La educación y el trabajo del futuro

Los países europeos emergentes, los asiáticos en vías de desarrollo y América Latina y el Caribe están viviendo procesos en los que la robótica, la automatización y la inteligencia artificial están disminuyendo los costos y aumentando la productividad, con oportunidades para un crecimiento acelerado.
Se trata de la llamada “cuarta revolución industrial” que si bien es un fenómeno global, se prevé que tenga velocidades de impacto variables en las diferentes regiones del mundo dependiendo de cuestiones como del desarrollo económico y tecnológico o las tendencias demográficas.
A su vez, supondrá repercusiones en el empleo y los modos de vida de la población, así como en los requerimientos del mercado laboral a la hora de reclutar trabajadores, que seguramente requerirá conocimientos y habilidades diferentes a los que ha requerido hasta el presente.
Aunque es una consecuencia lógica de la evolución tecnológica y los procesos de ahorro de costos y competitividad de las empresas, suele ocurrir que cuando se coloca una máquina a realizar el trabajo que podría ser efectuado por un humano, existe una actitud de rechazo en al menos parte de la sociedad. Pensemos por ejemplo en el inicio de la época de cobro de sueldos por cajeros automáticos o la utilización de máquinas electrónicas en lugar de cajeros humanos en los supermercados.
Ha sido así a lo largo de la historia de la Humanidad en los diferentes procesos de tecnificación de las cadenas de producción industriales, la fabricación de alimentos o medicamentos, la producción agroindustrial o el comercio.
Por otra parte, si bien es cierto que en cada revolución tecnológica ciertos trabajos manuales y poco calificados han sido sustituidos por tecnología, hay que tener en cuenta que la automatización se realiza cuando es económica y técnicamente viable y también surgen empleos con perfiles distintos. Por ejemplo, la explotación forestal a gran escala –especialmente desde la instalación de fábricas de pasta de celulosa– ha suplantado la tala manual de montes por la utilización de potentes máquinas computarizadas, operadas en la mayoría de los casos por hombres y mujeres de zonas rurales y pueblos que accedieron a estos puestos de trabajo, existiendo además capacitaciones específicas para ello.
Es evidente que hoy existen empleos inimaginables hace tan solo un par de décadas, pero también hay otros que difícilmente puedan ser sustituidos por máquinas. Preguntémonos por ejemplo si un robot puede encargarse de la educación de nuestros hijos o si podría diagnosticarnos, tratarnos y sanarnos sin intervención de personal médico.
Según datos provenientes de encuestas de hogares y fuentes no tradicionales realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con la finalidad de entender cuáles son los perfiles ocupacionales y las habilidades emergentes de mayor demanda en América Latina y el Caribe, gran parte de las ocupaciones que más crecen están referidas a la economía digital y los servicios personales.
La publicación “El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe” del BID identificó que especialidades como la computación o el desarrollo de software, así como ocupaciones relacionadas a los servicios de belleza, personal de seguridad y limpieza están teniendo mayor demanda mientras cae el empleo en ocupaciones asociadas con la producción y mantenimiento, como personal de instalación, reparación y mantenimiento.
Se observa una caída en el empleo en ocupaciones que más fácilmente pueden reemplazarse por la acción de las máquinas, mientras que aumenta el empleo en ocupaciones que son difíciles de automatizar porque en ellas predominan las tareas poco predecibles o codificables.
Por ejemplo, las denominadas ocupaciones del conocimiento –como ingenieros, arquitectos, científicos o programadores– seguirán siendo necesarias en la medida que hacen uso intensivo de la capacidad de razonamiento y difícilmente puedan ser reemplazadas por una inteligencia artificial, pero también hay muchas ocupaciones del sector de los servicios que un automatismo o robot todavía no es capaz de realizar.
Lo cierto es que el futuro del trabajo preocupa –y mucho– en el contexto del tsunami tecnológico actual imponiéndonos la pregunta sobre cómo será nuestro trabajo en los próximos años y si lo tendremos todavía.
Ocurre que en cuestión de 25 años los cambios han sido abrumadores, dado que la tecnología ha crecido a un ritmo como nunca antes. Sin embargo, actualmente cuestiones como la inteligencia artificial, el internet de las cosas o la robótica plantean un panorama muy diferente al de otras revoluciones tecnológicas, dado que son tecnologías muy disruptivas que generarán cambios tan importantes como en su momento lo hizo la electricidad. Esto se une a otro elemento sumamente importante: la velocidad con que se viven estos cambios.
Por eso la pregunta sobre el futuro del trabajo es totalmente válida, dado que aunque no llegue a ocurrir un desempleo masivo, los cambios en las oportunidades de empleo requerirán flexibilidad y acceso a nuevas herramientas de capacitación.
A nivel de un mercado laboral como el de nuestro país, es difícil predecir si los beneficios de esta nueva revolución tecnológica –que no tenemos ninguna posibilidad de evitar– superará o no sus costos en términos de empleo o ingresos, dependiendo en gran parte de las políticas que se diseñen y ejecuten para aprovecharlos, minimizar los impactos negativos y hacer que los beneficios lleguen a la mayor cantidad posible de ciudadanos.
¿Cómo será nuestro trabajo en los próximos años? ¿Qué perfiles de oficios y profesiones requerirá el mercado laboral? ¿Qué es mejor que estudien nuestros jóvenes? Son preguntas que sería un error ignorar. Y que deben estar presentes en cualquier debate medianamente serio de políticas educativas.
Lo dice el estudio del BID pero también la lógica más elemental: invertir en educación de las generaciones jóvenes para reducir la brecha de habilidades, de modo que los trabajadores cuenten con las competencias que requiere el mercado, así como facilitar la capacitación permanente en un mercado en constante cambio, son acciones que se requieren en el futuro inmediato.
También son temas sobre los que hay mucha incertidumbre y se dificulta la planificación de políticas públicas debido a la velocidad de los cambios, razón por la cual deberían estar presentes muy seriamente en la discusión pública en un momento de confrontación de ideas y debate electoral.
La educación ha sido la piedra en el zapato de los últimos gobiernos de este país y algo que amerita un compromiso de todos los partidos políticos hacia el futuro, con independencia de los resultados del proceso electoral.
Se trata de un asunto que sería un error continuar desatendiendo porque se avecinan cambios que impactarán en la vida cotidiana y los ámbitos laborales del futuro próximo.