Cuando un ministro se va…

En las últimas horas Germán Cardoso presentó renuncia a su cargo como ministro de Turismo en medio de cuestionamientos por las compras directas por publicidad que hizo desde esa secretaría de Estado. La dimisión fue presentada luego que Martín Pérez Banchero (exdirector de Turismo que fue cesado por Cardoso) difundiera al semanario “Búsqueda” las compras directas antes mencionadas, por cifras millonarias. De acuerdo con lo informado por “La Diaria”, Pérez Banchero denunció presiones por parte del ministro Cardoso para que aceptara hacer compras con las que no estaba de acuerdo. Dichas compras fueron también observadas por el Tribunal de Cuentas, el Banco República y el ministerio de Economía y Finanzas. Según “Montevideo Portal”, “a modo de ejemplo, Pérez Banchero indicó que se opuso a una compra de U$S 800.000 en gastos de cartelería en vía pública a una sola empresa cuando –según los cálculos del exjerarca– durante los cinco años de la última administración del Frente Amplio se gastó en promedio U$S 200.000 repartidos en seis empresas diferentes”. Cardoso, por su parte, en declaraciones formuladas a “Búsqueda”, “defendió su gestión, negó que las compras de publicidad de la secretaría de Estado se hubiesen apartado de las normas y aseguró que es víctima de un ‘ataque político’ que proviene de la interna del Partido Colorado”. El portal argentino Infobae consignó que “tras la primera denuncia de Pérez Banchero, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, recibió en su despacho a Cardoso y quedó satisfecho con las explicaciones. Sin embargo, la publicación del semanario hizo que Lacalle Pou diera marcha atrás con el respaldo y anunciara que debía estudiar nuevamente la situación”.
El cambio operado en la titularidad de la cartera ministerial de Turismo se suma a otras que tuvieron lugar en el actual período de gobierno, tales como la de los también colorados Ernesto Talvi (Relaciones Exteriores) y Carlos Uriarte (Ganadería y Agricultura), así como también el nacionalista Pablo Bartol (Ministerio de Desarrollo Social) y la designación de Luis Alberto Heber (Ministerio del Interior) y de José Luis Falero (Transporte y Obras Públicas), en estos últimos dos casos como consecuencia del fallecimiento de Jorge Larrañaga. Sin lugar a dudas se trata de modificaciones que forman parte de la actividad política normal y de las potestades que la Constitución Nacional le otorga al Presidente de la República, pero ello no es un impedimento para que ameriten algunas reflexiones en el marco de un sistema democrático que, como el uruguayo, es reconocido a nivel internacional. A tales efectos, resulta importante recordar que, de acuerdo con el artículo 174 de la Constitución Nacional, el presidente de la República adjudicará los ministerios entre ciudadanos que, por contar con apoyo parlamentario, aseguren su permanencia en el cargo. La norma mencionada deja en claro que los ministros deben contar con el apoyo parlamentario invocado como condición política para su nombramiento y permanencia en el cargo, siendo esto último lo que se busca asegurar con tales requisitos: que la persona designada tenga un respaldo que haga viable y sustentable su desempeño al frente de la cartera que le ha sido confiada. Más allá de lo señalado, creemos que la salida de estos tres ministros colorados (o de alguno de ellos) habilita la formulación de algunas reflexiones.
Para el Partido Colorado, esta nueva dimisión significa un golpe a la credibilidad de una fuerza política que durante más de cien años ha estado fuertemente identificada con el ejercicio del gobierno pero que hoy deja en claro que algo está fallando a la hora de elegir a las personas que entiende más calificadas para ejercer los diversos cargos ministeriales que finalmente han quedado acéfalos por uno u otro motivo. Al fin y al cabo, se trata de trata de tres ministerios de suma importancia para la actividad económica del país ya que se relacionan con áreas vitales para la generación de divisas, como sucede con los productos agropecuarios y la actividad turística. Si a eso le sumamos que las relaciones exteriores constituyen uno de los pilares básicos de la actividad de cualquier Estado (junto con las desarrolladas por el Ministerio del Interior y el de Economía y Finanzas), queda claro que el Partido Colorado debe “ajustar la mira” a la hora de presentar sus candidatos ministeriales el Presidente de la República. La caída de votos que elección tras elección viene sufriendo este partido (y la falta de un liderazgo claro en el sector que fuera encabezado por Ernesto Talvi) pone un manto de dudas sobre el futuro electoral de esta colectividad política.
Por otra parte, en el caso de Cardoso las desprolijidades denunciadas son de tal magnitud que ameritan una investigación más profunda, porque más allá de la supuesta legalidad de sus acciones, los manejos que se exponen de millonarias sumas de dinero no han contado con la transparencia necesaria y saludable.
Para el Presidente Lacalle Pou, mientras tanto, la salida de todos los ministros renunciantes –y de Cardoso en particular– admite una doble lectura. En primer lugar, puede ser visto como un error de Lacalle Pou en la elección de las personas que han dejado su cargo, pero esta visión debe ser apreciada teniendo en cuenta que como lo establece el artículo 174 de la Constitución Nacional, los ministros deben contar con apoyo parlamentario, lo que de alguna manera deja al actual Presidente (y a cualquiera de ellos) con ciertas limitaciones ya que debe asegurarse los votos en el Parlamento Nacional que le permitan aprobar las leyes que cumplan con su programa de gobierno. En la misma situación se encontró el expresidente de la República Tabaré Vázquez cuando en el año 2005 designó como ministros a los referentes de los sectores más importantes del Frente Amplio (José Mujica, Marina Arismendi, José Díaz, Héctor Lescano, Rodolfo Nin Novoa, Mariano Arana) logrando así su apoyo en ambas cámaras legislativas. En segundo lugar, la actitud de Lacalle Pou puede ser apreciada como una actitud proactiva, de un presidente que toma las decisiones y resuelve las situaciones en forma rápida y “corta por lo sano”, evitándole males mayores al país y a la propia coalición de partidos en el poder.
El Frente Amplio, por su parte, no puede adjudicarse como un triunfo político la salida de los tres ministros colorados antes mencionados, máxime cuando en el caso del Ministro Cardoso fue producto de un enfrentamiento con el director de Turismo y la fuerza política de izquierda tampoco hizo uso del mecanismo previsto en el artículo 93 de la Constitución Nacional que habilita a la Cámara de Representantes para acusar ante la Cámara de Senadores a diversos jerarcas (incluyendo los Ministros de Estado), por violación de la Constitución u otros delitos graves, después de haber conocido sobre ellos a petición de parte o de algunos de sus miembros y declarado haber lugar a la formación de causa. Queda claro que más allá de la pirotecnia habitual que se despliega en los medios de prensa en estos casos, el Frente Amplio ha sido un simple espectador de un enfrentamiento entre dos sectores del Partido Colorado.
Parafraseando al cantautor argentino Alberto Cortéz, “Cuando un ministro se va / Queda un espacio vacío / Que sólo puede llenar / La llegada de otro ministro”. Al fin y al cabo, en cada uno de los ministerios las mujeres, los hombres (y los nombres) pasan y los problemas del país y las necesidades cotidianas de sus habitantes permanecen, porque ellos no conocen de suculentos sueldos ni de cómodos autos oficiales como sí lo hacen quienes ocupen cargos ministeriales, aunque finalmente deban renunciar a los mismos.