Evolución reciente del mercado laboral e impactos de la emergencia sanitaria por pandemia del coronavirus

Los ingresos de los asalariados del sector agropecuario registran crecimientos reales mayoresrespecto a otras categorías de ocupación y a otros sectores de actividad en el período 2006-2019.

La dinámica de la pandemia del COVID-19 generó a nivel mundial una combinación de shocks externos e internos de oferta y demanda, que los principales organismos internacionales estiman será la causa de la mayor crisis económica y social del mundo y de América Latina en décadas, con efectos muy negativos en el empleo, los niveles de pobreza y la distribución de ingresos.
Según estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la actividad económica de la región se reduciría 5,3% en 2020. En la medida que la dinámica de la pandemia se prolongue y las medidas de distanciamiento físico sigan siendo necesarias, cabe esperar que la contracción sea mayor a la proyectada. Esta fuerte caída de la actividad económica ya registra efectos negativos muy significativos en el mercado de trabajo.
Para 2020, la Cepal proyecta un aumento de la tasa de desocupación en la región de al menos 3,4 puntos porcentuales, hasta alcanzar un 11,5%, lo que equivale a más de 11,5 millones de nuevos desempleados. De profundizarse la contracción económica, la tasa de desocupación será mayor.
Según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la crisis sanitaria provocada por el coronavirus y las medidas de confinamiento están provocando una pérdida de 10,3% de las horas de trabajo en el segundo trimestre de 2020, lo que equivale a 31 millones de empleos a tiempo completo (suponiendo una jornada de 40 horas semanales). Junto al aumento de la desocupación, se espera además un marcado deterioro de la calidad del empleo.
En el caso de Uruguay, como ya se mencionó, el mercado laboral ya venía registrando cierto deterioro desde el año 2014, el cual se profundizó en 2019 con el estancamiento de la actividad económica y la escasa generación de nuevos empleos. El deterioro del mercado laboral uruguayo se reflejó además en los beneficiarios de subsidios de desempleo, que totalizaron 44.598 y aumentaron casi 19% en promedio en 2019 respecto al año anterior.
Entre los sectores productivos con mayor participación en el total de beneficiarios en 2019, se encuentran las Industrias Manufactureras, Comercio al por mayor y menor, Construcción, y las actividades agropecuarias, los cuales registraron incrementos interanuales de 36%, 11%, 9% y 30%, respectivamente.
En particular, en lo que refiere a las actividades agropecuarias, en 2019 el incremento de los beneficiarios se registró mayoritariamente en la citricultura, donde casi un 21% de los subsidios otorgados en el conjunto de las actividades agropecuarias correspondieron a dicha actividad. Particularmente, esto se encuentra vinculado a la difícil situación financiera que atravesó una de las principales empresas citrícolas del país.
Luego, le siguieron en orden de participación cría de ganado (14,2%), servicios de provisión de maquinaria agrícola (12%), cultivo de cereales a excepción del arroz (11,4%) y explotaciones agropecuarias mixtas (6,9%). Uruguay no se mantuvo ajeno a la incidencia de la pandemia del COVID-19 a comienzos de 2020, donde la emergencia sanitaria declarada en el país en el mes de marzo tuvo un fuerte impacto en la actividad, ya que determinó una interrupción prácticamente generalizada a nivel de todos los sectores productivos debido a las medidas de distanciamiento social sugeridas por las autoridades.
De este modo, los beneficiarios de subsidios por desempleo aumentaron en marzo a 117.944 desde un promedio mensual que se ubicó en torno a 45.600 en el año móvil cerrado a febrero de 2020. Esto implica que, solo en el mes de marzo de 2020, se registraron 82.785 nuevas altas, esto es, algo más de 72.000 altas por encima de las 10.700 que se contabilizaron mensualmente en promedio en el último año.
Entre las causales esgrimidas en marzo de 2020 para el registro de altas, un 86% correspondieron a suspensión, en tanto que el 14% restante se dividió en partes similares entre despido y reducción. La participación de las actividades agropecuarias en el total de altas registradas en marzo de 2020 fue de 2%. El bajo impacto del sector agropecuario en el conjunto de los subsidios por desempleo tiene su lógica si se considera que estas actividades presentan una menor intensidad en el uso del recurso humano en comparación con otras y que son realizadas en general en el medio rural y a cielo abierto, lo que permite un mayor cumplimiento de las medidas de distanciamiento físico por parte de quienes las realizan.
