La salud de las mipymes

Hoy se conmemora el Día Nacional de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (Mipyme), tratándose de un sector fundamental de la actividad del país por su importancia económica y de generación de empleo.
Uruguay cuenta con más de 170.000 empresas y según la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) el 99,5% de ellas son consideradas micro, pequeñas y medianas empresas, siendo responsables de la generación del 67% del empleo.
De ese total, casi el 85% son microempresas, en tanto que las micro, pequeñas y medianas empresas exportadoras representan 55% de las empresas locales que comercializan en el exterior, tratándose de un porcentaje que marca el peso que las empresas más pequeñas tiene en las ventas fuera del país.
En este sentido, conviene reparar en que más de la mitad del trabajo del país se genera en este sector, cuestión que es importante tener muy presente en el actual escenario de desaceleración de la economía debido a la crisis por COVID-19, en un contexto de recortes de presupuestos y ajustes de diversa índole en el ámbito público y privado.
En los últimos años el gobierno ha desplegado una serie de instrumentos para el sector, por ejemplo a través del Ministerio de Industria, Energía y Minería y la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE), una de cuyas líneas de trabajo es el acceso de las PYME a servicios financieros y el desarrollo de alianzas con diversos actores públicos y privados que están comprometidos con el apoyo a las pequeñas y medianas empresas a nivel nacional. A esto se agregan –entre otros- aspectos de capacitación y asesorías para el aggionarmiento a las nuevas tecnologías en tiempos de cambios radicales en los hábitos de los consumidores.
En este sentido, en los últimos años la dinámica del comercio cambió notoriamente, a la par de los hábitos de consumo y las obligaciones introducidas por la ley de inclusión financiera, lo cual representa un gran desafío con el cual las pequeñas y medianas empresas conviven en su actividad cotidiana.
Actualmente, la crisis económica generada por la pandemia de COVID-19 ha afectado de diferentes maneras a los distintos sectores de la actividad empresarial y las fuentes de trabajo que generan. El impacto de la crisis generalmente no se distribuye por igual, resultando afectados quienes están en una situación de mayor vulnerabilidad.
A nivel de las empresas, esto comprende a las que están menos preparadas para enfrentar el escenario actual, las que tienen menos posibilidades de adaptarse a las nuevas demandas de los consumidores en un entorno en que se profundiza lo digital, o las que sufren mayores impactos en sus equipos de trabajo. En un reciente artículo, el profesor Santiago Sena, de la Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo se refiere a la situación empresarial a nivel regional (Chile, Colombia, Argentina, Uruguay) y nacional, señalando que de las dos capacidades organizacionales más requeridas en el marco de la “nueva normalidad” –la posibilidad de vender en línea y de teletrabajar– los empresarios uruguayos son los que estaban más rezagados.
En este sentido, enfatiza en que son los que “menos tenían desarrollados mecanismos de venta online (uno de cada cuatro)” y que “entre aquellos que sí habían desarrollado este canal, el porcentaje de los ingresos por e-commerce era menor al 10% para siete de cada diez empresas. A su vez, el porcentaje de empresas en las que el teletrabajo era regular es el más bajo entre los países encuestados”.
“La superación de esta crisis supone capacidades de adaptabilidad y flexibilidad. Quienes sean rígidos y no entiendan que el contexto cambió, probablemente tengan más que perder. Los empresarios de la región coinciden en que, cuando digitalizaron procesos (en promedio, el 30% de las empresas), lo hicieron acelerando la migración a la nube, creando y gestionando aplicaciones y fortaleciendo las capacidades de data analytics. Queda mucho por crecer en esta dirección en toda la región y, particularmente, en Uruguay”, agrega. En este panorama, algo que no siempre es tenido en cuenta pero resulta de vital importancia es el aspecto humano de las Mipymes porque, evidentemente, las empresas no podrían ser tales sin las personas que las sustentan y llevan adelante.
Un aspecto que suele pasar desapercibido en los análisis e informes de impacto económico de la crisis en las empresas es, justamente, la salud física y mental de los microempresarios que, en muchos casos se han visto obligados a bajar la persiana –recordemos las dificultades actuales de algunos sectores como el entretenimiento, las actividades culturales y los viajes–, reinventar sus productos y servicios, crear sistemas de envíos a domicilio, atender por videollamadas, intensificar el uso de medios digitales para llegar a sus públicos objetivo y otra serie de tareas y actividades para los cuales no todos están preparados ni disponen de las habilidades, la tecnología o el tiempo suficiente para desarrollarlas.
La incertidumbre respecto al futuro inmediato, el acomodamiento de muchas Mipymes a los nuevos procesos y nuevas formas de vinculación con sus clientes y proveedores genera un costo humano que suele tener manifestaciones tales como desmotivación, saturación hacia las herramientas digitales y complicaciones en la armonización y el balance entre los tiempos de trabajo y los familiares o de ocio o las responsabilidades de cuidados de familiares en situación de riesgo, niños o ancianos.
Algunas voces del sector han comenzado a advertir sobre el impacto de esta situación en los equipos de trabajo y la salud física y emocional de las personas, lo cual no es un tema menor, dado que el tipo de empresas a las que hacemos referencia suelen ser en algunos casos unipersonales o integradas por un reducido número de personas, lo que significa que si ellas se enferman o no pueden asumir sus responsabilidades puede estar en peligro la viabilidad del emprendimiento.
Aunque en la actual coyuntura las autoridades han dado señales y apoyos acertados y necesarios, ante la incertidumbre respecto a la evolución y extensión de la pandemia, se hace necesario analizar el tema en su conjunto y continuar el apoyo a las mipymes en cuanto a la posibilidad de contar con los instrumentos necesarios para paliar la crisis y obtener un mejor desempeño.
Las micro, pequeñas y medianas empresas desempeñan un rol de relevancia para la actividad económica y la generación de empleo en el país y seguramente tendrán un rol de primera línea en lo respecta a la reactivación de economía en el marco de la crisis generada por la pandemia por coronavirus y la emergencia sanitaria. En definitiva, su buena salud hace también al bienestar de todos.