Rutas culturales

La puesta en valor de los recursos patrimoniales materiales e inmateriales es una vía para desencadenar procesos de desarrollo local con énfasis en la dinamización de la economía, el turismo, la creación de fuentes de trabajo y la cohesión social.
La asociación entre territorio y el desarrollo cultural, social y económico de las comunidades en vinculación con rutas culturales es algo que existe desde hace mucho tiempo en el mundo y más recientemente se han comenzado a desarrollar en nuestro país como propuestas formales y avaladas e impulsadas institucionalmente.
Podríamos citar como ejemplo el caso del Comité Rutas Unesco, que en 2017 comenzó a encargarse de la gobernanza interinstitucional de la ruta que vincula el Barrio Histórico de Colonia del Sacramento y al Paisaje Industrial de Fray Bentos, al tango y al candombe, al geoparque Grutas del Palacio y a las reservas Bañados del Este y Bioma Pampa-Quebradas del Norte.
Se trata de un esfuerzo interinstitucional –dado que este comité está presidido por la Comisión Nacional de Uruguay para la Unesco e integrado por los ministerios de Educación y Cultura, Turismo, Transporte y Obras Públicas, Vivienda y Medio Ambiente; las intendencias de Colonia, Flores, Montevideo, Río Negro, Rivera y Rocha; la Administración Nacional de Educación Pública y el Consejo de Educación Técnico Profesional– que aún en pandemia ha desarrollado interesantes acciones como la organización este año, a través de Instagram, de la primera edición del Premio Rutas Unesco, que recibió más de 3 mil fotos a concurso y otorgó 4.750 dólares en premios.
En otra iniciativa que está en sintonía con lo anteriormente expresado, el Ministerio de Educación y Cultura realizó recientemente la presentación de la primera ruta del programa Rutas Culturales y Creativas que según fue anunciado, promoverá una serie de recorridos históricos guiados por diferentes puntos del país.
Esta primera ruta que se pone en marcha es la “Ruta de la Guerra Grande”, en el marco del 170º aniversario de la firma del tratado del 8 de octubre de 1851, que dio por finalizado este conflicto desarrollado entre 1836 y 1851.
Sin memoria histórica “la vida se vuelve menos rica y nosotros, menos capaces de saber quiénes somos”, afirmó el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira durante la actividad de presentación de dicha ruta, realizada en el Museo del Arma de Ingenieros Aduana de Oribe, en Montevideo, como inicio de una propuesta de circuitos realizados el fin de semana pasado en diferentes puntos de la capital, entre ellos un recorrido guiado por el que fuera el centro comercial, industrial y portuario del gobierno del Cerrito, entre 1843 y 1851, y visitas por la Ciudad Vieja.
De acuerdo a lo expresado por la directora nacional de Cultura, Mariana Wainstein, hay varias rutas que están siendo trabajadas y se pondrán en marcha, tales como la Ruta de las Migraciones, Ruta del Tango, Ruta del Candombe o Ruta del Folclore.
A su vez, recordó que el programa Rutas Culturales y Creativas, creado el año pasado, ya ha realizado convocatorias como Arte Cartográfico, que tuvo como resultado la realización de mapas artísticos de la región litoral y próximamente realizará una convocatoria para la creación de mapas de la región Este del país. “Entusiasma mucho también que las rutas no partan de nuestras oficinas, sino que partan de la gente, de las diferentes localidades”, dijo mencionando un proyecto de Santa Clara de Olimar, Treinta y Tres, en donde se está trabajando una ruta que llega hasta el sur de Brasil, que contará con el apoyo de la Dirección Nacional de Cultura, dijo la jerarca al destacar el potencial enorme de las rutas culturales.
Existen muchos ejemplos en el mundo de rutas culturales como las que se están proponiendo, recorridos que sirven como andamiaje para construir relatos culturales en el territorio, asociados derroteros físicos y simbólicos que vinculen diferentes hechos históricos y sociales y como se señala desde el propio programa de Rutas Culturales y Creativas, “buscando que tengan la intención de narrar una historia, dejando lugar para la ilusión, la creación y la imaginación”.
Uruguay, en su pequeñez geográfica posee una gran diversidad y riqueza cultural producto de nuestra propia historia como nación y la conformación heterogénea de su población a través del tiempo. Posee también riquezas naturales, tradiciones y costumbres que poco necesitan para constituirse en el centro de una ruta, un camino, un recorrido. En cada caso es posible posicionar a la cultura local como eje fundacional de los relatos y trabajar los imaginarios colectivos.
La experiencia y la puesta en valor de las narrativas culturales que aúnan lugares, relatos y personajes son ejes fundamentales de este tipo de propuesta y, como bien señaló el ministro Silveira en la presentación de la Ruta de la Guerra Grande, el valor de la creación de programas donde se visibilice la historia de la nación, “la vida se vuelve menos rica y menos cargada de temas interesantes y nos volvemos menos capaces de saber quiénes somos si olvidamos lo que tiene que ver con la historia de la sociedad a la que pertenecemos […] perder la capacidad de recordar eso nos empobrece”.
A diferencia de otras formas de turismo cultural, las rutas culturales llevan en su esencia la movilidad, es decir, exigen recorrer, ver, conocer y sentir para disfrutar la experiencia. Requieren también un entramado de actores sociales, gubernamentales, empresariales o comunitarios que sostengan esa actividad.
En este sentido, la generación, desarrollo y sostenibilidad de estas rutas necesitan apoyos públicos que impulsen, asesoren y dinamicen. En muchas ocasiones eso es posible de realizar redireccionando recursos humanos y materiales existentes y, en otros, será necesario crearlos.
Como contrapartida, está comprobado que el funcionamiento de este tipo de rutas conlleva un efecto dinamizador de las economías locales, en particular los pequeños emprendimientos y empresas asociadas dado que los visitantes necesitan realizar estos recorridos en el marco de una experiencia de calidad.
Son esfuerzos que es necesario coordinar, incluso a nivel de políticas públicas, para fortalecer las capacidades del país para la puesta en valor y salvaguarda comunitaria de su patrimonio material e inmaterial así como para la generación de nuevas oportunidades para las poblaciones locales.