Si se analiza la estructura del total de beneficiarios del subsidio por desempleo a marzo de 2020 por lugar de nacimiento, se observa que la participación de los extranjeros aumentó y se ubicó en 3,4%. A su vez, los beneficiarios extranjeros registraron un mayor incremento respecto a los ciudadanos naturales o legales respecto al mismo mes de 2019.
La mayor parte de los beneficiarios extranjeros provienen de Venezuela (946), Argentina (736), Cuba (567), Brasil (354) y Perú (197). En tanto, si se analiza la composición de los beneficiarios a marzo de 2020 por género, es de destacar un crecimiento del grupo femenino: mientras en marzo de 2019 las beneficiarias representaban un 36,2% del total, en marzo de 2020 dicha proporción alcanza el 45,8%.
En lo que refiere a tramos de edad, un 29,3% de los beneficiarios registrados a marzo de 2020 se ubican en la franja etaria de 20 a 29 años. Estas consideraciones dan cuenta de la vulnerabilidad de una parte importante de los puestos de trabajo del país, los cuales muy probablemente se asocian, por las características de sus ocupados, a tareas de baja sofisticación, con una menor remuneración asociada.
Por último, según información preliminar proporcionada por BPS, en el mes de abril de 2020 se registraron 67.411 nuevas solicitudes de subsidio de desempleo, donde la mitad de las mismas correspondieron a Comercio, Industrias Manufactureras, y Transporte y almacenamiento (21%, 19% y 10%, respectivamente). En tanto, las actividades agropecuarias representaron un 3% del total. En el mes de mayo (según la información disponible al día 25 de dicho mes) las solicitudes totalizaron 26.350 y casi la mitad correspondieron a Industrias Manufactureras (30%) y Comercio (16,4%). Las actividades agropecuarias representaron un 4,4% del total. Vale aclarar que estas cifras de solicitudes no son definitivas, ya que no necesariamente implican el otorgamiento de la prestación.
Las mayores tensiones en el mercado laboral se han traducido en un aumento más moderado de los salarios reales en la economía en los últimos años y una reducción en 2018 y 2019 de los ingresos reales de los hogares. Esto a su vez ha tenido impactos en el consumo privado. Los ingresos reales de los hogares verificaron caídas interanuales de 1,7% tanto en 2018 como 2019, con una afectación generalizada por localidades.
En 2018 la mayor afectación se constató en las localidades pequeñas y zonas rurales (-2,5% de caída real), siendo algo más amortiguada la reducción en Montevideo y el resto del interior del país (-1,4% y -1,7%, respectivamente). En 2019 se volvió a constatar una baja generalizada, pero con mayor afectación en Montevideo (-2,3%) y en las localidades pequeñas y zonas rurales (-2,2%), en tanto que en las localidades del interior de más de 5.000 habitantes la reducción fue algo menor (-0,6%).
Por fuentes de ingresos, se destacó la reducción real de los ingresos de los cuentapropistas y patrones en 2019, mientras los ingresos salariales y pasividades se mantuvieron estables o crecieron a ritmos significativamente menores a años anteriores.
El análisis del ingreso de los hogares se complementó con el de los ingresos por ocupaciones (se considera la actividad principal), para lo cual se computó el ingreso líquido por hora percibido.
Respecto a la evolución de los ingresos líquidos de las principales categorías de ocupación (asalariados, patrones y cuentapropistas) para el sector agropecuario y el resto de los sectores de la economía. Las dos últimas categorías de ocupación son las que engloban a los productores, cuenten o no con personal asalariado a cargo, respectivamente.
El ingreso medio líquido por trabajo de los ocupados en el sector agropecuario (asalariados, trabajadores por cuenta propia, patrones) por concepto de actividad principal promedió 32.000 pesos por mes en 2019 (159 pesos la hora), con un crecimiento real (por encima de la inflación) de 4,3% promedio por año entre 2006 y 2019, lo que se encuentra alineado con lo observado para el promedio de la economía (4,6%).
Al desagregar por categorías de ocupación se constatan diferencias sustanciales en los niveles y evolución de los ingresos de los asalariados, cuentapropistas (categoría asimilable a los productores familiares) y patrones. Del análisis de las distintas encuestas se concluye que los productores familiares obtienen un ingreso menor al que perciben los asalariados.
A su vez, los ingresos de los asalariados del sector agropecuario registran crecimientos reales mayores respecto a otras categorías de ocupación y a otros sectores de actividad en el período 2006-2019, aunque los primeros parten de niveles más bajos en términos relativos. Esta evolución de los salarios estuvo determinada en parte por la instalación, a partir del año 2005, de los ámbitos de negociación colectiva tripartita para el sector rural.