En febrero se cumplirán tres años desde que los viejos buques pesqueros coreanos “Adala 101” y “Sunshine” llegaron a Paysandú para su desguace, hecho que no se concretó, mientras que los pecios (así se define las embarcaciones desechadas) aunque tienen un dueño legal, siguen en las costas del río Uruguay, ocupando parte del astillero de la empresa Indre S.A. Hasta ahora, nadie se ha hecho responsable de que los pecios estén por ahora en tierra firme -dada la bajante en la altura del río- y cual será su futuro.
Las embarcaciones estaban abandonadas en el puerto de Fray Bentos, y la Administración Nacional de Puertos pagó 327.000 dólares a una empresa desguazadora de barcos para que los retirara de esa terminal, y los volviera chatarra comercializable. Esa empresa llegó a un acuerdo con quien arrendaba el astillero, la empresa Ubicar S.A., la que según trascendió recibió 80.000 dólares para desarmar los barcos en Paysandú. Sin embargo, esta empresa se fue sin entregar el predio, que finalmente fue recuperado por Indre tras un trámite judicial. El titular de Urbicar S.A. no pudo ser ubicado.
Luego vino otra empresa que aparentemente había negociado con Urbicar, pero comenzó con un desguace lento y de algunos elementos metálicos, como las hélices, que recuperó en algunas semanas de trabajo, y después también se retiró. Desde la ANP se informó a EL TELEGRAFO en 2018 que al cumplirse con el retiro de los pecios de Fray Bentos, lo demás fue “un negocio entre privados”, por lo que no les correspondía tomar decisiones.
“La chatarra sigue acá”
Carlos Poggi, uno de los principales de Indre, dijo a EL TELEGRAFO que “tenemos la propiedad, pero la chatarra sigue acá y no la podemos tocar”, ya que Indre no es titular del negocio de los pecios, sino quien los recibió hace tres años, y ahora no se lo puede ubicar. Calificó la situación como un error de la Administración Nacional de Puertos y de Prefectura Nacional Naval, ya que “se autorizó traer barcos de 700 toneladas cuando el astillero puede trabajar con barcos de hasta 300 toneladas, e incluso cuando vinieron ya había perdido la habilitación porque quien arrendaba no lo había renovado”.
La situación es complicada, ya que Poggi afirmó que si bien los barcos están en su predio, no los pueden quitar de allí. Esto genera varios problemas, como el peligro de contaminación, ya que esos barcos pesqueros tenían sistemas de refrigeración y no se sabe en qué estado pueden estar esos sistemas que utilizan químicos. Otro de los inconvenientes es que en varias oportunidades tuvieron que desalojar personas -en su mayoría jóvenes- que ingresan a los pecios, aunque no hay mucho que recuperar. En uno de esos casos, hace ya tiempo, se produjo un incendio en uno de los barcos.
Sigue ingresando gente
En la reciente visita de EL TELEGRAFO al lugar, pudo constatarse que se instaló nuevamente una forma de subir a uno de los barcos, utilizando como base un tanque metálico de 200 litros y una suerte de “escalera” hecha con sogas de grueso calibre, lo que permite subir a la gran estructura.
Por otra parte, hay una negociación pendiente con armadores argentinos, que ya vinieron en dos oportunidades a Paysandú, que están interesados en establecerse en el astillero para atender las naves que hay en esta zona del río Uruguay, considerando que es el único astillero en todo el litoral, y los más cercanos están en Buenos Aires o Montevideo. Poggi dijo que si bien la presencia de los barcos no impide el trabajo del astillero, el potencial peligro por incendio, contaminación y hasta por su reflotamiento en caso de una creciente -que por ahora no está prevista- representan una situación irregular en ese lugar de trabajo.
Además, ya está cercana la fecha de realizar el mantenimiento obligatorio al buque Renemar -la refuladora de la Intendencia- y también uno de los propios barcos de Indre que recuperan arena y pedregullo del río. Estas circunstancias también hacen considerar la necesidad de recuperar el astillero en su totalidad para esa función.
Los llevaron a tierra con tractor
Cuando los barcos fueron abandonados en Paysandú, estaban anclados a unos cien metros de la orilla, por lo que cuando comenzó la crecida del río Uruguay semanas después, hubo nerviosismo por si los barcos podían romper las amarras y correr la misma suerte que los barcos de Carmelo, que ahora nuevamente son noticia porque los desguazarán a un costo muy importante para el Estado.
En aquel momento, una empresa capitalina logró, con el apoyo de un tractor y aprovechando la creciente, subir al menos la parte de proa de los barcos sobre tierra. Hoy, con el estiaje del río, toda su extensión está sobre la tierra, pero con el seguro de una sola linga uniendolo a la estructura del astillero.
Si bien hay dudas sobre a quien le corresponde la responsabilidad de los barcos, una fuente afirmó que “los barcos tienen dueño, los que licitaron con la ANP, y ellos deberían exigir que se cumpla con la licitación y desguazarlos, porque eso es un riesgo para los vecinos, como el Club de Pescadores, el Yacht Club y las embarcaciones que están en el río y hasta el mismo puerto de Paysandú, que tanta inversión ha recibido”.