La epidemia de los no vacunados, con creciente número de casos en Europa

Cuando en nuestro país –como en prácticamente todo el mundo, al fin de cuentas– todavía no puede afirmarse que se haya superado la pandemia de la COVID-19 e ingresado en una etapa endémica, como muchas otras patologías, es pertinente traer a colación que las particulares características de capacidad de mutación y altísimo grado de contagio confieren a este virus un nivel de riesgo muy superior al de otros agentes patógenos, y que por lo tanto, sea verano o invierno, no debe bajarse la guardia ni tomárselo a la ligera.
En Europa, que tiene unos seis meses de desfasaje en más respecto a lo que ocurre en esta zona del mundo, las noticias no son precisamente alentadoras al respecto, y la cuarta ola de la COVID-19 en su variante Delta sigue sorprendiendo a los especialistas en salud y epidemiólogos, más precisamente.
Un ejemplo a tener en cuenta es Alemania, nación desarrollada con una amplia capacidad de respuesta y que en los peores momentos de la pandemia presentaba mejores números que la mayoría de sus países vecinos. Resulta que la semana anterior, por primera vez desde el inicio de la pandemia de coronavirus, Alemania registró más de 50.000 casos diarios, pero con una salvedad: se ha transformado en una pandemia de no vacunados y sobre todo, los casos graves y los decesos se registran con contundente preeminencia entre quienes no han querido administrarse las dos dosis.
A modo de ejemplo, de los 18 pacientes en la sala de cuidados intensivos para enfermos COVID-19 en el Hospital Universitario de Leipzig, 14 no estaban vacunados. De acuerdo con el Instituto Robert Koch, la agencia pública de control y prevención de enfermedades, el miércoles en Alemania se confirmaron 50.196 infecciones, lo que lo coloca como el país europeo con mayor número de contagios diarios.
Con casi 250 infecciones por cada 100.000 habitantes, su situación es mucho peor que en Francia (94) o Italia (73), según datos de Statista citados por la agencia AFP.
La fuerza con la que esta cuarta ola de la COVID-19 golpea a ese país ha encendido las alarmas no solamente de los responsables sanitarios, sino también de los políticos y económicos.
Olaf Scholz, el actual vicecanciller y probable sucesor de Angela Merkel, dijo este jueves que Alemania necesita aplicar mayores restricciones para contener el aumento de contagios y así poder “pasar este invierno (boreal)”.
“Incluso si la situación es distinta (del invierno pasado) porque muchas personas se han vacunado, aún no es buena, especialmente porque hasta ahora no ha optado por vacunarse una cantidad suficiente de personas”, agregó.
Y es que la insuficiente vacunación contra la COVID-19 es vista como la principal causa del auge de la enfermedad.
Desde mediados de octubre, los contagios y las muertes por coronavirus vienen aumentando en Alemania, algo que los expertos atribuyen a su relativamente baja tasa de vacunación, pues solamente 67% de su población tiene la pauta completa, de acuerdo con la publicación Our World in Data de la Universidad de Oxford.
Esa cifra le deja por detrás de países como Portugal (88%), España (80%), Irlanda (75%), Bélgica (74%) o Italia (72%), entre otros.
El miércoles, el estado de Sajonia registraba la tasa de contagios más alta del país: unos 459 casos por cada 100.000 habitantes, mientras que la tasa nacional se encuentra en menos de 250. Pero Sajonia también tiene la tasa más baja de vacunación: apenas 57% de su población ha sido vacunada.
El Partido Socialdemócrata, el Partido Verde y el liberal FDP –quienes se encuentran en negociaciones para formar una nueva coalición de gobierno– presentaron en el Parlamento una serie de propuestas para hacer frente a la pandemia.
Entre estas se incluye permitir el acceso a ciertos lugares solamente a los vacunados o a quienes ya se han recuperado de la enfermedad, endurecer las exigencias de pruebas en los lugares de trabajo y reintroducir las pruebas rápidas de antígenos, que se aplicaron durante el verano pasado.
