Inversiones de impacto

Aunque aún sumidos en una faceta muy dura de la pandemia por Covid-19 y todas sus implicancias y afectaciones sociales, económicas y sanitarias, muchos han comenzado a preguntarse cómo será el mundo y el Uruguay post pandemia y la respuesta puede ser muy simple y muy compleja a la vez: como seamos capaces de lograr que sea.
La presente gran pandemia de inicios del siglo XXI podría también haber traído algunas oportunidades. Entre ellas, la posibilidad de una valoración más profunda de nuestro medio y circunstancias, o agudizar la creatividad y apelar fuertemente a la innovación para reconvertirse, aprovechar los recursos –materiales, humanos, de infraestructura– que sí disponemos y darle nueva o mejor utilidad.
En esta especie de reciclaje y agregado de valor a gran escala, urge orientar el capital financiero y humano hacia la inclusión social y económica, con perspectiva ambiental y de sostenibilidad.
Un ejemplo a escala local es la iniciativa Camino del Sacramento –inspirado en el Programa de Caminos Naturales “Vías Verdes” de España– que consiste en recuperar infraestructuras ferroviarias y caminos abandonados para propiciar su uso público. En la versión uruguaya se pretende transformar en “caminos verdes” un centenar de kilómetros de vías férreas en desuso en el departamento de Colonia vinculando la ciudad capital con localidades como La Estanzuela, Tarariras, Barker, Rosario, Nueva Helvecia y Cufré. Se trata de una iniciativa finalista del concurso latinoamericano Sur Sur Innova que busca premiar a propuestas turísticas con tres características: respeto al medioambiente, respeto a las comunidades locales y reactivación de la economía.
En ese sentido es que la Organización de las Naciones Unidas, a través de su secretario general hizo un llamado para transformar la adversidad en oportunidad y poner el foco en “reconstruir mejor”, a partir de la creación de sociedades más sostenibles, resilientes e inclusivas.
¿Cómo podemos avanzar hacia esa meta? ¿Cómo movernos más rápido y en qué sectores es posible hacerlo? ¿Dónde están las inversiones y el financiamiento? Son preguntas totalmente lógicas y deseables sobre las cuales existe información relevada y sistematizada aunque no siempre fácilmente identificable o accesible.
Recientemente la Oficina de la Coordinadora Residente de las Naciones Unidas y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo conjuntamente con Acrux, realizaron un informe que aporta una mirada amplia al estado del ecosistema de las denominadas “inversiones de impacto” en Uruguay con la finalidad de aportar insumos, estimular el pensamiento innovador y fomentar la acción.
Según datos del último informe del Global Impact Investment Network (GIIN), el tamaño del mercado de inversión de impacto global estimado al final de 2019 es de 715.000 millones de dólares, lo que indica que una cantidad significativa de capital está trabajando para hacer frente a los desafíos sociales y ambientales del mundo.
Los datos, recopilados a partir de más de 1.720 inversores de impacto del mundo, señalan que un 70% son gestores de activos, mientras que el 17% son fundaciones, y el resto son cooperativas de crédito, bancos, family offices, fondos de pensiones y compañías de seguros.
En definitiva, se trata de una de las ramas o formas que asumen las finanzas sostenibles. Su aporte esencial es el de señalizar las opciones de inversión que, además de perseguir el rédito económico a sus accionistas, aseguran un impacto positivo en términos ambientales, sociales y de participación de las decisiones y beneficios. Es decir, son inversiones que financian a empresas o proyectos que actúan en la economía, mejorando las condiciones sociales de sus habitantes y/o cuidando o mejorando los ecosistemas, a la vez que aseguran formas de gobernanza participativa y con esquemas de remuneraciones poco concentrados.
Según el informe, en los últimos 5 años, el mercado de inversión de impacto en Uruguay ha evolucionado, generando condiciones incipientes para poder desarrollarse más allá de un mercado de nicho. Sin embargo, estas condiciones no se traducen en una oferta significativa de instrumentos de inversión de impacto específicos, ni en un volumen considerable de financiamiento orientado a este tipo de inversiones.
“El país presenta varias iniciativas que de momento están aisladas y se requiere una visión global que permita articular estos logros y vincularlos con la Agenda 2030, poniendo en evidencia cómo las inversiones de impacto pueden ayudar a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, señala el estudio que “busca entender por qué teniendo el nivel desarrollo del mercado de inversiones privadas, la estabilidad y condiciones favorables de mercado, y el marco regulatorio conducente en Uruguay, las inversiones de impacto no logran aún traccionar el volumen de financiamiento esperado”.
Los sectores más relevantes identificados en nuestro país para la inversión de impacto incluyen el uso y tratamiento del agua y efluentes, el empleo juvenil y reconversión al empleo, la construcción sustentable de viviendas, la agricultura regenerativa, orgánica y agro-tech, la producción sostenible de alimentos, finanzas inclusivas (fin-tech), producción, almacenamiento y acceso a energías renovables de fuentes limpias, reciclado y alternativas al plástico, economía circular, soluciones y calidad de vida para adultos mayores y, en el área de la salud, reducción del consumo de azúcar y acciones que promuevan la salud y bienestar.
No obstante, el informe señala que una barrera que afecta al éxito del sector en Uruguay es la falta de información. “Los inversores potenciales se han mostrado cautelosos ante un sector que aparece nebuloso y es esencial más claridad sobre los segmentos de mercado, el desempeño y las prácticas”, a la vez que “expresan dudas en la capacidad de gestión comercial y escala de los proyectos y emprendedores de impacto”.
Por su parte, los funcionarios del nuevo gobierno “no están bien informados sobre inversión de impacto, instrumentos, medición de impacto y sobre la posibilidad de alinear sus objetivos y presupuestos al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)” y para el sector emprendedor es necesario brindar capacitación en desarrollo de negocios y administración a fin de que puedan escalar los mismos hacia emprendimientos comercialmente viables.
Los desafíos son unos cuantos y tener avances requiere de la participación articulada del sector público y privado así como de adecuar modelos de negocios para que incluyan la dimensión social y medioambiental como un aspecto central alineado al negocio principal. No obstante, es una oportunidad interesante, ya explotada en otras partes del mundo y sería deseable no desaprovecharlas por desconocimiento o falta de información. Porque perder ese tipo de trenes implica arriesgarse a que no vuelvan a pasar.