Un combo que impacta

La Organización Mundial del Trabajo dio a conocer un nuevo Informe Mundial sobre Salarios, en se constata que los ingresos y el poder adquisitivo de los hogares han sufrido un menoscabo considerable durante los tres últimos años debido, primero, a la pandemia de la COVID-19 y luego, cuando la economía mundial comenzaba a dar señales de recuperación de la crisis, al aumento mundial de la inflación, en el que incidió sobremanera la guerra ruso-ucraniana.

De acuerdo con la publicación, basada en datos recabados hasta el primer trimestre de este año, el aumento de la inflación está provocando que la variación de los salarios reales presente cifras negativas en muchos países del mundo, reduciendo el poder adquisitivo de la clase media y golpeando con mayor dureza a los grupos de ingresos bajos. Esto viene a sumar un nuevo impacto a la masa salarial de los trabajadores y sus familias, a lo ya sufrido durante la crisis ocasionada por la pandemia. Y en particular el grupo más afectado por este combo trágico es el de los trabajadores de menores ingresos. La organización advirtió en este informe que de no existir políticas adecuadas, podría originarse un problema que termine perjudicando la recuperación económica en el mundo “y posiblemente avivaría aún más el malestar social en el contexto económico y del mercado laboral en el mundo”.

El clima de incertidumbre que se vive ha incidido en las previsiones de crecimiento, que el Fondo Monetario Internacional rebajó del 3,6 por ciento que estimaba en abril, a un 3,2 estimado en julio y luego descendió un nuevo escalón en octubre, a entre el 2 y el 2,7 para 2023. El informe advierte que “para muchas personas, 2023 se percibirá como un año de recesión” y ello podría tener un impacto en los mercados de trabajo.

Este rápido crecimiento en las tasas de inflación en todo el mundo tiene el agregado de que se produce además en un contexto en el que las economías globales han endurecido las medidas buscando evitar este escenario. Así y todo las proyecciones sobre los precios indican que la inflación mundial alcanzará el 8,8 por ciento a finales de este año 2022. Para el año próximo prevén un freno, descendería al 6,5 por ciento en 2023 y al 4,1 por ciento en 2024. Aunque deja un margen de incertidumbre por la eventual corrección de los salarios reales, en los países en los que se pueda concretar, para evitar una disminución del nivel de vida de muchos trabajadores y sus familias.
Siempre en función de los datos contenidos en este informe, los salarios mensuales a nivel mundial disminuyeron en términos reales un 0,9% en el primer semestre de este año. El primer descenso de este tipo desde el Informe Mundial sobre Salarios de 2008. Entre los países del G20, que representan alrededor del 60 por ciento de los trabajadores asalariados del mundo, se estima que los salarios reales en el primer semestre de 2022 disminuyeron un 2,2 por ciento.

El informe plantea además algunas tendencias salariales por regiones. En América del Norte (sin México, que lo incluye en América Latina) “en 2020 hubo un aumento repentino de los salarios reales medios del 4,3 por ciento”, pero el año pasado se redujo a 0% y en el primer trimestre de 2022 experimentó una caída de 3,2%. En tanto en nuestra región, América Latina y el Caribe, los salarios reales aumentaron un 3,3% promedio en 2020. Pero ya en 2021 aparecen las cifras negativas, con –1,4% y –1,7 en el primer semestre de este año.

No se trata de conformarse ni de tratar de justificar números, que son los que son y hablan en función de las comparaciones que se hagan con otros números. Pero sí de aportar contexto para saber dónde estamos parados. Y la respuesta es que estamos en un mundo globalizado, en el que los fenómenos que ocurren en las antípodas repercuten en lo que ocurre en este rincón. Hace pocas horas la economista Alejandra Picco, técnica del Instituto Cuesta Duarte, dependiente del Pit Cnt, relativizó la reciente información sobre el crecimiento de 0,7% del salario real medido en octubre, argumentando que es “sólo es un dato mensual que compara con octubre de 2021”, cosa que es cierta, que “el año pasado el salario real ya estaba 4 puntos por debajo de 2019”, cosa que también es cierta, pero que de ninguna forma desmerece el hecho de que haya existido una mejora, que en todo caso sería apropiado no digamos que “celebrar”, porque no es la función de técnicos ni de medios de difusión, pero sí transmitir como una señal favorable respecto al funcionamiento de la economía, que siempre es necesario.

Para números complicados tenemos los que acaba de dar a conocer apenas ayer el Instituto Nacional de Estadística sobre el empleo, desempleo y actividad por regiones, en el que el litoral (Río Negro, Salto y Paysandú) vuelve a presentar datos muy complicados en comparación con el resto del país. Casualmente –o no–, los tres departamentos con puentes hacia Argentina.
¿Es para excusarse en que afuera hay una tormenta y descansar cruzados de brazos? No, por supuesto que no. Es necesario que quienes hoy tienen a cargo la toma de decisiones actúen de acuerdo a lo que reclamaban estando del otro lado del mostrador y apliquen medidas contracíclicas que ayuden a capear el temporal.