Ceva, el lugar donde nació mi abuelo paterno

El día 29 de setiembre fue otro día memorable. Volví a Santa con el alma llena de gozo.

El tren para Savona salió justito a las 7:51, la hora prevista. En Savona esperamos una hora y poco más, y tomamos otro tren hacia Ceva. Llegamos a las 12:16, pocos minutos antes que cierren las oficinas de la Comuna.

En el camino, admiramos las bellezas del paisaje. El tren iba en la altura, y desde arriba veíamos los bosques, las corrientes de agua, (con poca agua), las casas en los valles bajos, una línea sinuosa en el horizonte. Me sorprendí de ver que allí no hay erosión, no hay depredación del bosque; hay árboles similares a los nuestros, por ejemplo, álamos, otros típicos de la zona, que me gustaría conocer.

Pasamos por varias poblaciones, por campos roturados, de una tierra marrón claro, si no me equivoco. Es la época de siembra, el otoño. Un paisaje rural, más espacio, más aire, menos contaminación. Creo que es la región del Piamonte.
Cuando llegamos, no sabíamos para dónde ir. Había que subir una rampa, por suerte no muy empinada, y luego bajar, y seguir por una avenida. Como siempre, preguntamos varias veces hasta encontrar el camino hacia la comuna. Pasamos por el río Tanaro, que atraviesa la ciudad. En las barandas del puente, los geranios florecidos. Un solo semáforo en la avenida, en otros lugares hay cebras.

Es una ciudad de unos 5.000 habitantes, tranquila, limpia, con gente sencilla, con calles de piedra, estrechas, medievales, galerías, casas con techo de tejas, de dos aguas, porque allí cae nieve. Son recicladas por dentro, con toda la tecnología, pero conservan las fachadas. El Duomo, bellísimo, con pinturas del Renacimiento y algo de barroco y una escalinata de mármol. Sacamos fotos de la pila bautismal. Pienso ¿mi abuelo habrá sido bautizado acá?

Llegamos a la Comuna a las 12:30 pasaditas. Nos atendió una señora quien nos dijo que ya estaba cerrado, y que debíamos volver al otro día. Pero no podíamos. Entonces ella estaba anotando el mail del lugar, mientras yo rezaba mentalmente, pidiendo ayuda. El Cielo escuchó mi oración, porque de pronto apareció un señor con una caja. Era el secretario, que ya se había ido, pero parece que se había olvidado de algo y ¡volvió!

Le expliqué que buscaba la Partida de nacimiento de mi abuelo, que nació allí, en 1865. Me respondió que ellos tienen los datos desde 1866, que allí no estaban, sino en la iglesia. ¿En qué iglesia?, porque en esos lugares hay varias iglesias.

Cuando le dije que era la única vez que podría visitar ese lugar, me pidió los documentos y vio que el año era el 1875; yo me había equivocado, entonces sí, empezó a buscar. Pero no encontró nada. Siguió buscando y al final me dijo que ese apellido no existe allí, que no se escribe así, sino Facchino, pero tampoco encontró el dato que buscaba. Me dijo que lo enviará por mail, que lo fa volentieri.

La alegría que sentí fue inmensa, y Beatriz se alegró conmigo. Me traje varios folletos y un libro de la Historia de Ceva, que me regaló este señor.
En este libro he leído que el Estatuto de esta ciudad data del 1357, es decir, tiene casi ocho siglos de existencia. Por eso se ven muchas construcciones medievales que se conservan hasta hoy. “Los pórticos han tenido siempre una doble función, de embellecimiento y de protección del sol, de la lluvia y de la nieve”. Son pórticos medievales que se encuentran en el centro histórico, en la vía Marenco, la principal, y otras.

“Los pórticos son la sede del comercio y de las relaciones sociales Constituyen el ‘salotto’, la sala de la ciudad, el espacio de mayor vitalidad y fermento en todas las estaciones. Bordean la calle en ambos lados y son testimonio de la importancia comercial de este camino, esta vía, que en tiempos pasados fue llamada Contrada Maestra”. La mayor parte de las vitrinas de los comercios son estructuras de madera, realizadas por numerosos carpinteros artesanos, en los fines del ‘800 y principios del ‘900. Fotografié una de ellas.
El actual palacio comunal está frente a la plaza Victorio Manuel II y ocupa el área donde había una iglesia, que los franceses en 1812 decidieron destruir para construir un mercado techado. El gobierno napoleónico amplió después el proyecto primitivo, creando una sede para la administración municipal, incluyendo la estructura destinada al mercado. Pero en 1814 cesó la ocupación francesa y se interrumpieron los trabajos. Llevó años para llegar a la estructura actual, por falta de dinero y otros problemas. Lo mismo sucedió con la construcción del Duomo, que debió interrumpirse a causa de una peste que diezmó la población, de las guerras y las penurias económicas.

Se piensa que en la época de la dominación romana ya existía en este lugar un núcleo consistente de habitantes.

Leyendo el libro sobre la historia del lugar, se aprende sobre la laboriosidad, los sacrificios, las épocas de crisis económicas, las enfermedades, las guerras, las crecientes del torrente Cevetta, muy destructivas, los esfuerzos para seguir adelante, reconstruyendo lo que está devastado, la fábrica de telas de algodón, que tuvo épocas de auge y de fracaso. En este momento se realizan actividades deportivas en el lugar que fue de esa fábrica. Hay monumentos dedicados a los partisanos, militares y civiles caídos durante las guerras, hasta las Guerras mundiales. A través de la historia, son numerosas las construcciones y restauraciones realizadas, con aportes de la Comuna y de particulares.

Y esta ciudad se caracterizó siempre por su religiosidad.

Fuimos luego a almorzar en un restaurante. Quedaba muy poca comida. Beatriz comió espaguetis a la boloñesa y yo una sopa de legumbres.

Recorrimos luego la ciudad. Se ve un gran promontorio donde está el Fuerte, vimos en un mapa que hay dos castillos, el Rojo y el Blanco, pero no teníamos nadie que nos guiara. Este es un

hermoso lugar al que hay que volver para conocerlo mejor.

Empezamos a subir por un camino natural, sin barandas, pero no me animé a seguir. Era peligroso.
A las 15:30 regresamos, porque son tres horas de viaje y no queríamos que nos pasara lo de la otra vez, que perdimos el tren. En Savona el tren estaba en el Tronco, es decir, en el final del recorrido, pudimos subir y tuvimos que esperar hasta la hora de partida. Me queda la pregunta: ¿con qué combustible funcionan los trenes? Se oye el chisss, el silbido cuando parten, pero después, apenas nos damos cuenta que marchan. En fin, otra jornada para el recuerdo. Tomamos fotos de todo, y brindamos con agua por el feliz resultado de esta experiencia.

¡Gracias, Beatriz, por tu valiosísima compañía y ayuda!

La tía Nilda