El efecto Kelly

El video se registró en 2017, y probablemente, si por aquellos años era de andar viendo cosas curiosas que se compartían en Facebook o Twitter, se lo haya cruzado. El protagonista fue un profesor de ciencias políticas, de nombre Robert Kelly, quien ofrecía una entrevista para el canal internacional de la BBC desde su lugar de residencia en Corea del Sur, donde trabaja en una universidad.
Mientras se realizaba la entrevista con la prestigiosa cadena estatal británica –cuyo tema era la decisión de la Corte Constitucional surcoreana de destituir a la presidenta Park Geun-hye– mirando fijamente a la cámara, por la puerta de la habitación ingresaba una niña moviendo los brazos alegremente y tras ella un bebé en andador y, finalmente, la madre de los pequeños, que llegó al rescate y en un movimiento acelerado sacó a los niños de la habitación.
Por supuesto que el video se “viralizó” por lo espontáneo de la situación y recorrió pantallas de teléfonos y computadoras de todo el mundo.
Hoy, apenas tres años después, ya no llamaría tanto la atención, porque la posibilidad de protagonizar una escena de ese tipo está mucho más cercana desde que hay cientos de miles de trabajadores en el mundo que han encontrado en el teletrabajo una forma de mantener su actividad laboran durante la pandemia de COVID-19.
Está claro que no todos los empleos se pueden remplazar por una modalidad a distancia, no debería hacer falta aclararlo, pero en estas épocas de susceptibilidades a flor de piel parece necesario dejar sentado que muchas personas han perdido temporal o definitivamente sus empleos. Obviamente que es mejor estar empleado en las condiciones que se sea, que ya no estarlo. ¿Pero qué está pasando con los trabajadores que han tenido que pasarse al trabajo remoto?
Para verlo hemos de apoyarnos en una serie de recomendaciones que difundió la Facultad de Psicología de la Universidad de la República para mejorar la situación de quienes tuvieron que hacer este cambio, firmado por Silvia Franco, Tommy Wittke y Alicia Migliaro del Instituto de Psicología Social, junto a Lorena Funcasta de Psicología de la Salud y Centro de Experimentación e Innovación Social, CEIS.
El teletrabajo o trabajo a distancia es entendido como un modo de trabajar en el que el trabajador “está localizado remotamente de una oficina central o de un centro de producción, pero que permite la comunicación vía el uso de las tecnologías de sistemas de comunicación”, explican. Como primer rasgo diferencial señalan que esta modalidad “supone una forma de organización laboral que permite al trabajador o trabajadora auto-organizarse, vale decir, autogestionar las variables de tiempo, espacio y las mismas actividades laborales”.
Señalan además que hay detalles que hacen a las condiciones técnicas que recaen sobre el teletrabajador, como “disponer de buena conectividad, medios técnicos de uso personal y de adecuado funcionamiento en sus domicilios, además de un espacio más o menos adecuado para el desarrollo de la tarea”.
En esta particular coyuntura la modalidad de teletrabajo no ha sido planificada o coordinada, más bien todo lo contrario.
“En general, se produjo de un día para el otro y en organizaciones que nunca antes habían ensayado esta estrategia”. Esto, señalan, “dificulta la posibilidad de adaptación y coordinación de las tareas, lo que puede ocasionar tensiones entre compañeros y compañeras o con cargos jerárquicos”, que puede dar lugar a “momentos de estrés, enojo y frustración en el intento de responder a la tarea pero desde una modalidad totalmente novedosa, trabajando en equipo pero desde lugares remotos”.
Pero allí no queda la cosa, porque además hay que considerar “que el teletrabajo fusiona en tiempo y espacios la esfera del trabajo productivo (el que generalmente realizamos puertas afuera de nuestro hogar y/o con el cuidado de niños/as y personas a cargo organizado) con la esfera doméstica”, como súbitamente le ocurrió al profesor Kelly en su entrevista.
Cada trabajador o trabajadora tiene una realidad familiar y doméstica diferente, “por tanto la productividad en el trabajo se verá afectada. No es lo mismo teletrabajar cuando se tienen responsabilidades de cuidados de hijos, hijas o personas a cargo que cuando no se tiene esa responsabilidad”.
Tampoco es lo mismo cuando las responsabilidades domésticas se comparten con otras personas que cuando el trabajador o trabajadora debe enfrentar esta responsabilidad en solitario, al igual que el disponer de un espacio propio para adecuar un área de trabajo o no, y tener que compartirla con el resto de la familia.
Señalan los redactores de este informe que “la carga emocional con que se realicen las tareas laborales estará fuertemente influenciada por estos elementos del entorno doméstico y este aspecto debería ser considerado por los empleadores”, todo ello sin dejar de tomar en cuenta factores como la tensión e incertidumbre que de por sí ha generado la emergencia sanitaria y la crisis socioeconómica que sobrevenderá a la reducción de la actividad.
Los autores consideran que estamos ante un nuevo escenario que interpela “el tipo de contrato psicológico, sobre todo en términos de expectativas, que se establezcan entre empleadores y trabajadores.
Es por eso que este contrato, las expectativas y exigencias, deben ser revisados y adecuados a esta nueva circunstancia”.
Asimismo, argumentan que “la coordinación y la división del trabajo sufrirán modificaciones en estas nuevas condiciones y por eso es necesario que las organizaciones lo aborden y acuerden con los trabajadores.
En la medida que las condiciones no serán las mismas, también los distractores serán otros, especialmente por tratarse de una cuarentena donde el resto de la familia está compartiendo el mismo espacio con fines distintos a los familiares”.
El tiempo y la evolución de la pandemia dirán si el trabajo a distancia se mantiene por mucho o por poco tiempo y si después las empresas prefieren volver a trabajar “a la antigua” o aprovechar el impulso.
De lo que no cabe dudas es que está siendo una oportunidad de oro para tomar apuntes y reglamentar a futuro las condiciones en las que se ha de desarrollar y las exigencias que se pueden plantear para el teletrabajo.