Siempre caros, en una región complicada

Desde hace muchos años el costo de la energía en el Uruguay ha sido de los más onerosos en la región y sin dudas un factor adverso para poder colocar nuestros productos en el exterior, porque estamos trasladando costos a los productores, y no solo restándoles rentabilidad, sino que este factor les impide muchas veces poder ingresar o mantenerse en nichos de mercado a los cuales ingresan productos de países donde los valores están muy por debajo de la tarifa eléctrica en nuestro medio.
Este escenario, con altibajos mínimos, ha sido una constante desde hace años, y ello ha derivado en un escollo que se mantiene incólume para poder mejorar la competitividad. Un estudio elaborado por SEG ingeniería, consultora especializada en temas energéticos, concluyó que Uruguay es el país de la región en el que la electricidad tiene el mayor peso en el Índice de Precios al Consumo, (IPC).
La conclusión parte de una revisión del peso de la energía (electricidad, gas y otros combustibles sólidos de uso doméstico) en las canastas de los índices IPC de varios países de América Latina. Este estudio da cuenta de que de los 374 productos que componen la canasta IPC en el Uruguay la electricidad es la del mayor peso porcentual, explicando el 4,6 por ciento del gasto promedio de los hogares.
Naturalmente, estamos ante un valor promedio, y en cada hogar este porcentaje fluctúa de acuerdo al presupuesto familiar, pero por cierto que un porcentaje significativo de ingresos se afecta a esta amortización en el marco de una escala tarifaria que contrasta con una más benigna de países vecinos, donde además hay un porcentaje significativo de subsidios, sobre todo en Argentina.
Igualmente, el informe de SEG da cuenta de que el gasto energético de los hogares latinoamericanos tiene un peso medio de 4,2 por ciento para los países seleccionados, que son Uruguay, Brasil, Bolivia, Paraguay, Chile, Perú, Colombia, México, Argentina, Costa Rica y Ecuador.
En esta comparación, tenemos que en Uruguay, Brasil y Bolivia el gasto de energía supera el 5 por ciento, con el máximo del 6 por ciento para Uruguay, en tanto en el otro extremo están Argentina, Costa Rica y Ecuador, donde los valores son inferiores al 3 por ciento. Tras encabezar Uruguay la lista con el 6 por ciento, tenemos que le siguen Brasil con el 4,4 por ciento y Bolivia y Paraguay con el 3,5 por ciento, mientras Argentina sigue en el lugar más bajo con el 1,2 por ciento, México con el 1,5 por ciento y Ecuador con el 2,12 por ciento. Estos tres últimos países con la electricidad con menor incidencia en la canasta.
Aclara la consultora que si bien siempre resulta complejo comparar precios de la energía en distintos países, en particular el precio de la electricidad depende del nivel de consumo y la tarifa. Pese a eso, se observa que “Uruguay es el país energéticamente más costoso, ya que presenta la magnitud más alta del gasto en energía sobre el gasto total en los hogares, al tiempo que Ecuador, donde se subsidia el precio de la energía, se ubica en el extremo opuesto”.
Este panorama en Uruguay, como decíamos, no es nuevo, pero a la vez es muy complejo extrapolar situaciones entre países, por cuanto la canasta de energía tiene que ver con el costo de producción y generación en sí, la cadena logística, y sobre todo los impuestos que se aplican para llegar al precio final en hogares y empresas.
El tema de los impuestos es sustancial, porque en este caso el combustible y la electricidad son elementos de la canasta energética a los que se aplican más carga tributaria en nuestro país, por lo que los costos finales son en esencia políticos más que de precios reales del suministro.
No es poca cosa la gama de situaciones que se dan en la región, por cuanto tenemos que en nuestro país se está con los costos más altos en hogares y empresas en cuanto a la energía, debido sobre todo a que se aplican impuestos para financiar el gasto del Estado, y encima, en el caso de la electricidad tenemos que se cargan en el precio para destinar luego recursos a Rentas Generales para paliar el déficit fiscal.
Esto es poco menos que pegarse un tiro en el pie, porque se traslada a hogares y empresas adicionalmente este costo del Estado en las tarifas con vistas a destinar dinero al tesoro para por lo menos reducir la brecha entre gasto estatal y la recaudación, pero con la contrapartida de incrementar costos para las empresas, que pierden competitividad en el exterior y se recorta dinero a hogares para otros gastos.
Y decimos tiro en el pie, porque lo que se hace en los hechos es afectar las posibilidades de generar y reciclar riqueza en el país, porque también en este caso la necesidad de recursos por el Estado hace que se apliquen impuestos directos y encubiertos nada menos que en un insumo fundamental como la energía, para una recaudación rápida que permita ir atendiendo el día a día, pero cortando los brazos a los emprendedores.
Tampoco es una solución el subsidio que aplican otros países, con el caso extremo de Argentina, desde que lo que hace es por otra vía seguir detrayendo recursos de los sectores reales de la economía o imponiendo tarifas irreales a los operadores, por debajo de los costos, lo que desanima la inversión y por lo tanto el país se queda sin energía e ingresa en un círculo vicioso de insuficiencia de abastecimiento.
De lo que se trata, precisamente, además de alentar la inversión en el rubro, como se ha hecho en Uruguay, –lo que ha permitido diversificar la matriz energética– es de reducir la carga tributaria en las tarifas y paralelamente promover la eficiencia, para aliviar a los consumidores y emprendedores.
Y en este aspecto es sustancial contar con un Estado ordenado, eficiente y austero, de forma de no seguir asfixiando a los ciudadanos mediante energías encarecidas artificialmente, y sacarnos de encima de una buena vez el “honor” de encabezar el ranking de la energía más cara de la región.