Oportunidades laborales en el Interior profundo

Si bien las dificultades de empleo son un problema crónico en el Uruguay, y con mayor razón en tiempos de pandemia, esta problemática social y económica es aún más dramática en el Interior y ni que decir cuando nos situamos en el Uruguay profundo, desde que la falta de oportunidades laborales se conjuga con el mínimo acceso a servicios, incluso los más básicos, lo que se traduce no solo en pobreza y marginación, sino también en la emigración hacia los cinturones de las ciudades.
En este contexto es prioritario para atender esta realidad, y a la vez reducir las asimetrías dentro del territorio nacional, el llevar adelante acciones en procura de revertir este mal endémico que corroe nada menos que la savia vital que mantiene en pie al árbol.
La falta de oportunidades implica a la vez motivo de desesperanza para los jóvenes rurales, no solo en cuanto a empleo, sino a su vez para llevar adelante emprendimientos autosustentables tanto individuales como en forma colectiva, por lo que estamos ante un desafío clave para la economía rural pero también para su realidad social, además de tratar de retener a las familias en sus lugares de origen.
Y cuando hacemos referencia a las acciones que se requieren para cambiar la pisada, es pertinente traer a colación eventos como el ocurrido a principios de este mes de agosto, caso de la instrumentación del primero de cinco talleres con jóvenes rurales con propuestas de ideas para desarrollarse en su medio.
Se trata de un ámbito en el que los jóvenes expresan sus necesidades y exponen ideas a ser presentadas ante las autoridades competentes o quienes tienen facultad de decisión para hacer realidad estas inquietudes. Toman parte organizaciones y grupos vinculados a entidades como Cradeco, organización local de Colonia, que es parte de CAF (Cooperativas Agrarias Federadas), Federación Rural de Jóvenes, y de la Comisión Honoraria de la Juventud Rural, cuando además estamos cerca de los festejos del Mes de la Juventud Rural, y del Día Nacional de la Juventud Rural el próximo 27 de agosto.
Debe tenerse presente que la Comisión Honoraria de la Juventud Rural (CHJR) es un espacio de diálogo y cooperación entre el Estado y las juventudes rurales, que tiene como fin promover y fortalecer políticas públicas que garanticen el pleno ejercicio de los derechos de las juventudes vinculadas al medio rural.
Los talleres tienen sobre todo el objetivo de lograr la mayor participación de jóvenes rurales para que expresen sus demandas y necesidades, en el marco del trabajo comenzado el año 2020 por la CHJR, donde se definieron los principales ejes temáticos relevantes para las juventudes rurales de todo el territorio.
En una primera aproximación tenemos como elementos recurrentes, expuestos en anteriores oportunidades en diferentes ámbitos, necesidades como el acceso a la tierra y recursos productivos, así como incorporar modelos de producción, participación y organización, y acceso a servicios y mejorar la calidad de vida.
Nítidamente, las inquietudes convergen en considerar la perspectiva de lograr oportunidades para quedarse en el campo y desarrollar los primeros emprendimientos productivos, para lo que es fundamental el apoyo de organismos del Estado y otras instituciones.
Se hace hincapié sobre todo en que los jóvenes no tienen recursos para acceder a campos, con la salvedad de que si bien ha habido llamado del Instituto Nacional de Colonización (INC) exclusivos para jóvenes rurales, esta oferta no es suficiente, y no se cuenta a su vez con acceso a créditos y préstamos blandos.
Todos los insumos, ideas y propuestas generadas en estos talleres, se sistematizarán en un documento que será presentado por la Comisión Honoraria de la Juventud Rural (CHJR), invitada por la Vicepresidencia de la República a sesionar en el Parlamento, el próximo 27 de agosto, para conmemorar el Día Nacional de la Juventud Rural.
Es decir, que se elevará este compendio de inquietudes y propuestas al gobierno nacional para intentar generar conciencia sobre la urgencia, cada vez mayor, de obtener respuestas a problemas que por regla general son de larga data.
Vienen al caso además reflexiones de representantes de las diversas entidades de jóvenes rurales en diferentes oportunidades y ámbitos rurales, como la de que “ser joven es un constante desafío entre el avance de la tecnología y las limitaciones del medio”, a la vez de plantear su preocupación por el estado de la caminería rural y la necesidad del acceso a la tierra, de la capacitación, la importancia de las tecnologías que regeneran la tierra y los ecosistemas.
Otras inquietudes tienen que ver con la importancia de buscar espacios en el medio rural más cercanos a las ciudades para poder generar vínculos y a la vez vender sus productos directamente, es decir evitando la intermediación que se lleva buena parte del precio final, en perjuicio de productores y consumidores.
Estos aspectos sin dudas son ejes centrales de las acciones reclamadas a los gobernantes no solo por los jóvenes que viven en el medio rural, sino por actores de todas las edades en los sectores vinculados al agro, y por regla general por quienes desde diferentes ámbitos perciben el país como un todo, en la interacción e interdependencia campo-ciudad y no como una dicotomía, así como su proyección vital sobre la economía del país.
Y en este sentido no puede perderse de vista que es un elemento fundamental el apuntar a retener a las familias en los campos, con políticas proactivas más que como una reacción puntual ante circunstancias que hacen que continúe sistemáticamente la migración campo-ciudad, en la que los jóvenes juegan un papel fundamental por falta de atractivos en su lugar de origen.
Las reflexiones de integrantes de las entidades ruralistas sitúan los puntos clave para trabajar en este sentido. Sobre todo esto y más, es necesario trabajar sin pausa, porque no son novedosos, sino que lamentablemente, son factores crónicos que al no tener respuestas adecuadas a lo largo de los años, solo han hecho que el escenario se siga deteriorando, y el país desangrándose en su fuerza vital.
Pero sobre todo, es impensable que por mayor voluntad política y disposición que haya, en un solo período de gobierno o en un único partido puedan generarse condiciones determinantes para enlentecer y menos aún detener este proceso. Es preciso la participación de todos los actores, tanto del sistema político como de los organismos del Estado, entidades y sectores representativos del quehacer nacional en todos los ámbitos, para trabajar la instrumentación de políticas que coordinen esfuerzos más allá de un período de gobierno para quebrar este círculo vicioso de pobreza-emigración desde el ámbito rural.