Sueñapalabra en homenaje a poetas en la Alianza Francesa

El clima acompañó la velada, que se realizó en el patio de la Alianza Francesa de Paysandú.

Se realizó en la sede de la Alianza Francesa una velada que tuvo como propósito el homenaje a tres poetas: Charles Baudelaire, Déborah Eguren y Óscar Tortorella.

Concebida como una jornada de Sueñapalabra, contó con varios integrantes de los fundadores, algunos que estuvieron desde el primer año, a comienzos de la década del 2000, con algún otro que se sumó casi al principio.

La actividad se estructuró en cuatro momentos, el primero de los cuales fue dedicado al homenaje a Charles Baudelaire, a 200 años de su nacimiento. “Esa parte consistió en comentar sobre aspectos de su vida, sobre todo los que influyeron en la obra. Yo ambienté eso, contextualicé en la época, la corriente literaria que él inició, el Simbolismo, etcétera”, indicó la profesora Liliám Silvera, quien se alternó en la lectura –en francés y en español– con la también profesora Liliana Gros.
Gros se encargó del segundo momento, dedicado a la poesía de Óscar Tortorella. “Hizo todo un análisis de la obra y también fue ilustrando con diferentes poemas esos aspectos que iba abordando”, dijo Silvera. Uno de estos aspectos es el “plurilingüismo; cómo él dentro de un mismo poema pasaba del español al francés, al inglés, al árabe, al italiano, y cómo el poema no perdía su ritmo, cómo manejaba ese lenguaje universal de la poesía”, agregó. También abordó “los aspectos más filosóficos, más conceptuales de la obra” de Tortorella, un autor “atravesado por lo que fue su personalidad y la dificultad a veces del vínculo con la realidad, también haciendo un paralelismo con la vida de Baudelaire, con este sentirse a veces ajeno, que en el caso de Óscar se decía a sí mismo el extraterrestre, o el exiliado, como se llama su libro”.

El tercer momento de la velada fue dedicado a Déborah Eguren, “que es con nosotros fundadora de Sueñapalabra; ahí me encargué yo de traer la figura de Déborah, cómo nos conocimos, cómo nos encontrábamos en las distintas actividades”, indicó. Silvera recordó que “todo empezó en el liceo, pero después en la militancia gremial, fuimos amigas, fundamos el taller Desde la palabra, y de lo profesional pasamos a lo personal y ahí vino una amistad muy profunda, hasta compartir el nacimiento de sus hijos, después el de los poemas. También ilustramos con poemas que leímos a dos voces”.
Tras ese tercer momento se abrió a la participación a los concurrentes, a quienes quisieran leer, “ya sea porque hubieran llevado poemas propios, o teníamos varios libros ahí de Óscar y de Déborah para que pudieran elegir”.

Silvera destacó que fue un encuentro “súper cálido; había también gente que escribe, fue hermosísimo, una noche preciosa, el clima ayudó para hacerlo al aire libre y lo hicimos en el patio. De verdad que la gente quedó como muy tocada, cuando se crean esos espacios mágicos de las veladas, donde circula mucha mucha emoción, que tenía que ver con las figuras, pero que tenía que ver también con el momento”.

No se podía dejar de mencionar “esto del reencuentro, después de mucho tiempo, donde uno se encuentra con la gente, también hay como una cosa que predispone a la expresión de la emoción, independientemente de que ese viernes había un montón de otras cosas que también llamaban al público con buenas propuestas”, comentó.