Un seguro para preservar la riqueza ganadera

Este 15 de marzo se abre en nuestro país el período de vacunación contra la fiebre aftosa, el que se extenderá hasta el 15 de abril, a efectos de inocular a todo el rodeo bovino nacional, reafirmando así la postura del Uruguay a partir de las consecuencias de la crisis de 2001, en que la epizootia resultó catastrófica para la región y sobre todo para nuestro país.
En conferencia de prensa, el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Fernando Mattos, expuso que el anuncio abarca a todas las categorías bovinas. Se mantendrá durante este período el carácter obligatorio de la vacunación antiaftosa y las dosis serán aplicadas entre las fechas señaladas, con la salvedad de que según Mattos, aunque la región está epidemiológicamente mejor, Uruguay aún no considera acertado dejar de vacunar.

“Vacunar es un acto correcto, necesario, Uruguay lo tiene como estrategia contra la aftosa, pero también hay aspectos que se pueden mejorar en lo que respecta a las consecuencias de una vacunación mal aplicada”, advirtió el secretario de Estado. En ese sentido, explicó que el objetivo es difundir la importancia de una buena aplicación para no padecer pérdidas provocadas por abscesos subcutáneos posteriores, que se verifiquen en los frigoríficos o en los mercados de destino de la carne.
El ministro destacó que durante este período de gobierno se mantendrá la vacunación en los mismos términos, aunque hay mejoras regionales y el objetivo global es abandonar esta práctica en el mediano plazo. “Aún no vemos la gran ventaja de dejar de vacunar si lo comparamos con el riesgo que significaría”, subrayó.
Las dosis son adquiridas por el Estado vía licitación pública y distribuidas gratuitamente. Si bien el aporte de los productores totalizó 10.600.000 dólares, la adquisición anual superó los 12.600.000, informó Mattos.

No son cifras despreciables ni nada que se parezca, pero en relación a los valores exportados son una inversión de seguridad barata contra riesgos respecto a situaciones cercanas en el tiempo que ya hemos sufrido y que fueron devastadoras para nuestra economía.
Ya en setiembre del año pasado, en Brasil, Mattos mantuvo una reunión de trabajo con su par del vecino país, la ministra de Agricultura, Pecuaria y Abastecimiento, Tereza Cristina, con las prioridades centradas en intercambiar opiniones sobre aspectos claves entre ambos países a nivel productivo.
Debe tenerse en cuenta sobre todo que el estado de Río Grande del Sur pasó desde 2021 a declararse libre de aftosa sin vacunación y se acordó la necesidad de fortalecer la agenda entre Brasil y Uruguay en materia de colaboración técnica, entrenamiento conjunto e intensificación de vigilancia de fronteras.

El ministro Mattos destacó entonces que dicho estatus fue una meta definida en el plan hemisférico de erradicación de fiebre aftosa y que nuestro país, actualmente “observa la evolución”. Subrayó que “Uruguay no ha tomado la decisión, ni técnica ni política, de dejar de vacunar”, lo que ha sido reafirmado efectivamente este año al definirse el cronograma de vacunación para 2022.
En aquella instancia el secretario de Estado dijo que “las enfermedades no conocen fronteras” y que “la única garantía es a través del sistema de coordinación y equipos técnicos”, en tanto aclaró que para Uruguay “dejar de vacunar representa un riesgo grande para la economía y no vemos un beneficio claro”, aunque enfatizó que Uruguay “está para colaborar”.

Posteriormente, el jerarca del MGAP junto al director de los Servicios Ganaderos, Diego De Freitas y el director de Sanidad Animal del MGAP, Martín Altuna, mantuvieron una reunión con integrantes de los servicios veterinarios del vecino país a efectos de considerar la perspectiva inmediata de continuar y reforzar conjuntamente el seguimiento epidemiológico de enfermedades, por lo que los técnicos uruguayos y brasileños, coinciden en que se debería articular mucho más la vigilancia entre fronteras y predios.
Y no es para menos, teniendo en cuenta los antecedentes y la decisión de estados brasileños de dejar de vacunar para lograr mejores precios en determinados mercados. Ya desde principios de la presente década está primando en los países productores y exportadores de carne del Cono Sur Sudamericano, su disposición a encarar la mejor forma de coordinar las acciones para prevenir el azote de epizootias que en su momento diezmaran al ganado bovino fundamentalmente, y en otras alcanzara para afectar las perspectivas de exportación de sus productos a un mejor precio, ante la exigencia de los mercados.

Nuestro país es parte del corazón de esta producción, y precisamente resultó uno de los más afectados cuando la última gran crisis producto de la epidemia de aftosa. Desde 2001 a la fecha, cuando la gran epidemia de fiebre aftosa, que fue uno de los orígenes –no el único– que precipitó la crisis que vivió nuestro país entonces, ha habido consenso en los países productores, bajo la coordinación de organismos técnicos y políticos, de actuar en forma conjunta para preservar la riqueza ganadera, en el entendido de que ante la amenaza continua de focos en zonas endémicas, había que mantener el esquema de vacunación, pese a sus costos y cierta pérdida de valor de la carne.
Pues de eso se trata, del análisis de la relación costo – beneficio, naturalmente, y hay países, como Brasil, que entienden que es pertinente dejar de vacunar para acceder a estos mercados, ante un riesgo de contagio que ha descendido, pero que siempre está latente en fronteras tan permeables como las que tenemos en la región.
Sin embargo Uruguay ha conquistado prácticamente todos los mercados sin necesidad de dejar de vacunar, obteniendo valores similares a los que se paga a países productores sin vacunación. Por eso es difícil decidir arriesgarse a cambiar de estatus, sólo para acompañar a Brasil.

Por eso es que nuestras gremiales de productores han reafirmado su postura tradicional contraria a dejar de vacunar contra la fiebre aftosa, más allá de que Río Grande del Sur y otros estados brasileños estén embarcados en cesar la vacunación.
Es que una cosa es la visión y la realidad brasileña y otra la de Uruguay, porque nuestros productores y técnicos consideran que la carne bovina de nuestro país, desosada y madurada, puede entrar en mercados de primera línea como Estados Unidos, Unión Europea, Corea del Sur y Japón.
Los productores uruguayos, mantienen recelo en cuanto a dejar de vacunar, “porque tenemos muy pendiente lo que ocurrió en 2001, con una epidemia que se extendió con más de dos mil focos activos detectados por el país. De alguna manera, lo que se está invirtiendo es como un seguro, porque no hay ningún impedimento de acceso a los mercados de mayor potencial porque estemos vacunando contra la aftosa”, señalaron voceros del sector, en tanto el costo de la lucha activa contra la enfermedad “no justificaría el riesgo de infectación que se correría si surgiera algún problema”.

Este es precisamente el quid de la cuestión, porque en un subcontinente donde el Uruguay y otros países vecinos tienen a la carne como un valor preciado de exportación, resulta vital la cooperación e interrelación entre los que comparten el recurso para preservarlo y potenciarlo, porque además al no existir fronteras sanitarias un problema puntual en determinada zona puede llegar a extenderse hasta lugares recónditos, cual reguero de pólvora, como ya ha ocurrido, lamentablemente.