuestro país, indicó que “si pretendemos que el glifosato se elimine de la noche a la mañana, es una utopía. Debemos aprender a convivir y trabajar con el ministerio, las autoridades y los productores, de una manera que la convivencia sea saludable para todos”.
“Yo digo: Argentina y Brasil, los principales productores de soja del mundo ¿no tienen glifosato? Nadie habla de glifosato en esos países, y creo que nos estamos perjudicando nosotros mismos con este tema. Sin dudas es un problema, pero hay mercados que ya no quieren hablar con nosotros porque dicen que Uruguay está contaminado”, subrayó.
“Estamos dando una imagen que no es tal, y puedo asegurar que si en unos años deja de hablarse de miel adulterada, nunca más vamos a hablar de glifosato en la miel, porque la demanda será tan grande que consumirán la miel como la hicieron toda la vida”.