Cuando los perros “sanan el alma” (x 7)

Es común que quienes tienen perros de raza pura quieran cruzarlos y generar descendencia para conservar la línea familiar, para comercializar o para quedarse con algún cachorro, porque es el hijo de la querida mascota. Pero… ¿qué pasa cuando se tiene como mascotas una pareja de ovejero alemán y además se toma la decisión de quedarse con todos los cachorros?

Sí, es de imaginar la expresión de la cara del lector en este momento. Pero Con-tacto Animal puede asegurarles que Susana Correa y Mario Aguilera, junto con sus tres hijos, están felices con su inmensa familia canina y sienten que tomaron una de las mejores decisiones de su vida.

Una familia como tantas –Susana es enfermera y Mario trabaja en un banco– que un día adoptó un perro pensando en un guardián para la chacra que recién habían comprado. En enero de 2019 llegó Naithan, un ejemplar de ovejero alemán que empezó a conquistarlos. Cuando Naithan tenía 7 meses, llegó Zoe, de la misma raza.

Plena de emoción, recordando esos momentos, Susana cuenta: “Nos empezó a cambiar la vida con ellos, nos dejamos guiar por el corazón y empezamos a enseñarles cosas de la manera que nos parecía bien. En el primer celo de Zoe, nuestro hijo menor se la llevó para su casa, pero en el segundo celo quedó embarazada. Yo lo noté cuando ya llevaba 53 días de gestación, lloré toda la tarde de la emoción, pensando en que tendría cachorros, y desde entonces la acompañé más que nunca, con música especial, le hacía reiki. No había otra conversación en mi familia que saber cómo estaba Zoe”.

“No puedo expresar solamente con palabras lo que fue ver a los cinco perritos recién nacidos –cuatro hembras y un macho– los sentía como parte nuestra. Teníamos mucho miedo pero a la vez estábamos muy felices”, explica.

A partir de ese momento comenzó la mayor aventura: “El día que le presentamos los perritos al papá fue muy emocionante, entonces nos empezó a costar imaginar que se los llevaran. No fue fácil la etapa del amamantamiento, la ayudábamos entre todos con la alimentación de los cachorros. Cuando se pudo, con la ayuda del veterinario Germán Matosas, esterilizamos a Zoe”.

Y a medida que pasaban las semanas, y los cachorros iban creciendo, el debate era si quedarse o no con todos los cachorros. Y recuerda que hubo todo tipo de comentarios al respecto: “me decían que no podía tenerlos a todos, que estaba loca. Sí, loca de amor por ellos. Hice oídos sordos y finalmente pudimos encontrar alguien que nos entendiera y decidimos mantener unida a la familia”.

Así, Susana y Mario comenzaron a hacer girar su mundo en torno a sus perros, su familia multiespecie, con Naitan y Zoe a la cabeza, y los cachorros Junior, Cielo, Selva, Gloria Raisa; nombres elegidos entre sus hijos y nieta.

DOSIS DIARIAS DE AMOR

“El día a día nuestro es despertar y saber que hay siete peluditos que nos están esperando. Ellos andan al aire libre, pero hemos hecho mejoras en la casa pensando en ellos, para darles la mejor calidad de vida posible.

Salimos y hacemos una caminata juntos, y hay que tener mucho tacto porque quieren ir todos al lado de uno. Si no coinciden nuestros horarios con mi esposo, cada uno hace su caminata con ellos a cierta hora del día”, relata Susana, con total satisfacción.

“Les hablo antes de salir, que no peleen, que los amo a todos por igual. Todo el tiempo les hablo, los llamo, les doy muchos mimos. Al regreso de la caminata, me encargo de que todos tomen agua, primero Naitan, luego el resto, y nos sentamos juntos. Les hago reiki y ahí podemos estar tranquilos todos juntos”.

RESPONSABILIDAD EN UN MARCO NATURAL

Tener siete perros de considerable tamaño en un mismo espacio también constituye un detalle a tener en cuenta a la hora de vincularse socialmente, pero para Susana y Mario eso es algo que manejan en forma natural y responsable: “siempre hemos tratado de relacionarlos bien con nuestras amistades, les pedimos a los niños que no los toquen, que no se acerquen mucho, que no estén solos con los perros, porque ahora ya tienen 10 meses”.

Por otra parte, “cuando los cachorros cumplieron siete meses, el doctor Matosas los castró a ellos y a Naitan”, aclara Susana, agregando que a medida que han ido creciendo, tanto ella como su esposo y sus hijos están particularmente atentos a “los cambios de conducta, si hay alguna molestia entre ellos intentamos saber qué pasa, con amor los vamos guiando. Vivimos el día a día atentos a ellos, buscando qué es lo mejor”.

“Todos los días tenemos anécdotas preciosas para contar, nos cambió la relación familiar, no ha sido y no es fácil, pero seguimos creyendo que es posible la convivencia, con una buena educación. Los peluditos te sanan el alma, solo necesitan comida y amor verdadero y te protegerán siempre”.
“Ellos llegaron a mi vida en un momento muy especial, confío en que todo es perfecto y todo pasa por y para algo”, resalta Susana, emocionada hasta las lágrimas, y culmina diciendo que “tener perros, si hay una buena conexión, ayuda a sanar el alma, y el cuerpo responde. Yo lo experimento cada día”.