Los tratamientos del ACV en Uruguay

El Hospital de Clínicas recibió la certificación de “Centro Avanzado” en el tratamiento de Accidentes Cerebro Vasculares (ACV) y tal denominación surgió de la última sesión efectuada en febrero pasado, de la World Stroke Organization y la Sociedad Iberoamericana de Enfermedades Cerebrovasculares.
Ambas organizaciones evalúan a los centros que se postulan, basados en criterios obligatorios y otros recomendados, como la disposición durante las 24 horas de los siete días de la semana de determinadas capacidades, dispositivos, personal técnico y protocolos para evaluación y diagnóstico rápido de una de las tres primeras causas de muerte en Uruguay y primera causa de discapacidad en adultos.

Las cifras en Uruguay son bastante claras. Según la Asociación de Personas con ACV, aproximadamente siete personas mueren por día por esa causa, de unos 17 casos diarios. A nivel mundial consume entre el 2 y el 4 por ciento de los recursos destinados a la salud y en su mayoría, (el 85 por ciento de los casos) son isquémicos (falta de suministro de sangre a una parte del cuerpo). De ese total, un 10 por ciento puede requerir un tratamiento endovascular.
En la población, ataca mucho más a las mujeres y no existen edades específicas, en tanto el mito ubica a esta enfermedad en un rango etario más elevado.
La asociación reclama por la instalación del tratamiento endovascular en el Plan Integral de Atención en Salud (PIAS), que es definido por el Ministerio de Salud Pública como el catálogo de prestaciones y programas que deben brindarse a los usuarios en el Sistema Nacional Integrado de Salud.

Sin embargo, existe el equipo humano y tecnológico suficiente para su abordaje. La falta de dinero implica en muchos casos la instrumentación de recursos de amparo a través de la asociación citada, para acceder a un tratamiento endovascular o cateterismo de las arterias cerebrales.
Las causas son variadas, como aneurismas o malformaciones, pero la más frecuente es la hipertensión arterial. Incluso la estadística se mantiene a nivel global, porque de unas 80 millones de personas que han padecido el ataque, sobreviven 50 millones con secuelas permanentes.
Atender los primeros síntomas resultará fundamental para un diagnóstico certero, tales como la pérdida de fuerza en brazos, piernas o grandes dolores de cabeza, dificultades para hablar o comprender una conversación.

Las autoridades sanitarias aseguran que el 80 por ciento de los casos son prevenibles a través de hábitos alimenticios saludables, pero existen casos imprevisibles.
Como sea, una vez diagnosticado un ACV, cualquier día puede ser el último y las consecuencias no solo afectan al paciente, sino a su entorno. Porque en cuestión de horas, cambian las perspectivas y calidad de vida de una persona, donde nada volverá a ser igual.
A pesar de estas circunstancias y la habitual ocurrencia de casos, hay escasa difusión de la patología. Porque el desconocimiento sobre la enfermedad y sus tratamientos se hace evidente ante cualquier conversación.
A finales del año pasado ingresó al PIAS la trombectomía mecánica, que implica la aplicación a un 3 por ciento –aproximadamente– de los casos de ACV. Con la muerte de millones de neuronas, un paciente presenta alguna discapacidad en sus movimientos de articulaciones o faciales y la instrumentación de esta técnica ayuda a revertir las secuelas.
En enero se realizó en el Hospital de Tacuarembó –por primera vez en el Interior del país– una trombectomía, a raíz de la nueva normativa vigente que se instaló en el Fondo Nacional de Recursos. Este hospital es de referencia en las zonas norte y noreste del país, tanto para los sectores público como privado.

El caso detallado anteriormente –un hombre de 39 años proveniente de Cerro Largo– recibió la atención inmediata que permitió revertir su situación. Incluso el centro ACV de Salto realizó en febrero pasado una nueva trombectomía exitosa. O la jornada de capacitación efectuada a comienzos de marzo en Paysandú al personal médico y técnico, afectado al área de la Neurología para el manejo de los agudos con ACV.
No obstante, la asiduidad se demuestra en las estadísticas y el tiempo no se mide igual al momento de tratar con estos pacientes. Tanto por las demoras en reaccionar en el entorno de una persona, así como la llegada de los servicios. Esa sea, quizás, la razón por la cual se registra una alta morbimortalidad.
Y el mundo está igual, por eso es necesario sostener los servicios logrados y prever una mayor llegada en la atención, con el fin de revertir las tendencias.
Cada día es importante y no solamente el 29 de octubre, o Día Mundial del ACV, cuando los especialistas hacen entrevistas ante las consultas habituales de los medios de comunicación. Porque si se utilizaran los mismos términos relativos al Índice de Harvard, tal como se manejaron durante la pandemia durante 2020 y 2021, América Latina sería una enorme zona roja.

La mortalidad por ACV desciende, pero no lo hace al ritmo de los países desarrollados y la información sobre prevención y tratamientos en el país, será fundamental para comenzar a actuar. Las campañas de difusión deberán instalarse con el objetivo de continuar el fuerte trabajo sobre el control de los factores de riesgo.
Uruguay ha servido de modelo para una variedad de campañas de prevención y vacunación –así pasó con el coronavirus–, además de la llegada al territorio. El enfoque prevencionista que adquirió con la experiencia en otras patologías es necesario extenderlo al ACV para hacer la diferencia y volcarla en la región.
Será relevante el cumplimiento de las metas establecidas, tales como la implementación del programa Heartsde de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), a fin de prevenir los ACV en la atención primaria de salud, con la participación de centros de referencia a nivel mundial, como los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).
Pero deberá darse rápidamente, porque la complejidad y los diagnósticos en Uruguay así lo demuestran.