María Julia Muñoz, la ministra de la “grieta”

En los últimos días la ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz, afirmó que el candidato presidencial por el Partido Nacional, Luis Alberto Lacalle, “no tiene experiencia de estudio más que la Universidad Católica, un grupo selecto donde se paga”. Si bien al día siguiente la Secretaria de Estado intentó dar marcha atrás afirmando que tenía “una excelente opinión” de esa institución educativa, sus declaraciones originales se enmarcan en la ofensiva proselitista que llevan distintas figuras del gobierno nacional y que, en el caso de Muñoz, forma de una manera de pensar por la cual cualquier persona o institución que no pertenezca al Frente Amplio es una enemiga y debe ser atacada y denigrada a cualquier costo.
En el año 1999, la ministra atacó al entonces candidato a presidente Jorge Batlle, burlándose de su edad (en ese entonces 72 años) y afirmando que “es un señor muy mayor el doctor Batlle. En realidad, cinco años es mucho tiempo cuando la gente es tan grande. Es grande, pobre, entonces puede ser. Me pone nerviosa. Seguramente los uruguayos van a ser inteligentes y van a votar otra cosa”. La frase es doblemente discriminatoria, ya que no sólo ridiculiza a una persona por su edad, sino que deja en claro que quienes votaran a Batlle no eran personas inteligentes. Lamentablemente para Muñoz, Batlle fue electo presidente y vivió muchos años luego de haber culminado su mandato constitucional, al cual accedió en elecciones libres y democráticas porque 1.158.708 votantes eligieron a ese candidato, bastante más que los votos con los que ella puede contar, siendo alguien que accedió a su cargo por designación directa. Durante el velorio de Jorge Batlle, el presidente Tabaré Vázquez sostuvo que “El presidente Batlle quedará para siempre en la mejor historia de nuestro país (…) fue una de las personas más inteligentes que he conocido”, lo que deja en claro la calaña de las afirmaciones de Muñoz. Por las ironías de la vida, en las elecciones del año 2014, la ministra apoyaría y votaría a José Mujica, quien en ese momento tenía 79 años.
Los ataques a la prensa y a los periodistas han sido otra constante de la ministra Muñoz. En declaraciones formuladas a la radio “El Espectador” sostuvo que “hay un problema con algunos medios de comunicación que más que medios de comunicación son operadores políticos”, descalificando de esa manera a cualquier trabajador de la prensa que no comulgue con el discurso hegemónico del Frente Amplio. Otra de las víctimas de la soberbia de Muñoz ha sido Juan Pedro Mir, quien al inicio de la actual administración formó parte de su equipo pero que cometió un pecado mortal: disentir con la línea oficial trazada desde el Ministerio de Educación y Cultura. En este caso, Muñoz denigró a Mir tratándolo de “resentido” y de “pobre muchacho” y para tratar de desprestigiarlo lo trató de “maestro de sexto año de escuela”, faltándole el respeto no sólo al propio destinatario de tales expresiones sino también a todos los maestros del país.
Otro grupo que ha sido objeto de las descalificaciones de la ministra Muñoz lo componen quienes se atrevieron a ejercer su derecho a expresarse (consagrado en la Constitución Nacional) y criticaron la decisión de la ministra Muñoz de comprar el Museo José Gurvich en casi tres millones de dólares, destacando además la llamativa coincidencia que la hoja del Ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, formaba parte del staff de esa institución. En este caso la ministra aseguró que “ignorantes hay siempre”, buscando de esa forma acallar las opiniones que no coincidan con la suya. Ese es, en esencia, el “modus operandi” de la ministra: ante cualquier opinión diferente no se deben dar explicaciones ni fundamentaciones y mucho menos someterse al control parlamentario previsto constitucionalmente: basta con descalificar y estigmatizar a quien osó cuestionar el relato oficial.
La lista de personas e instituciones insultadas por la ministra Muñoz es larga y diversa, pero en el caso de sus recientes ataques a Lacalle Pou constituyen un tiro por elevación contra un ámbito que el Frente Amplio considera uno de sus peores enemigos: la educación privada. En este caso le tocó a la Universidad Católica, una institución habilitada y supervisada por el propio Ministerio al frente del cual se encuentra Muñoz, por lo que las preguntas al respecto surgen solas: ¿la ministra tiene observaciones o quejas por la educación que brinda la Universidad Católica?; si así fuera… ¿por qué no presenta las denuncias o lleva adelante las actuaciones administrativas necesarias para proteger la calidad de enseñanza impartida en esa casa de estudios? Las respuestas son claras: el único objetivo de Muñoz es atacar a un candidato presidencial de otro partido y tratar de cuestionarlo por el lugar donde cursó su carrera, al igual que lo hizo con Batlle por su edad. Tal vez por aquel viejo refrán de “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago” resulta tan llamativo que, de acuerdo con lo informado por ellos mismos a la prensa, varias figuras del Frente Amplio han enviado o envían a sus hijos a la educación privada, incluyendo no sólo al propio candidato presidencial Daniel Martínez sino también a la senadora Mónica Xavier.
Aún así, resulta interesante tratar de entender en qué pensaba la ministra Muñoz cuando se refería a “experiencia de estudio”. ¿Acaso se refería al título de Licenciado del ex vicepresidente Raúl Sendic o a la candidata a vicepresidenta Gabriela Villar y su supuesto título de psicóloga? ¿Tal vez Muñoz hacía mención al titular de la Dirección Nacional de Impresiones y Publicaciones Oficiales (IMPO) y secretario político del Frente Amplio, Gonzalo Reboredo, quien no es sociólogo a pesar que en redes sociales y en resoluciones municipales firmadas por el exintendente Mariano Arana figuraba con ese título? En todo caso, la ministra tendría que mirar más en su propia fuerza política antes que atacar a los dirigentes de otros partidos.
En cualquier caso, queda claro que para la ministra Muñoz la política y su gestión pública justifican un verdadero “todo vale” con total de perpetuar al Frente Amplio en el poder. En efecto, el uso político que la ministra Muñoz hace de la estructura del Ministerio de Educación y Cultura quedó en evidencia hace algunas semanas cuando se conoció una grabación en la cual el jerarca Fernando Gónzalez, adjunto a la dirección de los Centros MEC, le informa a Mónica Botti (coordinadora de dicho centro en Cerro Largo) que no podía seguir desempeñando sus funciones por una decisión directa de Muñoz, por haberse negado a militar desde su cargo para el Frente Amplio. Esa militancia desde su función pública le había sido solicitada a Botti por la directora de los Centros MEC, la exvotante colorada Glenda Rondán y por el diputado del Movimiento de Participación Popular (MPP) por el departamento de Cerro Largo, Alfredo Fratti.
Militante consecuente de la famosa “grieta” con la cual el Gobierno Nacional pretende separar a los uruguayos en buenos y malos según voten o no al Frente Amplio, la ministra Muñoz ha hecho de la soberbia y la prepotencia el sello distintivo de su trabajo; con seguridad esos serán los aspectos más importante por el cual será recordada su pobre gestión. Por eso mismo resulta oportuno recordar el cántico con el cual la despidieron en el año 2016 los alumnos del liceo público conocido como lnstituto Alfredo Vázquez Acevedo (IAVA) de Montevideo mientras se retiraba abucheada de sus instalaciones: “María Julia Muñoz, vos sí que estás pintada, no sabés nada de educación”.