Innovación educativa: en Guichón están pasando cosas

En la anterior edición de EL TELEGRAFO dábamos cuenta de la buena figuración de la Escuela Técnica de Guichón en el concurso nacional de innovación pedagógica Nodos, convocado por Plan Ceibal, la Administración Nacional de Educación Pública, ANEP, y el Ministerio de Educación y Cultura, MEC. Con esta convocatoria lo que se buscó fue identificar proyectos innovadores, los más innovadores en nuestro país, desarrollados en centros educativos, y a la vez reconocer su impacto en la mejora de los aprendizajes.

La Escuela Técnica, (UTU), de Guichón, se encuentra entre los cuatro centros educativos finalistas de este premio y es el único del interior del país que aspira al premio, y el único también del sistema del Consejo de Educación Técnico Profesional, CETP. Se puede conocer más sobre este premio en nodo.edu.uy y, de paso, dar su apoyo a la Escuela.

Lo seguro es que no se puede hablar de casualidades, cuando recientemente la misma escuela fue protagonista de un audiovisual realizado para un canal especializado en temas educativos de la televisión brasileña y también se la eligió para realizar el lanzamiento de uno de los capítulos del proyecto multimedia El misterio de Cabo Frío, basado en una novela de Guillermo Lockhart, pero con numerosos componentes virtuales y digitales.
Pero de qué se habla cuando se plantea innovación pedagógica. Para saberlo solicitamos a la dirección de la institución que nos permitiera conocer más sobre el proyecto, sobre el documento con el cual postularon a este reconocimiento tan importante.

En él se recorre su historia, desde su fundación en 1953 y su transformación de escuela de oficios en una referencia nacional en modernización educativa. La escuela asumió el desafío de encarar una nueva forma de trabajar en educación y volverse la primera opción de formación teórica para alumnos que buscan continuar estudios terciarios o universitarios, pero sin dejar de captar alumnos con el perfil tradicional, es decir, con dificultades en sus trayectorias o con el objetivo de ingresar rápidamente al mercado laboral.

Son ya seis años trabajando en este sentido y los resultados se empiezan a hacer visibles. Pero, ¿qué fue lo que se hizo en estos seis años?
Explica el documento que la propuesta educativa se estructura en tres componentes, de los cuales el primero y principal, es una innovación en la intervención de las prácticas educativas. Esta innovación se apoya en “el trabajo docente integrado en duplas o tríos con el objetivo de romper con el asignaturismo de forma excluyente”; “estructurar las intervenciones en base al trabajo en proyectos” que deben de atender una demanda y buscar una solución; evaluación que haga foco “en el proceso del estudiante y no en el resultado”, incorporando elementos de como la autoavaluación y la evaluación entre pares; “Potenciar el apalancamiento digital” y “Promover las competencias para la vida”. Además se propusieron desarrollar “un amplio calendario de actividades extracurriculares, sobre todo de vínculo con la comunidad”, generando espacios de interacción con otros colectivos. Algo de ello se vio en la Feria educativa, con la que coparon la plaza Williman, en el centro de la ciudad. Finalmente también se propusieron trabajar “mediante acuerdo o convenios interinstitucionales con otros centros educativos, referentes, organismos y empresas”.

A la vez la misma institución se planteó algunos desafíos a encarar en este proceso, como el de “romper con estigmatizaciones culturales” sobre la “UTU”; generar una propuesta que promueva la inclusión de alumnos; “lograr el compromiso de los docentes en su adecuación a un nuevo formato de trabajo”, que supone asumir “más riesgos profesionales y personales”; consolidar “la imagen de institución líder en la promoción de la sustentabilidad ambiental, de liderazgo en los procesos de desarrollo local, asociado a la defensa del patrimonio cultural, natural y sus recursos”, y la lista continúa.

Figura entre sus metas “generar una propuesta educativa innovadora, que motive a los estudiantes y transforme al centro educativo en una referencia de inclusión”; “ser una comunidad educativa caracterizada por la promoción de propuestas creativas, que potencien las capacidades de sus actores en todos los órdenes y mantenga un liderazgo en el campo de la educación pública” y “consolidar el perfil de ser un centro de promoción y generación de conocimientos y prácticas promotoras de la sustentabilidad ambiental, vinculadas al desarrollo local”.

Claramente esta institución se planteó un camino ambicioso. Tuvo a la vez la virtud de acercarse a la Red Global de Aprendizaje y al plan Ceibal, referentes indiscutibles en innovación educativa a nivel nacional e internacional, pero también hay una manifiesta intención de vincularse con la comunidad, en una interacción que retroalimenta a ambos, porque de qué sirve incorporar tecnología y formar a los estudiantes de una manera aislada y desconectada, que no permita que, en último término, la comunidad educativa y la sociedad en general se beneficien con el impacto de estos avances.

Podrá la UTU de Guichón ganar el premio o quedar en el cuarto lugar, y no será más que algo anecdótico en este proceso de transformación que se ha implementado, que es lo verdaderamente importante y que resulta un ejemplo de construcción colectiva.