“Tenemos una deuda como sociedad”

Marilina Odella tiene 45 años, nació un 7 de diciembre y trabaja en la oficina de Relaciones Humanas de Azucitrus. Vive con su esposo Jorge, su hija Carolina y su madre Pocha, y la familia se completa con 5 perros y 3 gatos.

Apasionada de la música, prefiere escribir antes que hablar, aficionada a la fotografía de la naturaleza (avistamiento de aves) y a los paseos en familia. Los animales son parte de sus pasiones pero en realidad se han convertido en su causa, desde hace muchos años.

Su gran sensibilidad por los animales la llevó a pensar que eso “tenía que servir para algo más que para lamentar las cosas injustas que ellos viven. Desde ese entonces dejé de comer carne e inicié mi camino en busca de derechos para los que no pueden pedirlos”.

“Junto a activistas y organizaciones como Asociación Animalista LiberaUy, logramos traer un programa de sustitución de carros tirados por caballos por motocarros a Uruguay. Ese programa, Basta de TaS, es el que logró que al día de hoy Colombia erradicara por completo la tracción a sangre y es el mismo que se está realizando en Montevideo, con un cambio de vida sumamente beneficioso para personas y caballos”, explica.

“Un sueño cumplido por el que trabajamos mucho fue el traslado de los leones del ex zoológico de Paysandú hacia un santuario. También nos emocionamos hasta las lágrimas cuando junto con la oenegé Amigos de los Animales logramos que se cerrara el zoológico. En este activismo que muy seguido nos invade de tristezas, este tipo de logros se sienten como una señal de que cada grano de arena significa un cambio en la vida de seres inocentes y que por eso hay que continuar”.

Entre sus mayores sueños destaca “la convivencia respetuosa entre humanos y animales contemplando los derechos de ambos y manteniendo el equilibrio con el ambiente”.
Y, siendo un ser humano como todos, también tiene grandes penas personales y de las otras: “De mi vida personal mi mayor pena fue la enfermedad de mi padre y su muerte. Tampoco fue fácil convivir con una enfermedad renal que me mantuvo en diálisis durante ocho años hasta que por fin llegó el trasplante. Y de la vida en general lo que más duele es la injusticia, el hambre en el mundo, la violencia de todo tipo, el maltrato y abandono animal”.

POR QUÉ HACERLO

Sobre lo que la llevó a emprender este camino de ayuda a los animales, aclaró que “el camino del activismo se fue nutriendo con el sufrimiento de los perros abandonados, con hambre, frío y a la intemperie sin poder pedir ayuda; los que pasan la vida entre los alambrados de un refugio y mueren sin saber lo que es un hogar cálido. Tenemos una deuda como sociedad y con conciencia y trabajo podemos ir mejorándola”.

“Mi motor es la esperanza, y creer que se puede. Mi motor humano es mi niña de 11 años y pensar en que los niños puedan vivir en un mundo de paz y armonía con todos”.

FUTURO INMEDIATO

Veo cambios que antes no veía. Veo actitudes muy prometedoras de personas y organizaciones que trabajan mucho salvando vidas y creando conciencia. Por ejemplo, estoy segura de que en lo que a nuestros compañeros animales domésticos respecta, crece exponencialmente la cantidad de gente comprometida en su cuidado. Las redes nos muestran que hay muchas campañas de adopciones responsables, rescatistas, cadenas de gente organizando ayuda para refugios. Las personas están comprendiendo que la realidad de los perros en las calles es muy cruda y optan por adoptar o rescatar en vez de comprar. Este es un factor fundamental porque, dada la sobrepoblación y siguiendo el camino de lo éticamente correcto y aceptable, no podemos mirar para otro lado como sociedad y hay que dar una mano, sabiendo que un perro es un compañero fiel y agradecido”.

PROPUESTAS POSIBLES

“Involucrarnos cada uno de nosotros. Pensar que detrás de cada refugio y personas que ayudan, hay mucho sacrificio. Sacrificio de tiempo, de familia, de trabajo y de dinero. Y sobre todo hay mucho desgaste emocional. Cada adopción, cada colaboración económica o de mano de obra, significa un cambio importante. Y por supuesto que necesitamos una ley que tipifique como delito al maltrato y abandono de animales y que se actúe ante las denuncias. Y castraciones, muchas castraciones de perros y perras, gatos y gatas.

¿Y QUÉ OPINAN LAS MASCOTAS?

“En mi casa está Roby, el gordito tranquilo y mimoso. Tota, la que duerme bien estirada patas para arriba en el sofá, abarcando todo para no dejar espacio a otros. Nina, le decimos la reina gloriosa porque ella cree que domina todo pero es un manojo de ternura. Chiquita, la última que llegó a casa tras una vida de miedos y es la que me mira hasta que se le cierran los ojos, es una agradecida total. Bartolo es el comunitario; si bien trato de que no salga, ama salir a saludar al barrio que lo quiere. Todos rescatados de accidentes de tránsito y de abandono. También están los que no viven en casa y a diario voy a visitarlos y proporcionarles lo que necesitan: Lucas, el viejito divino; Mili, la regordeta; y Lara, la tímida. Y la familia gatuna está compuesta por Manuela, Garfield y Felipe”.

Según Marilina, sus mascotas piensan de ella que es “demasiado melosa con ellos y que no es necesario que les hable como bebés. Pero sus miradas dicen que me quieren un montonazo”.