Un fracaso rotundo

Por si quedaba alguna duda de la decadencia de nuestra educación, el informe divulgado el jueves por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) ahonda en ese sentido. Sus resultados que reflejan una gran inequidad, a decir del directivo del organismo, Pablo Cayota, “hieren la sensibilidad republicana”. No hay mejoras y la sensación es que poco se hace para revertir la situación, por más que los jerarcas de la educación quieran hacer creer otra cosa.
El reporte es lapidario y da vergüenza: Uruguay es uno de los peores países de América Latina en cuanto a egresos en educación media y se encuentra muy por debajo del promedio regional. Solo cuatro de cada diez jóvenes terminan el liceo.
El Ineed consigna que en este punto existe un estancamiento pese a que ha sido el período en que más se invirtió, punto que deja a las claras que no siempre tener más dinero significa mejores resultados. Lo importante es la buena gestión y eso ha brillado por su ausencia en la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), que no ha podido cumplir tres de las cuatro metas que se planteó para 2018.
Esto es: que el 68% de los liceales en edad oportuna (16 años) egresen del ciclo básico, pero se llegó al 65,7%. En educación media superior (bachillerato) se quería llegar al 38% de egresos pero se alcanzó un 35,9%. En los estudiantes con rezago (21 a 23 años) se proponía que casi seis de diez de ellos terminaran el bachillerato, pero solo llegaron a un 42,7% el año pasado.
Cayota, directivo del Ineed, fue muy claro en declaraciones a El Observador: “No solo el sistema educativo sino todo Uruguay tiene el enorme desafío en los próximos años de lanzar una batalla contra la inequidad de los resultados educativos. Una batalla por la justicia, como decía Juan Carlos Tedesco, y en eso tenemos que estar todos. Sin duda, el sistema educativo en primer lugar, encarando los aspectos que tienen que ver no solo con mejor infraestructura, mejor salario docente, mejor cobertura –como sí ha sucedido en los últimos años– sino que es necesario encarar una verdadera revolución pedagógica. Es la hora de la pedagogía para revertir estos resultados de inequidad que realmente hieren la sensibilidad republicana”.
La inequidad es un concepto que se repite en este reporte del Ineed. Y bien que hace porque la grieta se sigue ensanchando entre quienes pueden acceder a una educación de calidad y los que no, los que quedan a merced de este sistema educativo que se empeña en seguir en la misma y no levantar la mira.
Este tercer informe, de 140 páginas, sobre el estado de la educación nacional dice concretamente que el sistema “requiere modificaciones” para que los docentes y estudiantes logren “desempeños de calidad y equidad”. Los evaluadores insisten en que la marcha educativa denota flaquezas de base en la asignación presupuestal, en la formación docente y en los resultados de los alumnos.
“Los resultados de aprendizaje en todos los niveles están cortados por el condicionamiento del lugar de origen. Y eso nosotros creemos –y lo creen los educadores uruguayos–, que es posible de ser revertido en base a políticas, en base a acciones, coordinadas, holísticas, pero donde sin duda, el sistema educativo tienen un papel central a cumplir en lo que tiene que ver con generar nuevas formas de enseñanza para generar nuevas formas de aprender y revertir este determinismo social de los aprendizajes que sistemáticamente aparecen en nuestros estudios”, agregó Cayota respecto a lo que se podría hacer para abordar esta problemática.
Una realidad que nos golpea de frente y cuyos efectos negativos se verán en el corto plazo. Pero, claro está, es muy difícil avanzar sobre posibles soluciones si los responsables minimizan este tipo de informes. Como sucedió con el presidente del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Wilson Netto, de quien la ministra Julia María Muñoz, en un absoluto delirio, se refirió a él como el José Pedro Varela del siglo XXI. Netto criticó el reporte del Ineed diciendo que no tiene el “estatus” para llamarse así.
“No establece líneas en el propio informe para conclusiones generales, ni establece líneas con los informes anteriores y por tanto no puede estar dentro de un estatus que se denomine informe sobre el estado de la educación 2017-2018”, comentó el jerarca muy suelto. También para Héctor Florit, consejero de Primaria, el estudio del Ineed tiene sus puntos flacos. A través de su cuenta en Twitter, dijo que hay “mucho trabajo que el informe de Ineed no aprecia”.
Es que hay cosas positivas sin dudas, pero por más cosas buenas que haya, el resultado general es un fracaso rotundo. Entonces, ante esta nula autocrítica resulta muy complicado encontrarle la vuelta, y solo cabe esperar un cambio de gobierno para que haya una variante en este aspecto, clave para el futuro de nuestros niños y jóvenes, y por ende, del país.
Estas falencias en la educación también la vienen denunciando plataformas como la Eduy21, que ha reunido a un buen número de especialistas en el tema para plantear soluciones a corto y largo plazo. Todo se puede corregir pero sería bueno que al menos se escuchara estas propuestas por parte de las autoridades, que muchas veces tienen una cerrazón, sobre todo política. Y así vamos, sin mejoras.