El Reino Unido ha sido el país con más casos diagnosticados de COVID-19 hasta la fecha, con un total de 9.174.153 (con un aumento del 14,60% durante octubre), continuando en este mismo puesto durante la primera quincena de noviembre con un total de 9.608.568 casos diagnosticados. Este mismo país fue también el que tuvo el mayor número de casos confirmados durante setiembre.
Sigue siendo el país con la mayor tasa de casos diagnosticados, seguido de Rusia (11,92%) y Turquía (11,06%) respectivamente. Por otro lado, España es el país con el menor aumento de casos diagnosticados (1%).
Rusia –otro país con bajos niveles de vacunación– se mantiene en primer lugar con el mayor número de muertes por la COVID-19, con un total de 233.063 (un aumento del 13,52% durante el período de tiempo mencionado). En setiembre, su número de muertes fue de 203.549. Mientras tanto en Austria, una orden de confinamiento que afecta exclusivamente a los cerca de 2 millones de ciudadanos mayores de 12 años que no están inmunizados contra el coronavirus, entró en vigencia este lunes.
Luego de que este país de 8,9 millones de habitantes encadenara varios récords absolutos en las cifras de contagios, el Gobierno espera que este plan surta efecto e impulse la vacunación entre el 35 por ciento de la población que aún no está inmunizada.
“La situación es seria. La cuarta ola de la pandemia nos afecta plenamente. Eso se debe a la variante delta del virus, pero también a la baja cuota de vacunación”, dijo el canciller federal, el conservador Alexander Schallenberg, en una rueda de prensa que brindó el domingo para presentar las nuevas decisiones adoptadas.
Las restricciones al movimiento rigen al menos hasta el 24 de noviembre para las personas mayores de 12 años que no tienen un certificado de vacunación válido o que no se han recuperado de una infección de la COVID-19 en los últimos 180 días.
Más allá de las diferencias culturales entre continente y otro, entre quienes se toman las cosas en serio cuando las papas queman y los que en estas latitudes hacemos las cosas con laxitud, deberíamos tomar debida nota y actuar en consecuencia. Tenemos a favor un porcentaje de vacunados del orden del 75 por ciento, superior al promedio de Europa, lo que nos sitúa actualmente en una mejor posición, pero seguimos en un número diario de unos 200 casos, en tanto lamentablemente el aumento de la cobertura parece ya haberse saturado, y quien no se ha vacunado es porque no quiere.
El sentido común indica que más allá de los reparos y reticencias de determinados grupos, incluso los que se afilian a delirios conspiranoicos contra la humanidad, las personas de grupos de riesgo tienen mucho más para ganar que para perder si se vacunan contra la COVID-19, –las estadísticas sobre muertes a nivel global son contundentes en este sentido– pero también está de por medio el factor de riesgo del contagio por aquellos que por su trabajo o actividad profesional, en caso de enfermarse, se convierten en difusores masivos del virus ante el contacto directo con la población.
Argumentos valederos si los hay, que son absolutamente de recibo cuando todavía la epidemia no ha sido derrotada y deben seguirse aplicando los protocolos, los aforos, las restricciones en la circulación entre países, sobre todo cuando se avecina una nueva temporada turística con reapertura de puentes, y debemos seguir cuidándonos entre todos para que la pandemia no recrudezca.
Y si estamos mejor preparados que hace un año para este escenario, es porque la gran mayoría de los uruguayos hemos asumido nuestra responsabilidad, individual y colectiva, para no dejarnos llevar por los agoreros antivacunas, generando una barrera de contención contra la COVID-19, para beneficio de los que se han vacunado pero también para los que se han negado a hacerlo y a reconocer esta realidad que rompe los ojos. Es momento de tomar conciencia. De no hacerlo, la realidad se encargará de poner en su lugar las cosas, como les está sucediendo a los europeos “escépticos”.