Emprendedores, para sustentar la economía

Cuando ya se ha ingresado de lleno en la vorágine preelectoral, y por lo tanto cada planteo o reclamo se decodifica en este modo y en cuánto afecta en más o en menos a los actores del gobierno o de la oposición, igual debe tenerse presente que no puede perderse de vista lo importante y lo duradero más allá de la coyuntural.
Y en el Uruguay, con gobiernos de izquierda, de derecha o de centro, el crecimiento con desarrollo va a partir siempre de la actividad privada, mientras el papel del Estado debe ser fundamentalmente el de catalizador de la inversión –algo así como hizo el actual gobierno con el proyecto de UPM Botnia, pero sin perder el equilibrio ni establecer privilegios en las reglas de juego en desmedro de los ya establecidos– porque es la única creadora de riqueza genuina. En cambio, el Estado metido a empresario, como ha quedado harto comprobado, es generador de burocracia, de ineficiencia y de incorporar mayores costos en desmedro del consumo y de los actores de la economía.
Periódicamente con relación a esta problemática se realiza la denominada Semana Emprendedora Global, durante la cual más de una treintena de organizaciones del ecosistema emprendedor en Uruguay llevan a cabo una serie de actividades que apuntan a promover la figura emprendedora, la que si bien es un concepto abstracto en sí, tiene connotaciones muy profundas y es de fundamental importancia en el entramado de la economía, sobre todo a esta altura del tercer milenio.
Entre otras acciones, este evento contempla conferencias que apuntan a difundir la acción emprendedora, incluyendo la posibilidad de recibir formación con capacitaciones, además de realizarse reuniones after office, charlas inspiradoras, cierres de programas educativos, talleres sobre cómo conseguir financiación, actividades para emprendedores tecnológicos, eventos de fomento de la cultura emprendedora femenina, festivales de innovación, paneles sobre educación, olimpíadas de emprendimientos, talleres para adultos mayores sobre estrategias para hacer crecer el emprendimiento, entre otras acciones.
Desde la organización Endeavor se ha indicado que hay indicios positivos en el marco de esta problemática en nuestro medio, al evaluar que se ha constatado un crecimiento del ecosistema emprendedor no solo en Montevideo sino también en el resto del país, y explica que en Paysandú se cuenta con el apoyo de la Agencia de Desarrollo y el Centro de Emprendedores y Empresas.
Es notorio que en una economía como la uruguaya, que desde hace ya tiempo está en desaceleración tras una década en la que había reinado viento favorable en el concierto internacional, la dinámica emprendedora es vital para cambiar la pisada, y sobre todo contribuir a revertir un proceso negativo que entre otros aspectos involucró que el gobierno aumentara el gasto aún más que los ingresos extra por la bonanza propiciada por el entorno favorable.
En este contexto, el actor privado, el emprendedor, debe reconvertirse a la realidad o desaparecer, cuando ya tiene un emprendimiento en marcha y debe actuar de acuerdo a las circunstancias, porque puede esperar muy poco y nada del Estado, y debe apuntar a una orientación previsora y en lo posible lograr identificar nichos en que las coyunturas complicadas resulten en oportunidades, si se tiene la visión y naturalmente elementos para aprovecharlo.
No es fácil en el Uruguay de hoy, naturalmente, en el que los costos se han exacerbado y a la vez el mercado presenta un consumo estancado o en retroceso, y quien se arriesga a emprender debe aportar conocimiento, visión y recursos. Es que emprender significa el conjugar visión para las oportunidades y afrontar los riesgos, detectar la ecuación de la posibilidad pero evaluando costo-beneficio. Además, sopesar el impacto que le significa el costo país, las cargas fiscales y salarios muchas veces desproporcionados respecto a la capacidad de respuesta de la firma a partir de determinada envergadura de actividad, en un mercado pesado.
Para el emprendedor que empieza, esta inquietud conlleva acceso a instrumentos que le permitan valerse por sus propios medios, en un mundo empresarial en el que nadie regala nada, naturalmente, porque hay porciones de mercado que parecen inamovibles como para intentar algo viable en el mundo de los bienes y servicios.
Ocurre que el privado con sus inquietudes y dinámica igualmente se las ingenia para hacerse un lugar, pagando indefectiblemente derecho de piso y con un período de gracia para poder crecer y formalizarse como empresa, cuando el período inicial aparece con un mar de dificultades. Lamentablemente, ya desde el vamos tiene el contrapeso del Estado, que es un muy mal empresario, gestiona mal los recursos, crea burocracia y sobrecostos, y hace recaer sobre las espaldas de todos los uruguayos –sean sus clientes o no– esta lógica perversa que ata las manos de quien desarrolla cualquier actividad.
Por lo demás, por más cultura emprendedora que se tenga, hay escenarios diferentes y limitaciones, a partir de la premisa de que emprender no es hacer cualquier cosa para ver que pasa, naturalmente, sino que más allá de las capacidades y oportunidades identificadas para un emprendimiento de riesgo, se debe pasar a concretar un plan de negocios, que entre otros aspectos requiere no basarse en supuestos de un escenario ideal, sino de tener sueños pero asumir los riesgos y los caminos posibles que no echen a pique el negocio.
El plan de negocios, los instrumentos, la capacitación, la oportunidad, son claves a la hora de buscar apoyo económico para los emprendedores decididos a abrirse paso por su cuenta, con ideas y actitud pero a la vez con una base de apoyo a través del know how, conocimiento del ramo y por lo menos un pequeño capital para sostener cierto modelo de negocios en el marco de una aventura que entre sus riesgos implica nada menos que perder todo lo que se tiene, llegado el caso.
Por cierto que contar con emprendedores es un objetivo prioritario en cualquier país, y mucho más en el Uruguay, donde popularmente sigue vigente en gran medida el ideal de la cultura del empleo público de por vida, con sueldos por encima del promedio, seguros y condiciones de trabajo muy benignas, incluyendo la inamovilidad.
Lamentablemente, y sobre todo en coyunturas de estancamiento económico como la actual, nuestros emprendedores siguen luchando contra la insuficiencia en instrumentos de apoyo. Ello pese a que esta actitud de iniciativa, de lanzarse en la aventura personal o familiar con esfuerzo y perseverancia, debería promoverla el Estado, porque es de interés de todo gobierno que se precie de tal, instrumentar mejores políticas públicas de estímulo y formación de emprendedores, para sostén del entramado socioeconómico y aspirar a un futuro mejor.
Es de esperar que el próximo gobierno, del signo que sea, haga hincapié en este aspecto y esté decidido a llevarlo adelante, para encaminarnos hacia la cada vez más necesaria sustentabilidad de la economía.