Opinión

Solicitada: Se vienen las vacaciones

Estamos llegando al verano, se vienen las vacaciones y tenemos a los genios de nuestros políticos, en este caso los que están en el Ministerio de Turismo que están tratando de darle más beneficios a los extranjeros, especialmente a los argentinos.
La verdad que no los entiendo, están diciendo que posiblemente la temporada sea mala por razones de cambio de moneda y precios muy altos en el Este.
Yo pregunto, ¿por qué no se acuerdan del turismo interno?

A nosotros, los uruguayos que somos los que bancamos todos los impuestos durante todo el año nunca nos dan los beneficios que le dan a los extranjeros.
Tenemos costos tremendos solamente de combustible porque estamos a 500 o 600 kilómetros de la costa atlántica y para ir desde acá debemos gastar mucho para llegar y cuando vamos no se dan cuenta que los uruguayos, “compatriotas,” podemos dejar mucho dinero durante las vacaciones eligiendo Uruguay y no Argentina, Brasil o Miami pero todos esos lugares son más barato que aquí.
Creo que si presienten que va a haber una temporada mala, tendrían que buscar la alternativa de favorecer a los uruguayos y sin duda van a tener la misma ganancia que quieren lograr con los argentinos porque no van a venir.

Estuve hace unos días en Buenos Aires y cuando entregué la llave de la habitación del hotel, como no había consumido nada le dije al conserje “¿no debo nada, verdad?” y me contestó “si usted debe” ¿saben qué era? un impuesto de turista por los 3 días que estuvimos.
Tuvimos que pagar mi familia y yo, ¿qué tal?
Mientras tanto aquí los favorecemos.
¿Hasta cuándo vamos a ser tan giles?

¿Cuándo nos vamos a avivar que el turismo interno puede favorecer a toda esa gente que trabaja durante la temporada en el Este? Ángel

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Opinión

Generaciones para el consumo de ansiolíticos

La baja tolerancia al dolor o a situaciones límites se ve en las estadísticas. La realidad trasunta a los números de los relevamientos, que crecen año tras año y baja la edad de consumo de psicofármacos en Uruguay.
La Junta Nacional de Drogas señaló que durante el año pasado, un 24% de los estudiantes usaron estos medicamentos y un 7% lo hizo sin prescripción médica. La pregunta es quién le da esta medicación a los jóvenes y por qué es cada vez más alto el porcentaje que los consume.
No hay mayores investigaciones sobre este tipo de consumo en Uruguay, pero algunos datos se inclinan por los casos relativos al trastorno de la vigilia.
A nivel global, España encabeza una lista de consumo de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes. Antes de la pandemia, en la península el consumo aumentó 4,5% y superó 91 dosis diarias cada 100.000 habitantes.

De acuerdo a la lista de la Junta Internacional, le siguen Serbia, Uruguay, Israel, Estados Unidos, y Hungría. Es decir, Uruguay está tercero en una lista conformada por países que, en proporción, tienen una mayor cantidad de habitantes.
Los más consumidos, según el documento, son Alprazolam, Lorazepam, Diazepam, Clonazepam, Bromazepam, Lormetazepam y Estazolam. Claramente, la pandemia acentuó esa tendencia en todos los países, pero había comenzado a elevarse desde unos años antes de la contingencia sanitaria.
En España, las autoridades cuestionan la posibilidad de limitar las recetas de los ansiolíticos ante el elevado costo que representan en el sistema sanitario. Anualmente implica un gasto de 23.000 millones de euros o lo que implica el 2,2% de su Producto Bruto Interno.

En ASSE se entregaron más de un millón de recetas de ansiolíticos, o unas 2.800 diarias y hay varios puntos que sostienen esta realidad.
Una de ellas es la baja percepción del potencial daño a la salud que existe para este tipo de medicación. En general, hay baja percepción en el consumo de sustancias en general y un fácil acceso a los ansiolíticos.

La falta de seguimiento del consumo de psicofármacos ya era una realidad, pero se acentuó en la pandemia. Incluso hay conductas familiares o en entornos de amistades, donde uno recomienda a otro una pastilla para dormir, porque supone que tiene el mismo problema.
Y es importante destacar la venta de medicamentos bajo una variedad de formas que van más allá del tradicional expendio ilegal en las ferias, sino que ahora se suman las modalidades de trueque o venta por las redes sociales, por ejemplo Facebook. Es decir, nada extraño para las sociedades modernas que reclaman soluciones inmediatas a sus problemas. Y tampoco, nada condenable para quienes tienen que lidiar con problemáticas extendidas como el estrés u otras situaciones intrafamilaires.

El impacto del uso de distintos componentes que aparecieron en las últimas décadas, agudizaron el problema ya instalado. Sin embargo, el problema sigue invisibilizado y las autoridades hacen hincapié en el uso de las nuevas tecnologías y su relación directamente proporcional al problema. El uso irresponsable de las redes sociales son una fuente inagotable de ansiedad y violencia que requiere un freno.
Y lo que no se resuelve contestando a una pantalla, se trata de que lo otorgue un blister de pastillas. Si el deseo es que las campañas sean efectivas y lleguen a la población objetivo, entonces deberán sostenerse en el tiempo. De lo contrario, la prédica resultará estéril y con los mismos resultados que hasta ahora.
Porque existe una población que asocia el consumo de determinados psicofármacos con el bienestar. Incluso, el personal de la salud requiere una mirada especial sobre las situaciones que atravesó durante la pandemia, la recarga laboral, la inseguridad en la continuidad de algunos cargos contratados y la tensión que actualmente existe en algunos servicios -tanto públicos como privados– a nivel nacional. De hecho, este panorama ha sido reconocido por las autoridades y reclamado por los diversos gremios.

Sin dudas que esta problemática es global y los registros de la Organización Mundial de la Salud (OMS), así lo indican. En el mundo, aumentó 25% la prevalencia de la ansiedad y la depresión. Por eso, la organización internacional reitera la necesidad de reforzar los servicios de atención a la salud mental y apoyo sicosocial.
Pero el problema –que es bien uruguayo– es la consecuencia final que se repite por años. El aumento de las afecciones mentales es solo “la punta del iceberg”, tal como lo definió el titular de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Sin embargo, desde hace años, Uruguay cuenta con la tasa más alta de psiquiatras cada 100.000 habitantes. Hace aproximadamente una década había 550 profesionales en todo el país y era la cantidad más elevada de América Latina. Actualmente se estiman 14 profesionales cada 100.000 habitantes. Aún así, el país tiene la tasa más elevada de suicidios.
En el mundo, uno de cada cinco niños y adolescentes tiene problemas de salud mental y las autoridades uruguayas reconocen, en este sentido, la falta de psiquiatras infantiles.
Las estadísticas no muestran un panorama halagüeño, en tanto crecerá la población de adultos mayores en los próximos años. Entonces, fue un problema en el pasado, es un problema en el presente y lo será en el futuro. → Leer más