Ollas y merenderos en Paysandú, tarea voluntaria con apoyos diversos

Una de las ollas en “La Covacha”, avenida Soriano y Entre Ríos.

Las ollas y merenderos existentes en Paysandú, brindan alimentos entre una y tres veces a la semana, y sus impulsores son coincidentes en señalar que “el esfuerzo no se puede sostener en el tiempo”, en tanto su trabajo para la elaboración de las porciones, así como los insumos provienen de donaciones en todos los casos o de apoyos institucionales, en algunos específicos.
Este primer informe no abarca a la totalidad de los grupos organizados para la tarea de brindar alimentos a familias en vulnerabilidad social y económica, sino que es una aproximación a tres de ellos.

El grupo de lubolos “La Covacha”, “comenzó primero en febrero de 2021, cuando recibieron unas donaciones desde Argentina, con la expectativa de hacerlo por esa única vez. Pero no esperaron la respuesta que tuvieron de la gente y desde Buenos Aires, los apoyaron para que organicen otra”, señala Fabián Maulella, integrante de murga “La Fulana”, que se integró a la labor posteriormente.
Con la suspensión del Carnaval en 2021 por la pandemia, “se hizo una muestra, donde participamos nosotros con la murga, nos dieron un dinero y resolvimos tomar esa plata para donarla a la olla de ‘La Covacha’ y a otros merenderos. Después, por amistad entre los integrantes del grupo, nos quedamos a seguir colaborando con la olla”.

Aquella idea inicial de hacer la olla por única vez, se transformó en un trabajo semanal. “El año pasado era los viernes y este año, lo pasamos para los jueves. El año 2021 terminó con la entrega de 250 porciones por jornada semanal, pero la semana pasada entregamos 370 porciones”.
Los asistentes provienen de la zona de influencia del grupo, desde avenida Soriano y Entre Ríos al suroeste, “así como hay personas que se atraviesan la ciudad y vienen desde el noreste. Hay adultos mayores y hay familias numerosas. Durante el invierno vimos muchos adultos mayores o familias que llevaban a los niños chicos, como para demostrar que correspondía a la cantidad de porciones que pedían”.

Explicó que “ya tenemos experiencia, con una base de datos con los números de teléfono para avisar los cambios de días por la lluvia, por ejemplo. Por eso pedimos que fuera uno en representación de la familia y levantara para todos”.
La comida que elaboran “es guiso y las variaciones son de arroz, polenta o fideos. Es la logística que tenemos para eso”.

La logística

Detrás de esas 370 porciones está el trabajo de unas diez personas. “Conformamos un equipos donde algunos se encargan de recolectar la verdura que nos donan, se la llevamos a voluntarios que se encargan de pelar y la traemos pronta para cocinar. Al principio hacíamos todo ahí, pero la experiencia nos llevó a armar una logística para empezar a las 15.30 y entregar la comida a las 20.30”.
Todo es a base de colaboración voluntaria y anónima. “El requisito que tenemos es que nosotros no vamos a sacar fotos ni a agradecer en las redes sociales. Ya está bastante vulnerada la sensibilidad de la gente como para mostrarlo. Por eso, son particulares y comercios que lo hacen en forma anónima”, aclara.

Consultado sobre la posibilidad de recibir apoyo institucional de los insumos para cocinar, Maulella afirma que “no quisimos el apoyo de la Intendencia ni del Ministerio de Desarrollo Social. Nos llamaron por teléfono el año pasado, pero –primero que nada– no queremos vincularnos con ninguna cosa del Estado. De ninguna administración, ni de la actual ni de las anteriores. Nosotros estamos convencidos de que las ollas populares no deberían de existir. Entonces, la sociedad no debería hacerse cargo de alimentar, porque en realidad es un plato por semana que se lleva la gente y eso no es nada, cuando en realidad deberían tenerlo todos los días”.

Agrega que “no queremos que se institucionalicen las ollas. Siempre nos manejaremos con donaciones voluntarias y el día que no haya, no se hará más. Lamentablemente es así. Lo hacemos con todo cariño y gusto porque hay una necesidad real. Y otra cosa: no es cierto que va la gente que no necesita, porque los días de lluvia vimos a las personas haciendo cola desde las 19.30”.
Maulella reconoce que “seguramente los programas sociales atraviesen a todas las edades. Desde los niños a los adultos mayores, pero no es suficiente. Porque hay un detalle del que nos fuimos dando cuenta con la experiencia y es que sobre fines de mes, aumentan las porciones. Los últimos dos jueves aumentan exponencialmente”.

Explica que “tenemos casos de personas que a principios del mes no necesitan de las porciones y nos avisan que no vienen porque hicieron alguna changa, para que su plato se entregue a otro. Hemos generado ese ida y vuelta”.

Sin recuperación

Asegura que “no hemos visto esa recuperación económica que dice el gobierno. Terminamos el año 2021 con la entrega de unas 280 porciones y hace una semana, le dimos a cien personas más. Hablamos de un aumento del 30% y nuestra olla abarca solo aquella zona”, dijo a EL TELEGRAFO.

Según el voluntario, “por lo menos a esas personas no le ha llegado la oportunidad. Seguramente todos cobren planes, pero nos les da para 30 días del mes” y concluye que “estamos abiertos a la colaboración de particulares que quieran donar anónimamente o que no tengan para donar pero quieren ir a cocinar”.

Estibadores

En el local sindical de los trabajadores portuarios, los estibadores instalaron una olla que diariamente brindaba alimentos a unos 33 estibadores. Actualmente se realiza los lunes, miércoles y viernes y “según la circunstancia de las personas se agregan más días”, señala el dirigente de la estiba, Aníbal Silva.
Los trabajadores se acogieron a un seguro especial que finalizará en enero. “En la última descarga de azúcar trabajaron 12 personas por un día y medio. Es personal nuevo porque el resto de los estibadores venimos de una lista anterior y recibimos un seguro especial que varía entre 5.000 y 7.000 pesos. Ahora van menos a la olla, serán unos 15 aproximadamente, pero siempre estamos ahí”.

Preguntado por los aportes recibidos para la comida, señala que “nuestro sindicato nos aporta para lo básico de una olla, pero más allá de eso recibimos de la Intersocial y el Ministerio de Desarrollo Social nos da una canasta mensual para cada uno, y a veces han donado para la olla, así como la Dirección de Promoción Social de la Intendencia y el Pit Cnt”.
En el corto plazo “no hay perspectiva de trabajo en el puerto de Paysandú y así lo confirmaron tanto el presidente como el vicepresidente de la ANP, en una reunión que tuvimos en el Ministerio de Trabajo en Montevideo”.