El 42% de asalariados gana menos de $25.000; alta inserción precaria

El Instituto Cuesta Duarte presentó el informe denominado “Impacto de la pandemia en el mercado de trabajo y la nueva ley de promoción de empleo”, donde analiza la evolución de los indicadores del mercado de trabajo antes de la contingencia sanitaria y su comparación con el escenario actual de apertura.
En el documento de 21 páginas, analizó que que la tasa de actividad cayó entre 2014 y 2019 desde 60,4% a 56,6% o lo que significó la pérdida de más de 60.000 puestos de trabajo.

Con la pandemia se agudizó el panorama y “durante el segundo trimestre de 2020, el período más crítico desde el punto de vista del impacto económico y social, la tasa de empleo bajó hasta 52,9%. Fueron casi 90.000 puestos de trabajo perdidos en dicha coyuntura”, señaló.
La tasa de desempleo se incrementó hasta 2019 y “al llegar la pandemia creció pero de forma relativamente moderada”. Cerró el año anterior a la declaración de emergencia sanitaria en 8,9% y tendió a ubicarse en torno al 10% en los primeros meses de 2020.

El documento estima que el aumento fue amortiguado por la caída de la oferta laboral, en tanto transformó a esa población en inactiva. “De hecho, si supusiéramos que la tasa de actividad no se hubiera visto afectada por la pandemia, la tasa de desempleo hubiera trepado hasta aproximadamente un 14%, reflejando íntegramente la enorme cantidad de puestos de trabajo perdidos”, explicó.

Al seguro

El informe se refirió a la matriz de protección social, como los seguros de desempleo cuyas condiciones fueron flexibilizadas y ampliadas a diversos colectivos. “El aumento en las altas mensuales se disparó de forma notable a partir de marzo de 2020, pasando de un promedio mensual de 11.000 a más de 80.000 en los momentos más críticos de la pandemia. La causal más utilizada fue la de suspensión, que implica un subsidio de 50% del salario que percibía el trabajador”.
En el segundo trimestre del 2020, “el total de trabajadores percibiendo un subsidio superó los 180.000, lo que representa más de un 20% del total de asalariados privados que cotizan a la seguridad social. Es un registro muy superior a los casi 47.000 beneficiarios que se alcanzaron en el momento más crítico de la crisis económica y social de comienzos de siglo”, señaló. Por tramos etarios, la crisis del empleo ha sido más profunda y permaneció estancada en la población con menos de 25 años. “En efecto, para este colectivo particularmente afectado, la tasa de empleo que en 2019 se había ubicado en 31% se desplomó en el segundo trimestre de 2020 a 25% y se mantuvo muy cerca de ese nivel durante el segundo semestre de ese año. Es muy claro como el impacto de la crisis se concentró con mayor intensidad entre los trabajadores más jóvenes”.

Por género, en los hombres el aumento del desempleo se concentró en el primer trimestre del año pasado. “Posteriormente la tasa de desempleo de los hombres se mantuvo relativamente estable, con una tendencia levemente decreciente hacia fines de 2020”, aclaró el documento. En las mujeres el índice de desocupación se incrementó “fuertemente en el segundo y sobre todo el tercer trimestre de 2020 hasta situarse cerca de 14%. Posteriormente, en el primer semestre de 2021 registra un descenso pronunciado que de todas formas mantiene una brecha algo mayor a la que existía con anterioridad a la llegada de la COVID- 19 al país”.

En los jóvenes

La desocupación en los menores de 25 años creció en forma sostenida desde el comienzo de la pandemia. Es “casi 5 veces más alto” en comparación con el resto de la población. Explicó que “hacia el último trimestre de 2020, la tasa de desempleo de este colectivo fue de 35,5%, muy por encima del 7,0% registrado para los trabajadores de 25 y más años de edad”. En cuanto al registro a la seguridad social de dicha franja, “este indicador presentaba un comportamiento relativamente estable en torno al 25%, lo que significa que uno de cada cuatro ocupados no realiza aportes ni está protegido por la seguridad social”.

Salarios

El Instituto Cuesta Duarte considera un ingreso salarial sumergido aquel trabajador que percibe menos de $25.000 líquidos al mes por 40 horas semanales de trabajo.

El año pasado, “más de 650.000 ocupados no alcanzaron a percibir $ 25.000 líquidos al mes por 40 horas de trabajo semanal, representando un 42% del total. Entre ellos, cerca de 225.000 no lograron superar los $ 15.000 líquidos. Sobre el 58% restante, unos 327.000 percibieron remuneraciones entre $ 25.000 y $ 35.000, 267.500 ganaron entre $ 35.000 y $ 50.000, mientras que cerca de 308.000 ocupados recibieron ingresos mensuales por encima de los $ 50.000 líquidos”, enumeró.

Por otro lado, “entre los asalariados, la cantidad de trabajadores con salarios sumergidos menores a $ 25.000 líquidos al mes asciende a unos 413.400, lo que representa un 37% del total. En el otro extremo, unos 230.000 asalariados perciben ingresos mensuales por encima de $ 50.000”. Y, entre los menores de 25 años, “la proporción de trabajadores que perciben remuneraciones inferiores a $ 25.000 líquidos al mes es de 69%”. De ese total, un 19% no llega a los $ 15.000 y solo un 7% gana entre $ 35.000 y $ 50.000. El 4% (cerca de 5.000 personas) supera esta última cifra.

Entre 25 y 39 años se registras cifras similares. “Un 37% del total no alcanzan los $ 25.000 líquidos mientras que tan solo un 17% percibe ingresos mensuales superiores a los $ 50.000”.

El documento reconoce que el resultado del registro es “esperable por su posible menor formación y capacitación, pero en una magnitud exageradamente alta que evidencia la inserción excesivamente precaria de este colectivo en el mercado laboral”.