La intervención del club Villa Española

En los últimos días el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) dispuso la intervención del club Villa Española, una institución fundada en el año 1940 en el barrio montevideano del mismo nombre y que ha contado con destacados deportistas en sus filas, entre ellos nada más y nada menos que Obdulio Varela. En su página web oficial se expresa que “El cuño obrero de la barriada se nutre con la primera fábrica y matadero de porcinos de los Hnos. Cristiani llamada ‘El Progreso’. Fundamental fue la fábrica ‘Funsa’ dirigida en sus comienzos por unos rubios ingleses allá por el ‘30. En sus instalaciones se protagonizaron heroicos enfrentamientos entre los obreros y la despótica patronal. Todo el barrio apoyaba a los trabajadores con sus ollas populares ya que la mayoría de los vecinos trabajaba o tenía familiares que lo hacían en esa fábrica”. Como suele suceder con muchas instituciones de estas características, el club Villa Española lleva adelante una importante actividad social en la comunidad a la cual pertenece, conducta que constituye un motivo de orgullo para la misma.

Desde el punto de vista institucional, muchas instituciones sociales, deportivas y académicas de nuestro país han adoptado la forma asociaciones civiles como forma de organizarse y en algunos casos bastante reducidos se ha optado por crear fundaciones. De acuerdo con el artículo 21 del Código Civil se consideran personas jurídicas y por consiguiente capaces de derechos y obligaciones civiles, el Estado, el Fisco, el Municipio, la Iglesia y las corporaciones, establecimientos y asociaciones reconocidas por la autoridad pública. En el caso del club Villa Española se trata de una asociación civil y por ende se encuentra (tal como sucede con las fundaciones) bajo la supervisión de la Dirección de Asuntos Constitucionales, Legales y Registrales del MEC, ante quien se tramita y reconoce la personería jurídica. En el marco de la legislación vigente, las asociaciones civiles deben cumplir con una serie de requisitos para su correcto funcionamiento, incluyendo registrarse en el Censo Nacional de Asociaciones Civiles y Fundaciones, el cual tiene carácter obligatorio y que, en caso de no realizarse habilita al MEC para disponer la cancelación de la personería jurídica de la institución infractora.

La polémica generada alrededor del club Villa Española tuvo relación con una denuncia formulada por socios del mismo, la cual estuvo referida a diversos aspectos de funcionamiento del club como por ejemplo la no realización de elecciones en tiempo y forma, la omisión de conformar la comisión fiscal, el uso del club para fines políticos, entre otros. Uno de los denunciantes fue Edgardo Ramos Verde, expresidente de Villa Española y militante del Frente Amplio, quien sostuvo que “hace 30 años que formo parte de la fuerza política Frente Amplio”. “Para mí, la ética está por encima de lo partidario, primero está mi ética y mi libertad institucional, nada de lo que denunciamos ante el Ministerio de Educación y Cultura no fue sabido por la directiva del Club Villa Española”, añadió. “El artículo 5 del estatuto dice claramente, y por eso pedí modificarlo, ‘la institución mantendrá absoluta precedencia política’”, agregó. “¿Está bueno que un jugador de fútbol aparezca en un estadio diciendo ‘No a la LUC’? ¿Está bien que un jugador de fútbol aparezca con el uniforme de Villa Española saliendo a la cancha con una remera que diga ‘te fuiste sin hablar, traidor’? Yo creo que no”. Diversos actores de la izquierda y del sindicalismo apoyaron a la actual directiva del club ante la intervención mencionada. De acuerdo con el semanario “Caras y Caretas”, “Ante la repercusión generada por la decisión del MEC, la organización Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desparecidos difundió este viernes un comunicado sobre el tema en la que expresó su ‘profunda solidaridad’ con el Club Villa Española”. Por su parte la Federación Ancap (Fancap) también rechazó la intervención del MEC y sostuvo que “el fútbol es una construcción social y su decisión de mantenerse al margen de lo esencialmente político es negarse a lo intrínsecamente humano, por lo tanto, el silencio no es objetividad sino indiferencia”. El presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, sostuvo que la intervención era un “disparate” mientras que otros dirigentes de izquierda como la Intendente de Montevideo Carolina Cosse y los senadores Oscar Andrade, Alejandro Sánchez y Daniel Caggiani también criticaron la medida del MEC y defendieron al club montevideano.

Lo que parecen desconocer quienes atacan la intervención dispuesta por MEC es que tal decisión fue tomada en ejercicio de las facultades que le otorga la legislación vigente en cuanto a disponer una intervención temporal de una asociación civil cualquiera sea su objetivo y naturaleza porque nadie se encuentra por encima de la ley. Apoyar causas que el propio club califica como “populares” o “progresistas” no constituyen un cheque en blanco para pisotear los derechos de los socios que no comparten esas ideas o que bien las comparten, pero no quieren que el club de sus amores sea utilizado para propaganda política. Todo ello sin necesidad de mencionar, claro está, que si las causas fueran tan “populares” como sostienen los representantes de la izquierda montevideana, la derogación de la LUC hubiese resultado victoriosa en la votación del pasado 27 de marzo, cosa que claramente no sucedió.

La situación planteada en el club Villa Española no es nueva, así como tampoco lo es el accionar de la izquierda radical, que aplicando los mismo conceptos ya han hecho de la Universidad de la República un Comité de Base, pero no por ello deja de ser igual de lamentable, ya que estamos ante un grupo de personas que no respetan las ideas ajenas y que tratan de llevar la política partidaria a todos los ámbitos de su vida. Y para ello no dudan en pisotear los mecanismos democráticos en lo que se basan las instituciones, en este caso a través de una directiva que “se olvida” de realizar elecciones, entre otras faltas gravísimas para el sano funcionamiento del club.

No importa si se trata de un lugar de trabajo, una reunión familiar, un asado con amigos o cualquier otra ocasión: para esas personas todo lugar es bueno para imponer su propaganda y generar más grieta porque nada les gusta más que dividir a la gente entre “buenos” y “malos” o entre “ellos” y “nosotros”. Tampoco importa el lugar se pueda derramar ese discurso de odio y de división. En nuestro propio departamento conocemos varios casos de quienes utilizan perfiles falsos en las redes sociales para atacar a todo el que no “agacha el lomo” frente a la intolerancia en su peor forma.

Así las cosas, solo queda pedirles a estos “maestros del odio” que dejen de podrir todos los lugares donde participan, que aprendan a respetar y convivir a quienes no piensan como ellos y que sean capaces de disfrutar una tarde soleada concurriendo a la cancha para ver un lindo partido de fútbol o disfrutar de una sobremesa dominguera con familia y amigos sin politizarlo todo y sin generar enfrentamiento artificiales, porque el voto por un partido político o por otro no define a las personas ni las convierte en buenas o malas. En ningún club político se otorga carné de buena persona o certificado de honestidad o don de gente. Eso se gana todos los días y en todos los gestos y por eso aún existen, afortunadamente, personas que se elevan por encima de sus legítimas y respetables adhesiones políticas sin agraviar, insultar ni atacar a los que piensan diferente que ellas. Eso se llama respeto y convivencia democrática y es tan valiosa y necesaria en el barrio montevideano de Villa Española como en nuestro querido departamento.