El gasto en pandemia, y los resultados

El reciente informe de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), que analiza lo que cada país destinó en recursos para atender las consecuencias de la pandemia de COVID-19, ha desatado polémica en nuestro país, a partir de comentarios del propio presidente Luis Lacalle Pou en el sentido de que el informe no refleja la realidad de lo que se ha hecho en Uruguay, y la vez desde la oposición se señala que desde el gobierno y el Estado se debió apoyar a determinados grupos de la población con una renta básica, para atemperar los efectos de la coyuntura.
Luis Lacalle Pou afirmó que la Cepal se equivoca, al señalar que Uruguay es de los países que menos ha invertido en la crisis económica por la pandemia de coronavirus.
“No es cierto, se equivoca la Cepal en el informe. No es cierto”, afirmó el mandatario el martes en Florida, durante la conmemoración de los 195 años de la Declaratoria de la Independencia.
“Es más, tanto se equivoca, que le pedimos al canciller (Francisco Bustillo) que le escriba una misiva para que revean lo que dijeron. Se equivoca”, reiteró.
“Está mal analizado, mal estudiado, y aparte se parte de distintos posicionamientos de cada país. Es así”, agregó.
“Capaz que estaría bueno, en estos días, poder hablar con el Ministerio de Economía, (y) hablar de eso, para que le expliquen bien lo que estoy diciendo, para que se lo puedan fundamentar mejor”, acotó.
El canciller Francisco Bustillo dijo a su vez que la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, reconoció que hubo un error en el informe y que habrá una corrección, en tanto Lacalle Pou le contestó al expresidente José Mujica, que dijo que Jair Bolsonaro en Brasil repartió más.
“La verdad que cada vez que leo al expresidente me da muchas ganas de contestar, porque, obviamente, la gran mayoría de las veces no estoy de acuerdo, pero no tengo tiempo”, expresó el mandatario.
Entre otros aspectos, el informe del organismo da cuenta de que Uruguay tuvo un gasto extra en esta pandemia del 0,7 % del Producto Bruto Interno (PBI), contra porcentajes más altos en otras naciones con este fin específico, de acuerdo al análisis.
Por su lado el senador frenteamplista Mario Bergara, exministro de Economía consideró que la respuesta del presidente es “insólita” y que “el gobierno hoy vuelca muy pocos recursos para atender a las 300.000 familias que más lo necesitan”.
Su colega de la coalición de izquierdas, senador comunista Oscar Andrade, dijo que “el problema no es la Cepal sino la inmensa cantidad de familias uruguayas arrinconadas por la crisis. La renta básica de emergencia es impostergable”, agregó. En tanto la legisladora Liliam Kechichián planteó: “El informe del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) que recibimos habla de un gasto de 0,5 en la atención a la pandemia. ¿Se equivoca Cepal?”
“¿Si el Uruguay estaba mejor preparado que otros países como dice el gobierno quieren decir que la cifra del 0,7 es correcta?”, añadió.
Como suele acontecer, no hay números ni evaluaciones válidos en términos absolutos, sino que debe enmarcarse el análisis en la relatividad de las situaciones, porque tenemos por un lado que se está comparando por la Cepal la ayuda que instrumentaron países como Argentina y Colombia, por citar ejemplos, que se han cerrado en respectivas cuarentenas durante la pandemia, con una parálisis brutal de actividades y consecuente desastre socioeconómico. Por otra parte, es bien sabido que los números en Argentina el gobierno los maquilla como le place, por ejemplo.
Pero aún considerando que fuesen reales, en el caso de nuestros vecinos, han tratado de mitigar consecuencias sociales mediante transferencias de recursos desde el Estado a familias cuyos ingresos cesaron o que se redujeron drásticamente, y que ya estaban afectados por una muy grave crisis socioeconómica, por lo que se han enterrado aún más en el barro mediante la emisión de moneda papel en forma irresponsable para atender esta demanda, sin respaldo y ya con un fuerte endeudamiento previo.
Peor aún, pese a estas medidas de confinamiento y crisis de la economía consecuente, no han podido evitar un creciente número de casos y muertes, por lo que la caída de actividad que sacrificó calidad de vida y fomentó desempleo y el cierre de empresas, dejó un agujero que se ha pretendido llenar parcialmente volcando fondos que no se tenían, y por lo tanto se ha gastado a cuenta de emisión y endeudamiento, hipotecando aún más el futuro.
En nuestro país, felizmente se han adoptado medidas exitosas contra la pandemia que se han sustentado fundamentalmente con carácter de exhortación y asunción de responsabilidades por la población, las que fueron más severas al principio y que han ido aflojando a medida que se ha logrado frenar la expansión explosiva de los casos. Por lo tanto, contrariamente a lo ocurrido en otros países, la caída de actividad no fue tan acentuada, con datos que indican que se ha sido de un tercio a una cuarta parte de la de los países en cuarentena, como la Argentina, por lo que se requirió menos asistencia directa a los sectores más perjudicados.
Por supuesto, un mayor monto de recursos hubiera sido positivo, pero también hay que tener en cuenta, a la hora de evaluar cuánto se ha volcado para atender el problema, cuáles han sido las modalidades y los resultados, porque una cosa es salir a repartir a manos llenas dinero que no se tiene, sin realmente afinar la canalización hacia quienes realmente lo necesitan, y otra atender necesidades reales sin comprometer en exceso los recursos de que se dispone, que no son otros que los que aportan todos los uruguayos, desde que el Estado por sí no genera riqueza ni es capaz de obtener recursos sino que se nutre del esfuerzo del sector privado.
No es de sorprender que las críticas provengan de dirigentes del Frente Amplio, la coalición que estuvo en el poder hasta marzo de este año, y que gastó alegremente todo los ingresos extra obtenidos durante la bonanza de más de una década, al punto que dejó un déficit fiscal del 5,1 por ciento del Producto Bruto Interno, lo que significa cuantiosos recursos menos que hoy estamos necesitando para hacer frente a los desembolsos que exige la pandemia.
Por lo tanto, no solo hay que evaluar con pinzas cual ha sido realmente el esfuerzo de los estados en cada país, hacia donde se dirigen, como era el escenario prepandemia y por último, pero no por ello el tema menor, el margen que se deja para dar sustentabilidad a la economía del país en el futuro inmediato y los años posteriores.
El haber mantenido encendidos aunque sea a media máquina, los motores de la economía, en lugar de la cuarentena total como promovían desde el expresidente Tabaré Vázquez hasta la directiva del Sindicato Médico del Uruguay, que hubiera derrumbado toda actividad, ha dejado margen para que tras la crisis por la pandemia, el Uruguay quede en mejor posición para la reactivación de la economía, lo que por supuesto es mucho mejor que haber tenido que gastar más a cuenta, como se ha hecho por ejemplo en Argentina.
En suma, en lugar de cuestionarse desempeños a partir del informe de la Cepal, lo que correspondería, para ser justos, es destacar que se haya logrado que el agujero en el casco del barco haya sido menor al que podía haber sido, lo que acrecienta las posibilidades de llegar a buen puerto con menos zozobras.