Manuel Soca es un joven capataz en la estancia “Cerro del Bombero”, cercano a Capilla del Carmen, por la ruta 25 y su vida siempre estuvo relacionada a las tareas agropecuarias. “Mi abuelo tenía campo, luego vendió pero siempre estuve relacionado al medio rural. Soy técnico agropecuario y estoy acá desde hace 12 años”.
Explica que el establecimiento “maneja tecnología de punta para lana fina y súper fina. Es un gran establecimiento y se hace un buen manejo de la majada para lograr una mejor calidad. Tratamos de hacer un manejo extensivo y de tener la mayor cantidad de corderos posibles de cara al invierno, con la próxima parición”.
Asegura que “tener la majada sana para que produzca bien, lleva mucho trabajo”. Porque la tarea se lleva adelante “con procesos biológicos y sin horarios. Tanto sea cuando llueve, o si hay una parición en la noche”. La mejora continua exige un cuidado extra de los animales, posterior a la esquila. “Trabajo que desarrollamos normalmente con el ingeniero agrónomo Juan Bazzano, administrador del establecimiento”, agrega.
La tecnología ha ayudado a mejorar la genética, la comunicación y el transporte. No obstante, el estado de la caminería se vuelve fundamental para sacar la producción y realizar buenos embarques. “Desde Guichón a Piñera hay bitumen y desde ahí a la estancia es camino de tierra. De aquí a la ruta hay unos diez kilómetros y si tenemos que embarcar cuando llueve, hay que esperar. Todo depende del clima”.
En su generación, “todos los técnicos agropecuarios que salieron conmigo de la escuela agraria están en escritorios rurales. Pero yo seguí vinculado al campo desde el territorio porque estudié para esto. Para el manejo de animales y de la tecnología. Siempre he sido vocacional porque para mí, el trabajo en el campo es una pasión. Lo hago con gusto y volvería a elegirlo”.