Hacia el Pacífico, una alternativa que no cae bien en el Mercosur

No ha caído nada bien en los demás integrantes del Mercosur la postura uruguaya de explorar la perspectiva de la integración de nuestro país al Acuerdo Transpacífico, el “megabloque” al que el presidente Luis Lacalle Pou y el canciller Francisco Bustillo buscan entrar, habida cuenta de que el citado bloque, integrado por 11 países, puede abrir la puerta de Asia y generar condiciones favorables para la colocación de productos con aranceles preferenciales.
La semana anterior Bustillo presentó al ministro de Comercio de Nueva Zelanda, Damien O’Connor, la carta de adhesión con la que Uruguay busca sumarse al denominado Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (Cptpp, por sus siglas en inglés). De esta manera, el país inicia formalmente el proceso en el cual los 11 países miembros del acuerdo analizarán si aceptan la candidatura para integrar el bloque comercial.
Es un tratado de libre comercio firmado en 2016 y que hoy integra un grupo de países con costas en el océano Pacífico: Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.
A la vez, la peculiaridad es que pese a que Estados Unidos había negociado la firma del acuerdo, luego de ganar las elecciones presidenciales de 2016, Donald Trump expresó que su país abandonaría el acuerdo, que entonces se conocía como Acuerdo Transpacífico o TPP. Ignacio Bartesaghi, doctor en Relaciones Internacionales y director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica del Uruguay, destacó a Montevideo Portal que a pesar de la ausencia estadounidense, el Cptpp sigue siendo un “megabloque”, por “la cantidad de países que lo conforman y lo que representan en términos de comercio, de territorio y de PBI (Producto Bruto Interno) a nivel mundial”.
“Es un acuerdo muy profundo en términos de disciplinas comerciales. Obviamente abarca bienes y la liberalización del comercio entre los 11 miembros, pero también incluye servicios, inversiones; tiene todos los capítulos más modernos, los máximos estándares a nivel comercial”, explicó el experto, quien remarcó la presencia de Japón, Vietnam y Canadá como economías destacadas del Cptpp.
“Además, está en proceso de expandirse, de crecer; entonces es un acuerdo de impacto económico y comercial. Fundamentalmente de disciplina. Un acuerdo de última generación”, agregó.
El académico dijo que lo que Uruguay debe hacer es “un análisis detenido de cada uno de los capítulos del Cptpp” con el foco en “algunas áreas que pueden afectar sus normativas nacionales” porque, para poder ingresar al acuerdo, el país “necesita llevar adelante varias modificaciones de su legislación”, como por ejemplo en materia de propiedad intelectual o compras públicas. “En propiedad intelectual es lo más notorio: Uruguay hoy no tiene, por ejemplo, incorporados algunos tratados internacionales en esta materia que son exigidos para formar parte del Cptpp. Este es un tratado de adhesión. Quiere decir que te integras a un acuerdo que ya está firmado. No negocias. No es como el caso del TLC (Tratado de Libre Comercio) con China, donde empiezas una negociación, donde das y recibes. Acá ya sabes que tienes que cumplir ciertos estándares, que hoy Uruguay no cumple”, comentó.
Claro, más allá de los obstáculos y requisitos, está de por medio evaluar de dónde partimos y cuáles son los pro y los contra frente a un Mercosur que sigue reprimiendo cualquier intento de apertura de Uruguay hacia el mundo, y que precisamente ha salido a cuestionar públicamente la posibilidad de que nuestro país busque su camino a través de integrar otro acuerdo, pese a que el Mercosur durante sus casi tres décadas de existencia no ha firmado ningún acuerdo con ningún otro bloque, a contramano de la tendencia mundial.
Claro, la perspectiva de integrarse a este acuerdo del Pacífico no es inmediata ni mucho menos, sino que tiene lista de espera, y hoy el Cptpp está analizando al Reino Unido, mientras que también ya solicitaron formalmente el ingreso China, Taiwán, Corea del Sur, Costa Rica y Ecuador, los que están todos antes que Uruguay, de acuerdo al orden cronológico, que es la forma en que hasta ahora ha operado el bloque, por lo que difícilmente el proceso pueda culminar dentro del período de gobierno de Luis Lacalle Pou.
Los 11 países integrantes del Cptpp representan, en conjunto, alrededor del 13% del PBI mundial, con un monto aproximado de 11,6 billones de dólares en total, lo que convierte al bloque en una de las áreas de libre comercio más grandes del mundo, junto al Mercado Único Europeo, el Tratado entre México, Canadá y Estados Unidos y la Asociación Económica Integral Regional, que lidera China en Asia.
Pero mirando el tema objetivamente, y sin tener en cuenta el talante que puedan tener los gobiernos que sucederán al de Lacalle, el eventual ingreso de Uruguay al Cptpp sería un proceso de mediano o largo plazo, mientras por otro lado nuestro país sigue en la encerrona de un Mercosur con una agenda externa perezosa, lenta y desinteresada de abrirse al mundo, porque los intereses de Argentina, con su cerrado proteccionismo y su economía delirante, no coinciden con los de Uruguay. Brasil a su vez siempre ha jugado su propio partido, con perspectivas inciertas a partir de la próxima asunción a la Presidencia de Lula, por su política pendular e impredecible. Es que la característica del Mercosur es nada menos que el bilateralismo de Brasil y Argentina, que coinciden en algunos grandes temas, sobre todo para no abrirse al mundo y mantener altos los aranceles extrarregión para colocar sus productos con valor agregado, lo que indica que persiste la crisis estructural del bloque regional.
El nuevo gobierno de Lula es una incógnita muy difícil de despejar a priori, porque como bien señala Marcel Vaillant, doctor en Economía y profesor de Comercio Internacional de la Udelar, “no va a ser un gobierno fácil de leer. Se observan algunas líneas restauracionistas en materia internacional que son señales de alarma o preocupantes, que creo que no van a prosperar”. Mencionó en este sentido que un serio problema sería el “reeditar esa línea que se promovió en los gobiernos del PT que tanto daño le hizo a la integración sudamericana a través de la creación de la Unasur, de cambiar la agenda de integración, de llenarla de retórica y de debilitar todos lo mecanismos de integración comercial, de la internacionalización asistida de empresas brasileñas con el propio Estado brasileño, lo cual estuvo asociado a muchísimos episodios de corrupción en toda América del Sur. Toda acción de Brasil debería empezar por una autocrítica de lo que ocurrió en el período anterior”.
Una autocrítica que difícilmente se de, por lo que las expectativas para un cambio favorable en el Mercosur distan de ser probables en el corto plazo, y por ende, la línea de integrarnos a otro acuerdo para la apertura comercial que necesitamos, incluyendo un eventual TLC con China, debería ser un objetivo a reafirmarse para tener por lo menos expectativas de hacer algo valedero para no seguir de manos atadas en el acuerdo de la región.