Cambio climático (e ainda mais)

Uruguay, Argentina, Brasil y Paraguay acordaron la creación de un grupo de negociación sobre cambio climático. Ese es, textualmente, el título de la publicación en la página del Ministerio de Ambiente de nuestro país. Ahí hay una palabra en particular que hace encender una alerta, y no es otra que “negociación”. Cuando se habla de negociación se hace referencia a una transacción, a hacer algunas concesiones para conseguir el objetivo. Y este anuncio se produce en el contexto de una cumbre a la que se llegó con un montón de alertas previas acerca de la angustiante situación a la que los seres humanos hemos llevado al planeta y lo urgente de tomar las medidas necesarias para evitar catástrofes mayores. Pero no, en el Mercosur parece que no lo entendemos así y pensamos que todavía estamos en situación de llevar adelante negociaciones.

Y es que cuando se profundiza un poco más en la noticia la situación no mejora, porque quedan plenamente en evidencia las intenciones. “Entre las prioridades del grupo se destacó la relevancia de la agricultura para la seguridad alimentaria global”. Indudablemente el punto de partida es cuando menos discutible. Si en un ámbito que tiene por propósito “negociar” sobre el cambio climático, lo primero que se va a considerar es la “relevancia de la agricultura para la seguridad alimentaria global”, queda muy claro por dónde irán las tales negociaciones.

Ojo, entendámonos, no vamos a pretender que se discuta la relevancia de la agricultura para la seguridad alimentaria global. Es claro que sin agricultura no es sostenible pretender alimentar a la población actual del mundo (aunque no podemos desconocer otros problemas como el desperdicio global de alimentos, que, si se pudiese optimizar permitiría reducir el volumen de alimento que hoy se requiere para alimentar a la población), pero lo que sí podemos poner en tela de juicio es que quienes van a hablar del cambio climático tomen desde el vamos el argumento que sostiene un modelo productivo que ocasiona muchos problemas. Problemas que hemos visto una y otra vez en los veranos con la aparición de las floraciones algales que contaminan nuestros ríos, nuestras fuentes de agua y que también amenazan con perjudicar una de nuestras principales fuentes de recursos, como el turismo.

Si la base para empezar a discutir sobre el cambio climático es que no se puede tocar ese modelo productivo, bueno, no podremos esperar grandes cosas de este grupo de negociación.

Se cita en el artículo al ministro Adrián Peña afirmando que “acordamos comenzar a trabajar en conjunto los temas ambientales a través de acciones de cooperación en conjunto y de esta manera posicionarnos como países productores de alimentos que están en camino hacia una responsabilidad ambiental en sus sistemas de producción, de manera de facilitar el acceso de nuestros productos a los mercados”. Y en estas palabras aparece otro elemento que hace pensar que el eje de discusión está cuando menos “corrido”, y es que introduce el concepto de “acceso de nuestros productos a los mercados” como otra de las prioridades de trabajo. Y de nuevo, otra vez los problemas ambientales en segundo plano.

El grupo, se anuncia, tiene un enorme potencial “para enfrentar de manera conjunta los desafíos ante el cambio climático y acceder de esta manera a mejores soluciones financieras para poder implementar la acción climática”. Esta afirmación también tiene implícita cierta ambigüedad, y lógicamente habrá que esperar a que se generen cosas más concretas en este ámbito, pero si para algo se fuera a requerir financiamiento, debería ser para procesar las transformaciones que hagan falta y tender a abandonar un modelo que está poniéndonos contra las cuerdas, aunque cueste admitirlo. Y Peña ha sido de los pocos políticos que han sabido reconocer que hay problemas.

El mismo día que el Ministerio de Ambiente publicó sobre la creación de este grupo de negociación sobre el cambio climático, la agricultura y el acceso a los mercados, también publicó otra nota en la que aludía al Día del Campo Natural bajo el título “Los pastizales, nuestra Amazonía”, como forma de poner en relieve la importancia de este sistema natural que compartimos también con los países vecinos, destacando el Ministerio de Ambiente (MA) “su preocupación y compromiso con la conservación y utilización sostenible de estos ecosistemas”. Ecosistemas que enfrentan la fuerte presión (justamente) de sistemas como la agricultura y la forestación, que han producido significativas modificaciones en el campo uruguayo y de la región.

“Los pastizales, también llamados campo natural, son los ecosistemas predominantes en Uruguay. Se encuentran dominados por gramíneas (pastos) nativas, hierbas, arbustos, y ocasionalmente árboles. Cubren aproximadamente el 60% de la superficie terrestre y forman parte de los pastizales del Río de la Plata, una de las áreas de pastizales más importantes del mundo”.

La publicación destaca aspectos tales como que “la riqueza vegetal de los pastizales representa el 80% de la riqueza de todo el país (2.000 especies), incluyendo 400 especies de gramíneas. A su vez, los pastizales son hábitat para la fauna, destacándose que el 55% de especies de las aves y el 19% de las especies de mamíferos amenazados de nuestro país se habitan en los pastizales”, entre otros datos que hablan de la relevancia de estos ecosistemas.
Damos por sentado que esta información también estará sobre la mesa de discusión cuando se convoque al grupo de negociación de los ministros.