Incremento de la carga animal en los tambos permite alcanzar una mejor utilización del recurso forrajero

La situación sanitaria del COVID-19 impidió que la actividad se realizara de forma presencial, pero desde la virtualidad salió una actividad interesante, dijeron los organizadores.

En los últimos años se ha dado un proceso de intensificación sostenido en el sector lechero uruguayo, donde se observó un aumento de la producción individual y de la carga animal en los sistemas, que redundó en una mayor productividad por hectárea.
De acuerdo a lo indicado durante la jornada virtual de Lechería que llevó adelante el equipo de la Estación Experimental “Dr. Mario A. Cassinoni” (Eemac) de Facultad de Agronomía, quedó claro que el incremento de la carga animal permite alcanzar una mejor utilización del recurso forrajero, pero trae acompañado la necesidad de aumentar el uso de suplementos, así como también resulta en un menor tiempo en pastoreo debido a la necesidad de recuperación del stock forrajero del sistema.
En Uruguay, en la mayoría de los sistemas mixtos de producción (pastura+encierro con suplementación), se suplementa en sistemas de encierro a cielo abierto, exponiendo a los animales a condiciones climáticas adversas, poniendo en riesgo el confort y salud de los animales, con posibles repercusiones en su desempeño productivo.
Dónde y en qué condiciones están las vacas en esos momentos en que no pueden acceder a las pasturas, que en sistemas de alta carga representa la mitad de su tiempo o más, es el punto crítico que dio origen a este trabajo.
En el informe compartido con los participantes de la reunión virtual, se indica que las diferencias en las condiciones del encierro del sistema BCA-DPM (pastoreo directo más suplementación), provocaron mayores costos de mantenimiento, evidenciado a través de las pérdidas por calor, lo que a su vez se vio reflejado en una menor eficiencia en el uso de la energía.
En línea con lo anterior, también se constató una mayor proporción de vacas con niveles de hidroxibutirato, compatibles con cetosis subclínica en este tratamiento. Además, las condiciones de estas instalaciones con mayor presencia de barro, provocaron un mayor nivel de suciedad de ubre en estos animales.
Si bien ambos tratamientos mixtos tuvieron similares oportunidades de acceder al alimento, las circunstancias ambientales de cada uno generaron diferencias productivas de 1,4 litros por día a favor de ACA-DPM, que fue forjado esencialmente durante la época de mayor estrés calórico.
Además, las vacas ACA-DPM presentaron una mayor frecuencia de “rumia” y “echado”, así como una menor temperatura subcutánea, respecto a las BCA-DPM, lo que sugiere un mayor confort durante el encierro para las primeras.
Por lo tanto, las condiciones adversas del ambiente durante el encierro pueden generar un menor confort, repercutiendo en mayores costos de mantenimiento, los cuales se pagan a expensas de peor salud metabólica y producción de leche.
Por último, como se mencionó al inicio, el tratamiento ACA-DTM funcionó como un control positivo y logró un mayor nivel de producción de leche y sólidos, basado en el mayor consumo de EM, con relación a los dos sistemas mixtos, con mayor eficiencia en el uso de la energía.
Esto también se vio reflejado en su mayor recuperación de estado corporal a partir de los 180 DEL.

Cama caliente

El sistema de cama caliente (o galpón de compost) se trata de un galpón que posee una cama de material orgánico que sufre un proceso de compostaje junto con las excreciones de los animales.
El manejo adecuado de la cama es esencial para proporcionar a los animales un ambiente cómodo y seguro del punto de vista sanitario.
La cama caliente funciona cuando hay un equilibrio entre fuentes de carbono, nitrógeno, agua y oxígeno.
El carbono es proveniente del sustrato agregado, el nitrógeno y agua es aportado por las heces y orina de los animales, y con la “movida” de la cama se permite el ingreso de oxígeno, lo cual debe ser realizado dos veces al día con un cincel que mueve a una profundidad de aproximadamente 30 centímetros.
Semanalmente se lleva a cabo el monitoreo de temperatura y humedad, donde el objetivo es acompañar la evolución y mantener la humedad entre 40 y 60% y la temperatura entre 43 y 60°C. Según lo observado en el monitoreo se hace el agregado de una capa de material nuevo.
Durante el otoño-invierno de 2019 la falta de materiales adecuados en stock, el exceso de lluvias y horarios de “movida” de la cama que no eran equidistantes, provocó un aumento de la humedad y una temperatura por debajo de los niveles deseados, surgiendo un brote de mastitis en los animales del tratamiento ACA-DTM.
El cambio de la cama del tratamiento ACA-DTM se realizó el 16 de agosto del 2019 y el material usado fue aserrín (70%) y chip de madera (30%). Desde agosto hasta diciembre, las reposiciones se hicieron con aserrín, chip y cáscara de arroz para ambos tratamientos.
Durante el verano, además de los materiales ya citados, se empezó a utilizar cáscara de pino. En el tratamiento ACA-DPM la cama se cambió el 7 de marzo de 2020, utilizando aserrín (60%), chip de madera (20%) y cáscara de pino (20%).
Desde la primavera 2019 y hasta el presente la temperatura en ambos tratamientos se mantuvo dentro del rango deseado, resultado conjunto del uso combinado de distintos materiales, horarios ajustados de movida de la cama y monitoreo periódico, facilitado por las menores precipitaciones en el presente año, comparado a 2019.

Lecciones aprendidas sobre manejo de cama caliente

El sistema de cama caliente requiere un monitoreo periódico y una rápida toma de decisiones para su buen funcionamiento. Es imprescindible respetar el área mínima de cama por animal y evitar la entrada de agua de lluvia (ej. aleros); tener material seco y en stock en el predio, con distintos tamaños de partícula; hacer las reposiciones con materiales adecuados en función de las necesidades (bajada en la temperatura, formación de agregados, humedad excesiva, etcétera).
Además, hacer la aireación de la cama dos veces al día, en horarios equidistantes y en ambos sentidos; monitorear la temperatura y la humedad periódicamente, sea con equipos de medición o con aspectos prácticos.