Conocimientos que salvan

La semana pasada fue la Semana del Corazón, un apartado en el calendario que comenzó a dedicarse hace 30 años en nuestro país a concientizar sobre la necesidad de prevenir las enfermedades cardiovasculares. Las primeras tres ediciones fueron organizadas por la Asociación Procardias y el Programa de Enfermedades Cardiovasculares del Ministerio de Salud Pública y desde 1994 estos organismos, en conjunto con la Sociedad Uruguaya de Cardiología, la Cátedra de Cardiología de la Facultad de Medicina, el Sindicato Médico del Uruguay y la Federación Médica del Interior, fueron los asesores para la creación de la Comisión Honoraria para la Salud Cardiovascular.
La ley que creó la Comisión establece que es la encargada de organizar la Semana del Corazón, y todos los años se elige la semana del 29 de setiembre, Día Mundial del Corazón.
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte de uruguayos. La campaña que se lleva adelante durante la Semana del Corazón se enfoca a nivel nacional en estrategias de prevención de enfermedades y de promoción de la salud, orientadas a toda la población, pero con un mensaje que hace énfasis en aquellos que presentan mayor riesgo.
Aumentar el conocimiento de las personas sobre los factores de riesgo, permite mejorar su salud, su bienestar general, y combatir la mortalidad prematura causada por enfermedades cardiovasculares.
De allí que durante la Semana del Corazón se realicen y promuevan actividades que ayuden a generar hábitos “cardiosaludables”, bajo la premisa de que “pequeños cambios en el estilo de vida hacen la diferencia”.
Sin embargo de un tiempo a esta parte se ha sumado otro enfoque a la campaña de la Semana del Corazón, y refiere a la posibilidad de que eventualmente cualquiera de nosotros podría convertirse en el último recurso de otra persona, y salvar una vida. Claro, para ello hay que tener una base mínima de conocimientos que es la que se requiere para, primero, detectar que alguien está sufriendo un paro cardiorrespiratorio, y después, llevar a cabo los movimientos que se requieren para mantener a esta persona con vida mientras llegan los profesionales de la salud. En el marco de una política pública en este sentido fue que en 2017 se crearon los Sitios Cerca, uno de los cuales funciona en Paysandú, cuyo propósito es ir a capacitar “a domicilio” a grupos de personas, empresas, instituciones, en estos relevantes conocimientos.
Y es que esto de la salud cardiovascular requiere de un esfuerzo mayor al que se puede hacer durante una semana. Y esto, la instrucción en la aplicación de las técnicas de RCP, reanimación cardio pulmonar, es de las cosas que se puede seguir haciendo por la salud de las personas a lo largo de todo el año.
“Estas maniobras de reanimación sí salvan vidas”, afirmaba una de las instructoras en Paysandú, Luján Méndez, que además destacaba que este tipo de cursos se dictan con mucha practicidad, en un lapso de tres horas, y sin ningún tipo de costo adicional para las personas, empresas o instituciones. De hecho es una inversión que el Estado ya está haciendo en salud pública, al disponer los equipos en el territorio, por lo que es un recurso que es importante que la población aproveche. “Los paros no suceden a las puertas de las emergencias, suceden en cualquier lado, en la casa, haciendo una cola para pagar en un local, haciendo actividad física como se ha visto que grandes deportistas sufren enfermedades cardiovasculares. Cuanto más preparados estemos –porque vamos a hacer la primera respuesta para la persona que sufre este paro cardíaco–, van a haber más posibilidades de sobrevida de esa persona. Porque estadísticamente está comprobado que por minuto que pasa, si no hacemos nada, se pierde el diez por ciento de sobrevida de una persona”, afirmó Méndez.
Cuantas más personas poseen los conocimientos adecuados para aplicar estas técnicas, más chances hay de que si a cualquiera de nosotros nos toca sufrir un accidente de este tipo, encontremos una mano dispuesta a ayudarnos. Puede ser la diferencia entre la vida o la muerte, o incidir directamente en la calidad de vida de quienes sobreviven. Por eso, francamente, todos deberíamos plantearnos como una meta el aprender a realizar RCP.
Incluso hay países en los que el aprendizaje de estas técnicas ya se han incorporado a la formación básica, aún desde muy pequeños.
Claro está, no es lo único que se puede hacer, y no es lo único que se hace. Es valorable el esfuerzo que se realiza desde los equipos de nutrición de las entidades de salud, así como también desde las instituciones educativas por inculcar hábitos saludables alimenticios, solo que en este caso enfrentan varias barreras: por un lado aspectos culturales que hacen que la población en líneas generales se siga alimentando mal, algo en lo que la oferta no ayuda de manera alguna. Otro aspecto cultural que será difícil de combatir es el consumo de alcohol, también hondamente enquistado en la tradición nacional, un país que se vanagloria de los mayores indicadores de consumo per cápita. Hay otros hábitos a inculcar, como el combate al sedentarismo, las periódicas visitas al médico y los controles que deberían ser habituales y no quedarse solo en aprovechar que los están haciendo en la plaza durante la Semana del Corazón.