Escribe Ernesto Kreimerman: La agresión a Pelosi o la democracia cuestionada

Escribe: Ernesto Kreimerman

Nancy Pelosi es una de las figuras más importantes de la política estadounidense. Se trata de la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, una experimentada política, ocupó por primera vez el cargo entre 2007 y 2011, y repite desde enero de 2019. Hoy cumple su decimoctavo mandato. Se ha desempeñado dos veces como líder de la minoría de la Cámara: de 2003 a 2007 y de 2011 a 2019.
Mujer de principios y convicciones, ha sido una de las principales y más duras opositoras a la guerra de Irak, así como también del intento de la administración Bush de privatizar el Seguro Social en el año 2005.

Pelosi fue una espada parlamentaria fundamental del presidente Obama. Ella actuó decididamente para alcanzar la aprobación de muchos proyectos de ley históricos de la administración Obama y que marcaron no sólo ese período de gobierno, sino que supusieron un punto de inflexión en la agenda de derechos de los sectores de trabajadores. Sólo a vía de ejemplo, la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio, la Ley Dodd-Frank de Reforma de Wall Street y Protección al Consumidor, la Ley de Derogación del “Don’t Ask, Don’t Tell”, la Ley de Recuperación y Reinversión de Estados Unidos y la Ley de Alivio Tributario de 2010.

Con Obama si, con Trump no

Pero en el 2011, tras la victoria del Partido Republicano y habiendo logrado la mayoría de las bancas, Pelosi perdió la presidencia de la Cámara. Ella asumió con energía el liderazgo de la minoría. Los demócratas recuperaron el control de la Cámara de Representantes en las elecciones de medio término del 2018.​ El 3 de enero de 2019 retomó la presidencia de la cámara. Decidida y con temple, es bajo su liderazgo que la Cámara somete en dos oportunidades a juicio político al presidente Trump. La primera, el 18 de diciembre de 2019; la segunda, el 13 de enero de 2021. En ambas ocasiones Trump logró revertir la votación en el Senado.​

Pero hoy estamos en el tramo final de la larga e intensa carrera política de esta mujer que ha hecho historia. El 3 de enero de 2021 fue reelegida para un cuarto mandato como presidenta de la Cámara de Representantes, que anticipó sería el último.
En este tramo final, Pelosi volvió a jugar un rol fundamental para la aprobación de los dos principales proyectos de ley de la administración Biden: la Ley de Inversión en Infraestructura y Empleos y la Ley del Plan de Rescate Estadounidense.

Intento de asesinato

En los últimos años la política estadounidense se fue volviendo cada vez más cargada de violencia. Primero fue verbal, pero luego, a medida que se fue deteriorando el clima de respeto y tolerancia, se han ido viviendo crecientes denuncias de amenazas y violencia física.
Pero esta vez, la violencia fue más lejos aún. En un intento de asesinar a Nancy Pelosi en su propia casa, en California, su esposo, Paul, fue salvajemente atacado a martillazos y luego atado por el atacante, que así se dispuso a esperar la llegada de Nancy. Los hechos quedaron al descubierto cuando a las 2:00 de la madrugada una patrulla de la policía, haciendo su control de rutina advierte una situación extraña. Allí interviene y detienen a un desconocido (David DePape) y conducen a un hospital, con heridas severas, al esposo de Pelosi.

La era Trump

La era Trump terminó de manera violenta, el 6 de enero de 2021, cuando manifestantes rodearon el monumento a Washington, y alentados por Donald Trump y Rudolph Guliani, entre otros, intentaron tomar por asalto el Capitolio, en un intento de golpe de Estado, para desconocer el resultado electoral.
El comité del Congreso que investiga el ataque al Capitolio ha realizado una relación de hechos detallada y documentada, que todos sus miembros, ya sea demócratas como republicanos, coinciden en calificar de “rigurosa, sólida y contundente”. En ese sentido, se dan situaciones como la de Steve Bannon, uno de los directores de la campaña presidencial de Trump de 2016, que fue sentenciado a cuatro meses de prisión por negarse a testificar en la investigación parlamentaria.

Otro protagonista de aquel 6 de enero fue el neonazi y supremacista blanco Tim Gionet, también incluido en el informe parlamentario por su actividad conspiradora.
Trump ha sido citado oficialmente a declarar por el comité que investiga el asalto al Capitolio. Deberá presentarse el próximo 14 de noviembre, unos días después de las elecciones. Las preguntas a Trump estarían organizadas en 10 núcleos temáticos, entre otros, el intento de “corromper al Departamento de Justicia” al “solicitar y reclutar a funcionarios del Departamento para que hicieran declaraciones falsas y ayudaran en su intento por anular las elecciones presidenciales”, por “presionar ilegalmente a los funcionarios estatales y legisladores” para cambiar los resultados de las elecciones de 2020, por “orquestar y supervisar” los frustrados intentos para generar y remitir certificados electorales falsos a los Archivos Nacionales y también “presionar de manera corrupta” al entonces vicepresidente Mike Pence para que “rechazara unilateralmente el conteo de los votos electorales” durante la sesión conjunta del Congreso del 6 de enero de 2021.
Pero hay más temas por los que Trump deberá responder; presentar información falsa “bajo juramento, en un tribunal federal” y convocar a “decenas de miles” de sus seguidores a Washington, incitándolos a “marchar hacia el Capitolio” sabiendo que muchos estaban armados.

La democracia en cuestión

De acuerdo con las estadísticas de la Policía del Capitolio, que es la responsable de proteger a los miembros del Congreso, las amenazas contra legisladores aumentaron considerablemente desde el año 2017, pasando de 3.939 a 9.625 en 2021.

Datos que son reveladores de la crispación creciente del clima político y del tono del debate también en otros ámbitos de la vida pública. El ascenso de los supremacistas, de la ultraderecha y del tono burlesco y prepotente del propio Trump han contribuido a deteriorar el clima de convivencia y la propia calidad institucional de la vida parlamentaria.
Pero algo va sonando mal en Estados Unidos. A falta de 12 días para las elecciones del próximo 8 de noviembre, se han realizado más de cien denuncias, casi sin excepciones de republicanos, que refieren al voto por correo, al voto anticipado, al acceso a las urnas, etc.

Nadie duda, ni propios ni ajenos, que se trata de una repetición de la estrategia mal implementada en las elecciones pasadas y que tienen el mismo propósito: si pierde Trump y sus aliados, por la fuerza y estratagemas, desconocer los resultados.
La democracia estadounidense está al borde de una quiebra. Aún no se ha repuesto del fallido intento de golpe de enero de 2021, cuando ahora suma un intento de asesinato a la presidenta del Congreso y también “planes preparatorios” para otra elección amenazada.