Carlos Blanco Fadol: la aventura humana a través de la música

Carlos Blanco Fadol, en la Biblioteca Departamental José Pedro Varela.

Su trabajo dentro del arte y la investigación en torno a la música es tan variado que resulta difícil encasillarlo. Por eso, Carlos Blanco Fadol prefiere ser presentado simplemente como un caminante, el mismo que hace más de 50 años se fue de su Paysandú natal a recorrer el mundo. En el camino fue tocando, cantando, componiendo, construyendo, inventando y reinventando instrumentos, escribiendo sobre ellos y reuniéndolos hasta llegar a crear tres museos en España, donde reside hace muchos años. Hace pocos días volvió a Paysandú, a 12 años de su visita anterior, y ofreció una charla en el auditorio de la Biblioteca Departamental José Pedro Varela, a la cual además donó ejemplares de cuatro de sus libros.
La actividad se inició con palabras de bienvenida de Carmen Pintos,directora de la biblioteca, y de Leonardo Bulanti, vicepresidente de la Comisión de Patrimonio de Paysandú, quien repasó la biografía, las obras y los logros de Blanco Fadol. La charla estuvo basada en “La Sonrisa Oculta de la Música”, el libro de Blanco Fadol que en 2021 fue premiado con el Sello Talento por la editorial española Caligrama.

Historias en cinco continentes

Como se lee en un anuncio de la editorial, el libro “está cargado de ingenio, humor, reflexiones, invenciones, aventuras, poesías, investigaciones musicales inéditas y un relato cinematográfico, que abarca desde una vida de nómada cantando en autobuses y durmiendo en bancos de las plazas, hasta ser huésped distinguido de la realeza europea”. Blanco Fadol, por su parte, se ha referido a la obra como “un aporte original a los relatos de la aventura humana a través de la música”.

Su vida ha sido “tan exótica, tan difícil de creerla”, que en la presentación optó por acompañar la revisión de los relatos del libro con datos, fechas, nombres, videos, y las fotografías incluidas en el volumen, que se proyectaron en una pantalla. Viajando entre el presente y la memoria, a menudo con anécdotas en las que el humor tiene un peso importante, fue narrando experiencias vividas en los 5 continentes. Ante la atención (y por momentos el asombro) de los presentes, relató sus historias en distintos países y lugares como Egipto, India, Perú, Brasil, España, la selva amazónica o la Isla de Pascua, siempre con instrumentos en las manos, siempre con la música como telón de fondo. Entre otras cosas, el público pudo saber cómo fue que aquel joven vagabundo se interesó por los instrumentos étnicos hasta el punto de reunir una de las mayores colecciones del mundo. Llamó la atención un dato, de extraña justicia poética: el primer museo de música étnica del mundo fue creado por un uruguayo, siendo Uruguay el único país del mundo que cuenta un solo instrumento étnico, el tamboril.

En algunas fotos podía verse a Blanco Fadol junto a celebridades como Los Valldemosa –un famoso grupo de folclore español, que integró–, el escritor Juan Goytisolo, o el filántropo Vicente Ferrer. Otras lo mostraban en lugares mas recónditos, junto a seres totalmente anónimos. Por ejemplo, en una balsa por el Amazonas, rodeado de indígenas. O tocando la quena para una anaconda, que comenzó a acercarse atraída por el sonido, dando lugar a una increíble interacción entre un humano y un animal. Otros momentos estuvieron vinculados a instrumentos curiosos, y a las ingeniosas invenciones musicales del propio Carlos; por ejemplo, una cuna musical, que despertó el interés del cantante Julio Iglesias, una enorme torre musical de bambú, o una noria musical, también de gran porte. También fueron de gran interés las imágenes de sus museos de música étnica.
Nuevos proyectos

Todo el camino que ha recorrido no estuvo exento de momentos críticos, en ocasiones muy duros, agregó en un momento, como la injusta prisión que sufrió en Panamá, en la Escuela de las Américas; la vez que fue objetivo de un atentado, en el Amazonas, por su apoyo a los pueblos indígenas y por denunciar la tala indiscriminada de arboles, o una visita a El Líbano que lo llevó a encontrarse en medio de una guerra.
En cuanto al futuro, anunció que se propone donar su patrimonio a una fundación que lleve su nombre y luego dedicar su vida al altruismo. Ya lo viene haciendo, a través de una nueva metodología que creó “para que los invidentes puedan seguir una partitura musical, a través de un sistema y unos instrumentos especiales”. Este proyecto comenzó a ponerse en práctica en 2019, en España, durante el Primer Encuentro Internacional de Jóvenes con Discapacidad Visual, organizado por la Organización Nacional de Ciegos de España (Once). “En muy poco tiempo –media hora– jóvenes invidentes de Alemania, Francia, Inglaterra, Italia y España, sin saber música, estaban tocando una obra de Beethoven”, dijo Blanco Fadol (https://youtu.be/IqNYumT4Rxs). La experiencia se trasladó luego a México, con muy buenos resultados, y próximamente se llevará a Perú, incorporando además a sordomudos.

El final fue con una agradable sorpresa: el grupo Canto en Comunidad, de Ceupa, ofreció una versión de “El principito”, tema de Blanco Fadol que forma parte de un disco de canciones propias que editó en 2015 (https://youtu.be/V-VOLGifcMA).