Tras el hidrógeno verde

El ministro de Industria, Energía y Minería, Omar Paganini, lidera una misión oficial en Europa que, entre otros cometidos pretende presentar a Uruguay como destino de proyectos de inversión en el denominado hidrógeno verde.
“Vamos con la expectativa de entablar lazos con empresas privadas e instituciones estatales que ya están trabajando en el desarrollo del hidrógeno y la electromovilidad. La finalidad es dar a conocer las políticas que estamos poniendo en práctica en el marco del programa H2U, tanto a las instituciones gubernamentales europeas que implementan programas de apoyo a este tipo de iniciativas, como a nivel privado, para que luego eso se traduzca en inversiones concretas”, dijo el ministro antes de partir desde Montevideo.

Efectivamente, en las últimas horas Paganini informó que durante la gira antes mencionada participó en reuniones con autoridades de Alemania, Francia, Italia, Países Bajos y de la Agencia Internacional de Energía (AIE). Asimismo, mantuvo encuentros de índole privada con empresas interesadas en la descarbonización, tema sobre el que sostuvo que el hidrógeno verde jugará un papel importante, por lo que Uruguay podría incorporarse.
¿De qué se trata este movimiento del gobierno uruguayo? El llamado hidrógeno verde no es nada nuevo. Recordemos por ejemplo que el primer motor de combustión funcionó con hidrógeno y también fue utilizado en naves espaciales de misiones de la NASA. En realidad es el elemento químico más abundante en el universo. Tanto las estrellas como el Sol están formadas principalmente de este gas, que también puede tomar estado líquido y tiene el triple de energía que la gasolina pero se trata de energía limpia, es decir, no contamina ya que solo libera agua en forma de vapor, y no produce dióxido de carbono.
En definitiva se trata ni más ni menos que del sueño de una economía verde basada en el hidrógeno como combustible, una forma de descarbonizar, de dejar de generar gases de efecto invernadero –provenientes de combustibles fósiles– y avanzar hacia otra alternativa cien por ciento sostenible para generar energía.

La visita de la misión gubernamental a Europa no es fortuita ya que la demanda de hidrógeno renovable en esa región del mundo será masiva en las próximas décadas. No obstante, el continente tiene espacio limitado y menos disponibilidad de recursos que América Latina para su producción, por lo que algunos organismos internacionales están empezando a señalar la posibilidad de que los países latinoamericanos puedan desarrollar proyectos de producción de hidrógeno renovable como un camino no solo viable sino económicamente redituable dada su gran posibilidad de uso en sectores como la navegación y el transporte aéreo.
En este sentido el ministro Paganini dijo que los volúmenes de exportación pueden llegar a ser muy grandes para el período 2030-2035 y que Uruguay puede generar un rubro de exportación nuevo en el mediano y en el corto plazo, y debe establecer algún proyecto piloto para el uso local del hidrógeno, que también es necesario para descarbonizar nuestra propia matriz.

Asimismo, cabe recordar que a partir del próximo año Uruguay implementará un proyecto piloto orientado a camiones de carga, con uso de hidrógeno a pequeña escala, para contribuir así al aprendizaje sobre el uso de ese tipo de energía. Es un proyecto importante en sí mismo con en el potencial de generar un aprendizaje de los procesos que los sustentarán. La elección del sector es adecuada ya que si bien solo el 4% de la flota uruguaya está compuesta de camiones, éstos generan el 40% de las emisiones.
Esto es relevante, teniendo en cuenta que actualmente el transporte representa los dos tercios del consumo de combustibles fósiles en Uruguay. Estos, a su vez, componen el 37% de la matriz energética total, según la información del gobierno, que considera que el hidrógeno verde será clave en la descarbonización del transporte de carga, así como en la de la industria.
Por otra parte, se apuesta a una participación público-privada de largo aliento que sitúa al hidrógeno verde como clave en la segunda transición energética de Uruguay y para su posicionamiento como proveedor y exportador del mismo y sus derivados.

En principio la propuesta tuvo muy buena recepción a nivel nacional ya que en junio pasado el MIEM informó en el IV Foro Económico “La descarbonización de la economía y el potencial del hidrógeno verde” sobre la existencia de más de 30 interesados privados en participar en una convocatoria pública para llevar adelante la iniciativa de que Uruguay se convierta en productor y exportador de hidrógeno verde. También se han acercado proyectos de más porte por fuera del plan piloto, orientados a la exportación y a aplicaciones como la producción de fertilizantes verdes y de energía para flota pesquera.
Es evidente que nuestro país presenta ventajas y potencialidades para convertirse en productor y exportador de hidrógeno verde. Entre ellas, pueden mencionarse la existencia en abundancia de fuentes de energía renovables.
Por otra parte, Uruguay ya ha realizado su primera transformación, que hoy permite que el 97% de su matriz eléctrica sea renovable, un logro sustentado en el trabajo de varios años anteriores, que nos ubican en una destacada posición en comparación con los países de la región y como referencia internacional en la materia.

Otra ventaja es la complementariedad entre la energía solar y la energía eólica que disponemos, lo que no ocurre en zonas de países como Chile o Argentina.
Según la información proporcionada por el ministro, solo si se toma en cuenta lo que ocurre onshore –en tierra–, nuestro país tiene la capacidad de producir 20 veces más energía eólica, y si le suma lo offshore esta cifra puede superarse. En cuanto a la energía solar, se puede multiplicar hasta por 100. “Es nuestra primera ventaja comparativa”, dijo Paganini, quien añadió que la segunda es nuestra estabilidad jurídica e institucional.
En definitiva, la meta de nuestro país de descarbonizar su matriz nos pone ante la formidable oportunidad de innovar en una línea que atrae la atención internacional y podrían situarnos a la vanguardia de los procesos que ya se están gestando. Al respecto, y por citar un ejemplo, cabe señalar que la Comisión Europea está evaluando la implementación de una serie de políticas para acelerar el desarrollo del hidrógeno y prevé el desarrollo de una estrategia para una “Europa climáticamente neutra” que incluye el compromiso de invertir U$S 430.000 millones en hidrógeno verde hasta 2030.

Desde esta perspectiva, la jugada de salir desde ya a poner en valor las capacidades y posibilidades locales para la producción y exportación de hidrógeno verde en Uruguay es totalmente oportuna dado que se trata como una de las apuestas fuertes del mundo desarrollado hacia una transición energética más compatible con las necesidades de sustentabilidad y disminución del impacto del cambio climático, un problema global de difícil solución que avanza con múltiples afectaciones en diferentes regiones del mundo.